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El tándem Morote-Ágreda devuelve a la vida a Ramón y Cajal a través del cómic El tándem Morote-Ágreda devuelve a la vida a Ramón y Cajal a través del cómic
El presente de la narración sucede en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde Cajal ofreció charlas y conferencias

El tándem Morote-Ágreda devuelve a la vida a Ramón y Cajal a través del cómic

La obra tiene un carácter divulgativo aunque esté concebida para todos los públicos
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Ciento setenta y un años después de su nacimiento Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) sigue siendo uno de los personajes icónicos más atractivos de la transición del siglo XIX al XX. Se considera uno de los aragoneses universales pese a que nació en Petilla de Aragón (Navarra), en 1906 ganó uno de los dos Premios Nobel de Medicina españoles -el otro es Severo Ochoa en 1956- en un país y una época en la que no había medios para la investigación científica, y tuvo una vida agitada y pintoresca con una infancia rebelde y más dada a la travesura que a los estudios.

Con motivo del 170 aniversario de su nacimiento, el año pasado el Gobierno de Aragón emprendió una serie de actividades para divulgar su figura y acercar su biografía a los aragoneses más jóvenes.

Entre ellas el departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón publicó el cómic Ramón y Cajal. Un cerebro para la ciencia, dibujado por el andorrano Roberto Morote y escrito por Queco Ágreda, guionista zaragozano afincado en Calanda. Se trata del mismo tándem que publicó hace un año el cómic sobre la historia de otro aragonés ilustre, Segundo de Chomón, editado por GP Ediciones. Y promete no ser la última. Cuando Morote y Ágreda recibieron el encargo del Gobierno de Aragón estaban ultimando los detalles de otro biocómic sobre Pablo Serrano. La fórmula está funcionando a las mil maravillas.

El cómic de Ágreda y Morote se centra en la investigación y el Nobel que le fue concedido a Cajal, y también a algunas de las aportaciones menos conocidas que realizó en ámbitos como la fotografia o el gramófono. “Al fin y al cabo eso le hizo pasar a la historia”, explica Ágreda, “aunque Ramón y Cajal tuvo una vida muy agitada y hemos tenido que pasar muy de puntillas por algunos pasajes muy interesantes de ella”.

Como ocurrió con Chomón, el mago de la luz, el cómic sobre el científico está dirigido preeminentemente a un público juvenil o no experto, por su brevedad y sencillez, aunque “la temática nos ha obligado a utilizar una terminología científica algo más compleja”, según el dibujante andorrano Roberto Morote. No está exento de sentido del humor y de voluntad didáctica y divulgativa, “aunque puede disfrutarlo un lector de cualquier edad y condición”, asegura Queco Ágreda.

El éxito que tuvo Chomón, el mago de la luz, hizo que Morote y Ágreda quisieran seguir su estela en algunos aspectos para esta segunda publicación conjunta, que según el guionista fue mucho más rodada “al tener ya una metodología de trabajo conjunta. Y menos mal, porque este cómic era más complejo”.

Uno de estos aspectos comunes entre Chomón y Ramón y Cajal se refieren a lo formal, con un formato de 17x24 cm y 60 páginas. El estilo del dibujo también es similar, aunque Morote lo evolucionó hacia “unos fondos con más detalles, con más perspectivas diferentes y, en general, más riqueza visual”. A través del color, por ejemplo, se diferencia entre el presente del cómic y la historia en sí, que se representa como un flashback.

Cameo de Buñuel o Lorca

Se hecho, en el libro Ramón y Cajal cuenta su historia en primera persona durante un encuentro con algunos de los internos de la Residencia de Estudiantes de Madrid, adonde acudió en varias ocasiones a ofrecer charlas y conferencias. Aunque no está documentado que en alguna de ellas Cajal tuviera contacto con sus estudiantes más conocidos, Queco Ágreda no pudo evitar recrear una conversación entre el científico y Buñuel, Lorca, Dalí, Rafael Sánchez Ventura, Augusto Centeno y Pepín Bello. Todos ellos son reconocibles por detalles físicos y estéticos, aunque el único que aparece con referencia a su nombre es Pepín. “A él si que es posible que lo conociera, porque está documentado de Ramón y Cajal conoció a su padre, el arquitecto Severino Bello”.

Lo que más ha determinado la escritura del guion ha sido la gran cantidad de información que existe sobre Ramón y Cajal, incluidas sus memorias. “En Chomón había muchas lagunas y misterio”, recuerda Queco Ágreda, “así que no era necesario utilizar demasiados textos de apoyo. Con Cajal, por el contrario, había montañas de información que nos ha permitido darle voz al propio protagonista como narrador, con muchos textos de apoyo que hacen el cómic más denso pero a cambio de contar más cosas y explicar conceptos complejos”.

Una fórmula que funciona

Ramón y Cajal. Un cerebro para la ciencia es el segundo cómic de Roberto Morote, Quedo Ágreda y GP Ediciones -que en este caso no edita, sino que coordina la edición del Gobierno de Aragón-. El alcance que tiene el cómic entre todo tipo de públicos, mayor incluso que el cine documental o el ensayo, hace que esa fórmula de difundir la vida y la obra de aragoneses ilustres no vaya a agotarse en el científico.

De hecho, Queco Ágreda recuerda que cuando los autores recibieron el encargo del Gobierno de Aragón estaban preparando un volumen sobre el escultor turolense Pablo Serrano, que espera que se pueda retomar en breve. Su compañero, Morote, explica que “esperaremos a que pasen las elecciones y se formen los nuevos gobiernos. Le plantearemos el proyecto a la Diputación Provincial de Teruel y, si les interesa, nos pondremos en marcha cuanto antes”.

Podría ser el próximo proyecto editorial en el que se embarque Ágreda, que asegura que por momento no está en ningún otro a corto plazo. “Para sufrimiento de mis colaboradores, soy un escritor lento”, bromea.

El caso de Roberto Morote es diferente, porque si bien el guionista es profesor en Calanda, el andorrano se dedica profesionalmente al diseño y la ilustración. En lo que se refiere a cómic, está trabajando ya en otro proyecto muy ambicioso del que desvela que “adapta un Premio Planeta, y que si todo va bien podría ver la luz el año que viene”.

En el campo del biocómic Morote ya ha puesto su punto de mira en otro personaje aragonés universal. “A mí me apetecía mucho hacer un cómic sobre una mujer”, admite, y junto con Maxi Campo ya estamos trabajando en uno sobre María Moliner, que me gustaría que incluso fuera más extenso y exhaustivo. Su aportación fue enorme en el fomento de la lectura en España, pero con su Diccionario trascendió a todos los países de habla hispana”.

Por último, Roberto Morote, que es autor también de la celebrada adaptación al cómic de Camí de Sirga, la novela de Jesús Moncada, le da vueltas a un trabajo “más personal” sobre la minería en la zona de Andorra, de la que es natural. “Me gustaría hacer una historia familiar que habla sobre el auge de la minería en la cuenca, de su posterior desaparición y de la incertidumbre que se desata después... es una historia local pero también muy universal”.

Sin embargo este proyecto tardará en ver la luz. “Al final soy un autónomo y tengo que trabajar simultáneamente en muchos proyectos de vídeo, foto, cómic, diseño, ilustración... no es fácil sacar tiempo libre para dedicarle a obras personales”.

Por diferentes motivos ni Queco Ágreda ni Roberto Morote  podrán estar en la Feria del Cómic y del Libro de Teruel durante este fin de semana, aunque pueden encontrarse ejemplares de su última obra, Ramón y Cajal. Un cerebro para la ciencia, en la caseta de GP Ediciones o en el de las librerías que se dan cita en La Glorieta.