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Joaquin Carbonell celebra el 50 aniversario de su carrera con un concierto en Zaragoza este lunes: “Yo no había escuchado música social
en la vida hasta que llegué a Teruel” Joaquin Carbonell celebra el 50 aniversario de su carrera con un concierto en Zaragoza este lunes: “Yo no había escuchado música social
en la vida hasta que llegué a Teruel”
Carbonell (izda.) junto a Cesáreo Hernández, en aquel concierto de abril de 1969 en el Marín que dio inicio a su carrera

Joaquin Carbonell celebra el 50 aniversario de su carrera con un concierto en Zaragoza este lunes: “Yo no había escuchado música social en la vida hasta que llegué a Teruel”

El de Alloza asegura que hoy en día están censurando a cantantes por decir menos de lo que el decía en‘La peseta’
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El Teatro Principal de Zaragoza será escenario el lunes de un concierto histórico, en el que Joaquín Carbonell (Alloza, 1947) cebrará el 50 aniversario del comienzo de su carrera como cantautor. Estará acompañado por los músico José Luis Arrazola (guitarra), Kalina Fernández (violín), Coco Balasch (bajo), Quique Casanova (batería), Richi Martínez (teclados) y Roberto Artigas (ukelele y coros), en un concierto que se grabará para publicar un doble disco libro a principios de 2020.

-¿Cómo va a ser ese concierto del lunes en Zaragoza? ¿Va a repasar el medio siglo sobre los escenarios de forma cronológica?

-Yo no soy un compositor de grandes números, pero en tanto tiempo he compuesto algo más de 150 canciones. Así que cantaremos unas veinticinco, que son muchas, pero siguen faltando otras. Se trata de repasar todos los discos, aunque hay algunos que me gustan más que otros, como el primero, Con la ayuda de todos, que marcó mi vida y para mí ha sido el mejor. Los temas no tendrán exactamente orden cronológico, pero creo que el concierto será ameno. Cuando uno canta lo primero que aprende es a hacer un repertorio... creo que ahora le dicen set list, ¿no?

-Sí, eso creo. 

-En mis tiempos se decía repertorio. Pues eso, que el concierto durará unas dos horas pero hemos hecho un repertorio que confío que haga que la gente se divierta. 

-¿Por qué elige 2019 como el año del 50 aniversario? Porque en 1961, con 14 años, ya era batería y cantante de la Orquesta Bahía de Alloza...

-Porque en primavera de 1969 me subí al escenario del Teatro Marín de Teruel en mi primer concierto en serio, porque ese día la gente pagó una entrada. Fue un concierto benéfico, pero la gente tuvo que pagar. Entre otras gentes que tocaron estábamos Labordeta y yo. 

-¿Qué recuerda de aquel concierto?

-De ese concierto en particular no recuerdo nada... tengo el cerebro un poco encharcado a pesar de que no he llevado una vida demasiado mala. Sí que recuerdo que en esa época yo cantaba con Cesáreo Hernández, un amigo de Torrebaja que se alojaba conmigo en San Pablo. Éramos un dúo llamado Joaquín y Cesáreo... fíjate tú que nombre teníamos tan original. Ya entre los dos empezamos a componer alguna canción propia, aunque sobre todo poníamos música a algún poema de García Lorca, de Nicolás Guillén... 

-A finales de los 60 podría haber elegido estilos muy de moda como el pop, el rock, la música ligera... Sin embargo optó por la música de autor y las canciones comprometidas. ¿Por qué?

-Yo no había escuchado canción social en mi vida hasta que llegué a Teruel y escuché a Labordeta cantar en su casa. Un grupo de cinco o seis alumnos del Instituto de Teruel, entre los que estaban Federico Jiménez Losantos, Cesáreo y yo, ibamos a tomar café a casa de Labordeta y Sinisterra, que eran nuestros profesores, y allí nos ponían discos que eran desconocidos para nosotros. Yo hasta entonces solo había escuchado pop, y de hecho escribía una página semanal en DIARIO DE TERUEL que se llamaba Siete por redondo y tenía un espacio en la Radio Sindical sobre música, tanto de Teruel como del mundo. Allí empecé a hablar de los Beatles, Bob Dylan, Mahalia Jackson, de Labordeta o de los grupos turolenses de entonces. También conocía a Serrat, pero estos profesores empezaron a ponerme a Raimón, Atahualpa Yupanqui, Paco Ibáñez... yo descubrí un universo y en mi cabeza se formó un lío, porque yo quería cantar pop y rock, pero la canción con mensaje –protesta no se podía llamar porque no podíamos protestar– era muy necesaria. Y dentro de ese mareo optamos por irnos hacia la canción social. 

-¿Había rivalidad entre los músicos que usaban la música para intentar cambiar la sociedad, o al menos fastidiar al franquismo, y los otros, los más frívolos?

-No, pero porque no nos relacionábamos. Los cantautores nos juntábamos entre nosotros y los pop entre ellos, y no nos metíamos los unos con los otros. Pero a mí me seguía gustando la música más ligera, ¿eh? Me gustaba mucho Peret, Bruno Lomas y todos estos músicos, pero no los tocaba públicamente. 

-¿Y con la jota qué relación tenían los cantautores? Porque durante muchos años el folclore fue una herramienta del franquismo de primer orden... 

-Pero ocurría lo mismo que con el pop. Nosotros íbamos por una carretera paralela a la que iban otros músicos. Eso que has dicho es verdad, pero cuando llegó la Bullonera cambió la cosa. La Bullonera inventó una nueva jota con unas letras potentes, y mucha gente que le gustaba la jota tradicional se acercó porque de repente vio que podía ser otra cosa. A mí también me ha gustado mucho la jota porque soy de pueblo, y en Alloza se escuchaban jotas. Con 7 años descubrí al Pastor de Andorra y me fascinó. Me enamoró como cantante y como persona y, de hecho, no he escuchado a muchos más joteros aparte del Pastor de Andorra. 

-¿Coincidieron cantando?

-Sí, desde luego. En el gran encuentro de Caspe de 1976 se reunieron como 20.000 personas en el patio de las Escuelas. Labordeta no vino porque estaba enfermo, pero vino la Bullonera, estuve yo y estuvo el Pastor con el grupo de Andorra. Y tan felices. Nosotros no nos llevábamos mal con nadie. Había gente que podría tener prevención de tocar con nosotros, porque estábamos politizados, pero nosotros no teníamos ningún problema. 

-¿Cuáles de las reivindicaciones que lleva toda la vida cantando se han cumplido, y cuáles no?

-Hay más de las que no que de las que sí. Coge mi primer disco, Con la ayuda de todos, que es de 1976, y verás que algunas canciones son totalmente vigentes. La peseta si la sacara hoy en día igual la prohibían. Uno de sus versos dice “al calor de su color, nacen ministros y reyes, y hasta borricos y bueyes, reinarían con honor”. Hoy en día están vetando a cantantes por menos. 

-Algún problema le habrá dado en su día...

-A nosotros no nos censuraban, nos prohibían canciones directamente. En Teruel me prohibían muchas canciones cuando iba a cantar por los pueblos, y una de ellas era La peseta. Una vez en Monreal tocamos ante mil personas, y tuvimos que tocar cinco canciones durante una hora y media, porque había enviado a censura 24 canciones y solo me dejaron cantar cinco. La gente lo aguantaba porque estaba sobreaviso y sabía de qué iba la cosa, porque tú tampoco podías decir que te las habían prohibido. Y ese día en Monreal el público cantó canciones mías que yo no podía cantar. Era una cosa muy surrealista, y si lo piensas muy divertido. Yo era joven y a mí me ponían muchisimo esas cosas. 

-Me decía que la cosa sigue estando como para protestar...

-Eso es. La canción de Pascual, que es la historia de un perdedor escrita por Labordeta, no la he dejado de cantar nunca y sigue estando vigente. Los pascuales en esta época son la pobre gente que vienen en pateras, siempre expulsados de todos lados. En cualquier caso, tampoco se puede negar que ahora vivimos mucho mejor que hace 50 años, esto está claro. El salto ha sido enorme, entonces no podíamos protestar ni votar, ni reunirte en la calle. Por eso eran tan especiales esos conciertos, porque allí podías reunirte dos mil personas y la Guardia Civil no podía intervenir. 

-¿La música ha dejado de cumplir esa función social inconformista?

-Sí. Pero antes cantábamos menos canciones protesta de lo que la gente joven imagina. No había tantas canciones protesta, la mayoría eran con un poquito de ironía para mofarte del régimen y ya, pero sin llegar a mayores porque si no te la prohibían. Nosotros éramos conscientes de que éramos una herramienta política y que éramos usados para que determinadas cosas pudieran decirse y conocerse. Hoy en día hay libertad y muchos medios de tener cualquier tipo de conocimiento, así que quizá no tenga tanto sentido la canción protesta. Las condiciones han cambiado y la música se ha convertido en un espectáculo. Es una fórmula de ocio. 

-¿Le desagrada ese cambio?

-Yo siempre me he sentido cantante por encima de todo, y la música me apasiona. Para mí es un nuevo reto. Con la democracia y los años 80 yo asumí que había que comunicar de otra forma, había que apelar más a los sentimientos que a la rabia. Y divertir a través de la música no tiene nada de malo. Olé tú si eres capaz de hacerlo. Hay tristeza y amargura, pero también hay alegría, amor, verbena y baile. Y todo eso lo tiene que reflejar el músico.

-¿Cómo hubiera sido su vida de no haber coincidido en Teruel con Labordeta, con Sanchis Sinisterra, Eloy Fernández, etcétera?

-O si no hubiera ido a Teruel. Es una gran pregunta, desde luego... Esas dos circunstancias juntas, Teruel y Labordeta, determinaron mi vida. No solo en la música sino en todo, porque eran profesores excelentes con muchas ganas de enseñar y nosotros alumnos de pueblo con muchas ganas de aprender. Fue una etapa mágica de coincidencias milagrosas en la que yo tuve la suerte, junto a otros compañeros, de formar parte de eso. 

-Usted ha dicho muchas veces que es un aragonés y un turolense orgulloso de serlo. ¿Se considera nacionalista?

-¡No! Yo no soy nacionalista sino internacionalista, porque creo que todos los seres humanos del planeta son mis hermanos. No me gustan las fronteras ni pienso que mis vecinos sean menos que yo... He viajado por todo el mundo y el nacionalismo, como dijo Unamuno, se quita viajando. Tu patria es accidental, lo que no es incompatible con sentirte orgulloso de tus raíces. He tenido que emigrar y cuando he podido he vuelto a mi tierra. Yo soy un apasionado de Teruel pero para nada nacionalista. Y si hubiera nacido León sería un apasionado de León. Los africanos que vienen a España huyendo de la miseria si pudieran no vendrían, porque ellos aman su tierra tanto como nosotros la nuestra. 

-Hablando de nacionalismo y teniendo en cuenta que su familia materna es catalana... ¿Cómo ve la situación por allí? ¿Opina que el pueblo catalán está legitimado para pedir la independiencia?

-Legitimado está, pero no puede salirse del marco legal para hacerlo. El 80% de los catalanes aceptó la Constitución actual, y hay que actuar en consecuencia. Yo no puedo dejar de pagar a Hacienda aunque considere que pago más de lo oportuno. 

-¿Y del traslado de Franco al Pardo?

-Llega tarde pero al menos ha llegado. Aunque tampoco es que fuera una cosa que nos urgiera demasiado, la verdad. Urgente en esta vida es respirar y comer, y lo de Franco igual es lo número 23, pero está bien que haya llegado. Yo creo que el Estado lo hizo muy bien, con el respeto que se merecen todos los cadáveres, y ahora habría que exigir el mismo respeto a los otros, a quienes seguimos teniendo cadáveres en las cunetas, y queremos enterrarlos con la dignidad con la que fue enterrado Franco.

-Otra de actualidad... ¿cómo ve el histórico paso de Teruel Existe de concurrir a las elecciones?

-Me parece perfecto. La gente debería dedicarse más a la política, es lo sano. Lo que no podemos hacer es estar en casa y esperar a que nos resuelvan los problemas los demás. Hay que involucrarse en la medida que podamos. El Estado no va a llamar a nuestra puerta con un saco lleno de billetes para nosotros. Tenemos que tomar iniciativas, salir a la palestra y ofrecer soluciones a las cosas. 

-¿La España Vaciada tiene remedio?

-Internet y las infraestructuras viarias son imprescindibles. Y si estas llegan a ser buenas, cuidado. Yo siempre digo que antes o después se pondrá de moda vivir en los pueblos porque vivir en las ciudades es un agobio. A Madrid yo no iría ni cobrando. No puedes tardar hora y media en ir al trabajo y lo mismo para volver. Eso no puede ser y la gente se tiene que dar cuenta. 

-Cómo le cayó la Medalla al Mérito Cultural del Gobierno de Aragón?

-La verdad es que fue un gran regalo. Me llamó el presidente del Gobierno, Javier Lambán, y me preguntó si la aceptaría. ¿Te imaginas que no la acepto? La verdad es que viví unos días en una nube porque que un chico de Alloza sin estudios universitarios haya conseguido eso, que es mucho más de lo que se planteaba conseguir cuando era joven, está muy bien. 

-Pero a las personas comprometidas les gusta nadar contracorriente. ¿Cuando le premia un Gobierno no es un poco como un caramelo envenenado?

-Hay gente que rechaza este tipo de premios, pero yo no podía hacerlo, porque no soy solo Joaquín Carbonell. Yo represento a la gente modesta que algún día logran acariciar la miel del éxito. Siempre me he sentido así. Que Serrat gane un premio no tiene mérito porque se los merece todos. Yo represento a los cantantes que siguen aprendiendo cada día y que cantan con la misma ilusión ante mil personas que ante cien, aunque hay más veces de las de cien que de las de mil. Así que no podía rechazar el premio. 

-¿Y a partir de ahora qué? Son 50 años de cantautor pero de momento no echa la persiana, ¿no?

-No, no. La idea es seguir para adelante, como siempre. Lo que pasa es que hago los planes a corto plazo. Estoy con este concierto de Zaragoza, con la grabación del doble disco, y espero que esta primavera me llamen de muchos pueblos de Aragón para presentarlo. Y ya está. Y el año que viene ya veremos. Ahora he terminado la primera parte de mis memorias, desde la infancia hasta la grabación de los primeros discos, y si algún día tengo ganas escribiré la segunda.