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Fuentes Calientes propone hacer una fiesta del cuidado de los árboles trasmochos del municipio Fuentes Calientes propone hacer una fiesta del cuidado de los árboles trasmochos del municipio
Una de las participantes en la edición del año pasado con un trozo de viga

Fuentes Calientes propone hacer una fiesta del cuidado de los árboles trasmochos del municipio

El 10 de febrero se celebrará la jornada A Escamondar, una suerte de concejada que une el trabajo y la fraternidad
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José Luis Rubio

Tic, tac, tic, tac ... en Fuentes Calientes ya cuentan los días que faltan para celebrar la fiesta de A Escamondar. Se trata de una iniciativa impulsada por los jóvenes del pueblo que han apostado por seguir viviendo en el pueblo manteniendo las tradiciones como manifestación de cultura popular. No están constituidos en asociación ni en ningún otro tipo de modelo más allá del que generan los lazos de amistad, y lo que empezó casi de forma ocasional, con la poda de dos o tres árboles por un padre y sus hijos, ha terminado convirtiéndose en una verdadera fiesta que el año pasado ya reunió a más de sesenta personas para desmochar cerca de una decena de ejemplares y sacar más de 5.000 kilos de madera.

El próximo 10 de febrero, sábado, se celebrará una nueva jornada de escamonda en el paraje de la Fuente, en Fuentes Calientes, para sanear una decena más de ejemplares.

Se trata de una jornada de trabajo comunal, al más puro estilo de una concejada, en la que todos arriman el hombro. Después de la experiencia del año pasado, los organizadores de esta experiencia han apostado por “darle más publicidad” para que la práctica de la escamonda sea más conocida.

Se escamondarán una decena de sauces del entorno de la Fuente

“Llevamos ocho o diez años que por nuestra cuenta, sin darle bombo ni nada, estamos arreglando los árboles”, aseguró ayer Olmo Escriche, uno de los impulsores de esta actividad. Aunque en un principio se centraron en los chopos, en las últimas ediciones se han centrado en los ejemplares de sauce blanco que se levantan majestuosos en las inmediaciones de la fuente, “que también son trasmochos, igual que los chopos”, explicó Escriche. Sin embargo, al ser la de los sauces una madera menos robusta, se hace más urgente actuar sobre ellos para prevenir que se quiebren sus vigas.

Olmo ha sido elegido dentro del grupo como el portavoz. Darío es el responsable de la imagen del evento y Javier, el cocinero que preparará el almuerzo y la comida el próximo 10 de febrero para convidar a todos los que se acerquen a Fuentes Calientes a colaborar en el trasmoche. Pero, al final, todo el mundo, vecino o no, echa una mano en lo que puede.

Un viejo conocido

Los jóvenes de Fuentes Calientes han tomado conciencia de que los árboles trasmochos no han estado siempre ahí y de que tampoco está garantizada su presencia en el futuro. Al menos, si no se les presta un poco de atención. Olmo Escriche recordaba ayer cómo “le picó el gusanillo” después de haber participado en un censo elaborado por el Parque Cultural del Chopo Cabecero. “Siempre lo teníamos ahí, en la puerta de casa, pero no nos habíamos parado a ver lo que pasaba y entonces empezamos a entender que son árboles que necesitan poda”, razonó Escriche.

La mayoría de estos árboles llevaban más de medio siglo sin podarse, cuando lo ideal es que se retiren las vigas cada 15 años. Si no se sanean estas copas de los árboles las ramas se engrosan demasiado y el riesgo de que se rompan por la fuerza del viento o el peso de la nieve se multiplica. “Si hace mucho aire o nieva o tienen que soportar más peso, pues se acaban desgajando y al final se acaban por morir. Es lo que está pasando en casi todas las rieras de por aquí”, lamentó Olmo.

Varios participantes apilan troncos para ser cargados en un remolque

Los árboles trasmochos han sido, tradicionalmente, los testigos de las historias de amor en Fuentes Calientes. “cuando un matrimonio se casaba tenía derecho a plantar un clon que con una rama de chopo o de salsa se ponen en un terreno que sea fresco y entonces de ahí brota. Y entonces cuando un matrimonio se casaba tenía el derecho a plantar un chopo o un sauce en un terreno comunal para que sus hijos se pudieran hacer la casa con las vigas de esos árboles”, relató este joven de 31 años.

Ahora, la práctica de la escamonda tiene un carácter etnográfico y ecologista. tras el abandono de la utilización de vigas de madera en la construcción, esta práctica ha quedado relegada a un segundo plano. Ahora, la conservación de estos espacios como reservorios de biodiversidad se antoja más que un capricho, una necesidad. “Estos árboles, que al ser viejos y tener tantos agujeros y madera muerta, albergan mucha biodiversidad de insectos, de aves y mamíferos. Son como pequeños oasis en medio del desierto”, resumió.

Trabajar, comer, bailar

La dinámica de la jornada A Escamondar es sencilla. Muchos de los organizadores que sí residen en Fuentes Calientes se dedican a la ganadería y madrugarán para atender a sus animales y poder llegar a las 9:30 horas a la plaza, donde se irán reuniendo con quien quiera sumarse (y haya cumplimentado el formulario de inscripción habilitado a través de su perfil de Instagram) para, a eso de las diez, subir caminando por la orillera del pueblo hasta el manantial que abastece al municipio, que es donde se desarrollará la actividad.

El año pasado participaron cerca de 60 personas en la fiesta A Escamondar

La experiencia de los primeros años ha permitido a los organizadores establecer cómo se ha de trabajar de la forma más eficiente y segura posible. Jesús Herrero, de Galve, se encargará de cortar las vigas de los árboles, mientras que otra los arrastrará con un tractor a una de las tres zonas de trabajo que se demarcarán y donde otros voluntarios las trocearán y otros las cargarán en un remolque de tractor.

“La madera que sacamos la troceamos toda para leña. El año pasado sí que pudimos vender algo pero a los que vienen a la fiesta les decimos que el que quiera venirse con el remolque se lo puede llevar lleno de leña. LA madera la vamos gastando nosotros algo en casa”, reconoció Olmo Escriche. El año pasado se sacaron cerca de cinco toneladas de madera en verde.

Además, se preparará una zona de juegos con materiales biodegradables en la que se propondrán desde partidas de tres en raya a la composición sobre rodajas de sauce de las siluetas de animales que habitan en los entornos trasmochos, realizándolos con elementos naturales como palos, piedras u hojas.

Hoguera de carrascas alrededor de una zoca de chopo cabecero muerto

Mientras, Javier se afanará desde primera hora preparando las brasas donde se preparará un almuerzo frugal, con caldo, un huevo duro y una naranja, que dará fuerzas para seguir trabajando sin dar tregua a la pereza propia de las digestiones pesadas, que para eso ya habrá tiempo. Después, se pondrá manos a la obra para cocinar los distintos preparados del cerdo que se habrá matado para la ocasión unos días antes. Además de la carne fresca del puerco se prepararán adobados y embutidos. Por supuesto, se han contemplado opciones para personas que no consuman carne o sus derivados y se servirán, además, lentejas y patatas asadas.

Tras la comida y el café será el momento de la música y la sobremesa. “Comemos todos juntos, que si el uno saca la guitarra, el otro el tambor, hacemos café y luego cuando ya se empieza a ir el sol, volvemos a hacer el camino de vuelta pero a la inversa (...) llegamos al molino y en el molino tomamos ahí unas mistelas y tal. Y luego ahí encendemos unas antorchas y desde el molino vamos hasta el pueblo andando así como con antorchas ya cuando es de noche”, explicó el portavoz del grupo.

Una vez en Fuentes Calientes se prepara la hoguera con leña de carrasca alrededor de una zoca de un chopo cabecero”de los que hay muertos por ahí para como que salga encima de la hoguera”. Y con las primeras llamas empieza la fiesta.

Por la tarde se llegará hasta el molino con antorchas

Con la caída de la noche y de los termómetros el grupo que haya estado trabajando por la mañana y compartiendo comida a mediodía se trasladará a la nave municipal, donde el año pasado se montó un escenario con los árboles como protagonistas en el que subieron tres Djs para animar la velada.

Vivir rural

La fiesta de A Escamondar es una iniciativa de una decena de jóvenes de Fuentes Calientes, de entre 25 y 35 años, que han apostado por vivir en el pueblo. “Queremos mantener un poco las tradiciones, queremos también salirnos un poco de lo normal, de la macroproducción de la agricultura o de la ganadería. Apostamos más por la forma tradicional que es a lo mejor la ganadería extensiva o agricultura tradicional de año y hacemos agricultura también ecológica de secano”, proclamó Escriche.

Entre ellos también hay quien ha regresado al pueblo. Es el caso de Darío, que se ha montado un despacho de coworking.

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