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Estela Ferrer deja la impronta turolense en el Premio Carrara Ciudad Creativa de la Unesco Estela Ferrer deja la impronta turolense en el Premio Carrara Ciudad Creativa de la Unesco
La turolense trabajando el volumen con el que competirá en el premio

Estela Ferrer deja la impronta turolense en el Premio Carrara Ciudad Creativa de la Unesco

La de Berge es finalista en uno de los concursos más prestigiosos del mundo para jóvenes artistas
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La joven artista turolense Estela Ferrer Peraire (Berge, 1999) ha cambiado durante este mes de septiembre su habitual taller de Berge por una nave en Carrara, cuna del mármol que esculpió la arquitectura del esplendor romano y que dio forma al Renacimiento italiano. Desde el 8 de septiembre la escultora se encuentra en la ciudad italiana como una de las tres artistas pensionadas del Premio Carrara Ciudad Creativa de la Unesco, uno de los más prestigiosos del mundo para escultores menores de 35 años.

Junto al italiano Arcadio Pierpaolo y el chino Gao Xingyuan, Ferrer está esculpiendo en el mármol blanco autóctono de la zona una pieza -Dasatar-, que aspira a hacerse con el primer premio de esta convocatoria, cuyo ganador se conocerá el 4 de octubre.

Ocurra lo que ocurra ese día, el hecho de ser la única española seleccionada como finalista en ese premio y la posibilidad de visitar los talleres y recorrer las calles de Carrara durante un mes están haciendo de la experiencia algo inigualable. “Algo que marcará un antes y un después para mí”, afirma Ferrer.

El proyecto de la turolense se titula Desatar, y es una pieza que evoca la figura femenina desde la abstracción. Es significativo que la turolense fue seleccionada por el jurado del concurso con un proyecto que, aunque fue realizado ad hoc, es completamente definitorio y coherente, en el fondo y en la forma, con el trabajo que Estela Ferrer lleva desarrollando desde hace varios años, especialmente a través del alabastro del Bajo Martín, y que ya le ha proporcionado cierta proyección en el panorama artístico aragonés.

“Se trata de una forma femenina en plena transformación personal, que habla de una metamorfosis hacia la liberación”, explica la artista. La base de la pieza sugiere la anatomía femenina, en concreto la curva de la cadera y la pelvis, pero a medida que asciende el volumen se va desligando de esa forma y convirtiéndose en una forma que recuerda a un pétalo abierto. “Esta apertura simboliza el momento en el que el ser se libera de sus ataduras internas, florece y se eleva hacia una nueva dimensión de existencia”.

La mayor parte de la obra que Ferrer ha desarrollado a través de la pintura o la escultura en los últimos años contiene un mensaje de homenaje hacia la mujer desde una perspectiva de género y que además encuentra su sitio en la narrativa sobre las formas de vida de mundo rural. En el caso de Desatar la metamorfosis no alude, obviamente, al significado literal del término, sino a un proceso emocional y simbólico que tiene que ver con el acto de su emancipación con respecto a lo material y físico, a las formas y cánones que históricamente han definido a las mujeres como tales, por encima de otras cuestiones más espirituales o transcendentes. Según la artista, “esa evolución de la figura femenina a lo orgánico y etéreo, representado por el pétalo, alude a la transición de la opresión a la libertad, de lo corpóreo a lo etéreo, del confinamiento a la expansión”.

Que ese camino que se deshace de lo material hacia lo elevado se produzca a través de un material sólido y pesado como la piedra dota de mayor rotundidad al mensaje, si cabe.

Mármol de Carrara

La piedra además no es una piedra cualquiera. Para Estela Ferrer, que conversa con el material, que lo acaricia como si de un alfarero se tratara, que siente cada vibración interna del mineral, enfrentarse a un mármol de Carrara no es cualquier cosa: “No sabría decirte por qué, pero es apasionante trabajar este mármol. Hay algo que lo hace especial”. Ferrer nunca lo había trabajado nunca, pero admite que se deja intervenir. “Evidentemente es mucho más duro que el alabastro” -material que en mayor medida ha esculpido durante los últimos años- “pero aún así no se me hace excesivamente duro, que es lo que se espera de un mármol. Es un material muy puro que responde bien a la herramienta, la piedra salta bien y su talla es muy controlada”, en el sentido en que las lascas saltan allí donde es previsible que lo hagan.

El blanco es el color habitual del mármol de Carrara -el mismo color que el imaginario popular le da a los templos romanos o las esculturas del Quattrocento-, aunque Estela Ferrer está esculpiendo su pieza sobre un bloque blanco con algunas venas grises homogéneas. “Las propias venas le dan mucha personalidad al bloque, y la verdad es que la experiencia con este mármol está siendo muy satisfactoria”.
 

Maqueta de plastilina del que será el proyecto escultórico de Ferrer en Berge

Hito en su carrera

Para Estela Ferrer fue una auténtica sorpresa ser seleccionada entre los tres artistas finalistas, “ya que se presenta muchísima gente de todo el mundo”. De hecho es la única que reside fuera de Italia, ya que Pierpaolo es italiano y Xingyuan está afincado allí. “Este año me había presentado a varias convocatorias y la del Premio Carrara Ciudad Creativa de la Unesco era la que más ilusión me hacía”.

Más allá de la posibilidad de ganar el premio con el proyecto que presentó, que fue seleccionado por el jurado, y que en estos momentos toma forma a golpe de cincel, para la turolense es una oportunidad única simplemente poder trabajar en un lugar mítico para cualquier artista como Carrara: “Aquí estuvo Miguel Ángel y esculpieron todos los grandes artistas. De hecho es una ciudad que respira arte, que está llena de escultores y de talleres alucinantes”. Las canteras de Carrara y su mármol son probablemente las más famosas del mundo. Y aunque se sospecha que su explotación comenzó ya en la Edad del Bronce, su legado y sus yacimientos siguen activos a pleno rendimiento hoy en día.

Por el momento Estela Ferrer sigue cincelando en la Cooperativa de Escultores de Carrara la que, ocurra lo que ocurra el 4 de octubre, será su pieza más importante hasta ahora. Tanto si gana el primer premio como si no, el paso por Italia de la turolense la sitúa entre los jóvenes escultores españoles con más proyección del momento.

Una trayectoria que no ha hecho más que crecer en los últimos cuatro años

Estela Ferrer (Berge, 1999) ese graduó en Bellas Artes en la Politécnica de Valencia (2017-21), donde cursó además el Máster de Producción Artística en 2022. Un año antes comenzó a darse a conocer con una primera exposición que tuvo lugar en abril de ese año en su Berge natal. Entonces expuso únicamente pinturas, en las que bajo el título EmpoderArte ya mostró que la fuerza de lo femenino era lo que guiaba conceptualmente su quehacer. Esa muestra recorrió varias localidades y en enero de 2022 llegó su primer reconocimiento, con el premio convocado por la Fundación Notariado para crear los galardones en bronce que otorga esa institución anualmente. Después llegaron otros como el VII Premio Camprovinarte (2023) -desde ese año tiene una escultura pública, titulada Lavanderas, en Camprovín (La Rioja) o un accésit en el XXIV Concurso de Artes Plásticas Manolo Valdés de Altura (2024). Se vinculó a la Galería Carmen Terreros de Zaragoza gracias a que fue finalista en el premio Call for Artist que convoca la Universidad de San Jorge, y ha participado en iniciativas artísticas como Mujeres Artistas Rurales, Resiliencia Rural, RepoblArte o el Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro de Albalate del Arzobispo, donde realizó una residencia artística. Fruto de aquella residencia fue Cuerpos etéreos, un proyecto escultórico que ha visitado numerosas salas por todo Aragón.

Más recientemente, en 2024, creó la escultura en alabastro que el Ayuntamiento de Alcañiz entregó durante el V Premio Pilar Narvión a la periodista Rosa María Calaf.

Además participó en el proyecto Armonatura que instaló a finales de 2023 tres esculturas al aire libre en la Estación de Tres de Alcorisa, el Convento del Desierto de Calanda y la Torre Piquer de Berge, junto a otros artistas como Joaquín Macipe, Gerardo Villarroya y Manuel Cirugeda.

Hasta la fecha Ferrer ha participado en más de media docena de exposiciones individuales, en diferentes espacios de Teruel, Zaragoza y Valencia fundamentalmente, y en más de una decena de exposiciones colectivas, en el Colegio Oficial de Arquitectos de Toledo, la sala de exposiciones de Alcañiz, el Museo de Arte Sacro de Teruel, el Castillo de Albalate, la Sala José Lapayese de Calamocha, ArteSala de Bellas Artes en Teruel o la Universidad Politécnica de Valencia entre otros.