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Ester Navarrete desmonta la idílica convivencia de cristianos, moros y judíos Ester Navarrete desmonta la idílica convivencia de cristianos, moros y judíos
La historiadora Ester Navarrete Martín posa con su libro en el Mausoleo de los Amantes

Ester Navarrete desmonta la idílica convivencia de cristianos, moros y judíos

La historiadora sintetiza la realidad social de la época medieval en la provincia en un libro divulgativo
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La historiadora del arte Ester Navarrete (Teruel, 1983) ha plasmado en las 48 páginas ilustradas que conforman Las tres culturas. Cristianos, moros y judíos en la provincia de Teruel durante la Edad Media (Prames) la realidad social de la época medieval en territorio turolense. De la lectura del mismo se deduce que la convivencia entre estos tres grupos sociales no fue tan idílica como siempre se había dado a entender. “Aunque moros y judíos pudieron conservar sus costumbres, su religión y su lengua, lo hicieron bajo dominio cristiano y confinados en sus propios barrios”, explica la autora.

Las tres culturas. Cristianos, moros y judíos en la provincia de Teruel durante la Edad Media es el primer libro de la turolense Ester Navarrete, licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza y experta en gestión del patrimonio cultural y de proyectos y políticas culturales. 

La obra, de carácter divulgativo y fácil lectura, cuenta con detalle cómo se organizaban cristianos, moros y judíos y cómo se relacionaban entre ellos, así como el marco histórico que los acoge, con la intención de mostrar la realidad social de aquel pasado medieval y la huella que ha dejado en el presente.

La autora asegura que sus inquietudes en el ámbito de la Historia del Arte siempre se han dirigido hacia la provincia de Teruel porque considera que goza de un rico patrimonio que no siempre ha sido mostrado y valorado como debiera.

Como distribuidora de publicaciones de Prames en las ferias del libro de Teruel y Zaragoza, pudo comprobar como los pequeños trabajos divulgativos sobre el patrimonio aragonés eran los más demandados por el público. Por eso, junto a la editorial acordó realizar una obra de estas características, sencilla y accesible, que resumiera y sintetizara cómo se vivía en la época medieval en la provincia de Teruel y el patrimonio que permanece a pesar de todas las guerras libradas en este territorio.

Navarrete asegura que la convivencia de cristianos, moros y judíos “no tenía nada de idílica”. “Fue una repoblación por necesidad. Al reconquistar, era importante repoblar para asentar los territorios conquistados, pero la convivencia era bajo el dominio de los cristianos, que eran los que decían lo que se podía hacer”, comenta.

Teruel era un territorio en constante conflicto, y no había mucha gente que quisiera venir. Por eso, las cartas de repoblación y los fueros fueron un instrumento imprescindible para repoblar.  

“La singularidad de Teruel fue que el rey permitió que los moros y judíos conservaran sus costumbres, su religión y su lengua. No se vieron obligados a abandonar su forma de vivir, pero cada uno dentro de sus propias aljamas y barrios, la morería y la judería, respectivamente”, destaca. “No podían casarse entre ellos y los baños públicos estaban reservados cinco días para los cristianos, uno para las mujeres y otro para moros y judíos. No era un convivencia tan idílica como se quiso dar a entender”, insiste.

Navarrete explica que los cristianos pertenecían a órdenes militares y religiosas, que eran las que tenían el poder en ese momento, aunque también había agricultores y comerciantes. Entre tanto, los judíos practicaban la medicina y la artesanía textil, fundamentalmente, y eran prestamistas. Por su parte, los mudéjares se dedicaban a la agricultura y la construcción y fueron la mano de obra empleada en las obras arquitectónicas que se han conservado hasta nuestros días.

En el caso de Teruel, las torres mudéjares fueron concebidas como torres campanario y vigía. La iglesia fortaleza de San Pedro, cuenta Navarrete, estaba situada dentro de la villa porque su torre servía como punto estratégico para vigilar la plaza Mayor, ahora del Torico, donde vivían los cristianos y algún mudéjar, y su ándito en la cabecera para hacer lo propio con la judería.

Estructura

El libro se estructura en tres apartados dedicados a cada grupo social. En el primero, resume la situación de la provincia bajo el poder musulmán y el paso del Cid antes de la reconquista por tropas cristianas aragonesas en la primera mitad del siglo XII. Da cuenta de su organización social y destaca la importancia de las órdenes militares, así como de las cartas de repoblación y fueros. De hecho, el de Teruel no fue derogado hasta 1598 por Felipe II, que impuso el de Aragón.

En el capítulo dedicado a los moros (nombre dado a los conquistadores árabes o bereberes) o musulmanes, Navarrete centra la atención en el arte mudéjar y cuenta como gozaron de cierta libertad, motivo por el que usaron el ladrillo, el yeso y la cerámica vidriada de color verde.

Por último, da cuenta de las principales juderías de la provincia, regidas por la Torá y el Talmud, y de su convivencia pacífica hasta la imposición de las conversiones al cristianismo y su posterior destierro por parte de los Reyes Católicos. 

Apunta como el inquisidor Tomás de Torquemada obligó a la expulsión de los judíos de Cella e intentó ganarse el favor de las autoridades de Teruel. Finalmente, el tribunal del Santo Oficio tomó la ciudad en marzo de 1485 y se llevaron a cabo autos de fe en los que los judíos fueron quemados en la hoguera en la plaza de la Catedral.

La obra está jalonada también de ventanas temáticas en las que se narran diversas leyendas, como la de la fundación de Teruel o la de las torres mudéjares; o se destacan episodios históricos como la batalla de Cutanda o el envenenamiento de Rubielos.

El libro puede adquirirse por 5 euros en la tienda del Conjunto Amantes, en varias librerías y quioscos de Teruel o a través de la página web de la editorial (www.prames.com).