Juan Villalba, escritor y miembro de la Academia de las Artes y del Folclore de Aragón: “A la jota le sentó muy mal Franco, que la convirtió en un baile nacional para exhibirse”
‘J de Cine’ explora la relación entre la jota y el cine, que llegó a su apogeo con la II RepúblicaJuan Villalba dona a la biblioteca de Sarrión, su pueblo, todos los libros que ha publicado
Amigos de la Jota celebra el Pilar en Teruel con rondas y un festival en plaza del Torico
Juan Villalba Sebastián acaba de publicar J de Cine, un exhaustivo libro con más de 200 películas en las que analiza la relación que ha existido entre la jota aragonesa y el cine, desde las películas mudas hasta la actualidad, pasando por la edad del oro del musical español durante la II República. Tras dos años de trabajo la obra pretende ser un libro de referencia que contribuya al proceso de reconociento de la jota como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La obra, editada por la Academia de las Artes del Folclore y la Jota de Aragón con el apoyo del Instituto de Estudios Turolenses, el Ayuntamiento de Teruel, el Gobierno de Aragón y Caja Rural Teruel, se presentó en el consistorio turolense el pasado miércoles, y este miércoles lo hará en el Teatro Principal de Zaragoza (19.30 horas). En ese acto Juan Villalba estará acompañado por Carmelo Artiaga, presidente de la Academia, y el periodista Mariano García.
-¿Qué vamos a encontrar en ‘J de Cine’?
-Es un recorrido por todas las películas del cine español y mundial, pues algunas son argentinas, mexicanas o estadounidenses, donde la jota tiene presencia. En algunos casos es un eje vertebrador de la película, casi protagonista en musicales. En otros, especialmente en producciones actuales, es una presencia más circunstancial, casi anecdótica.
-No es tanto un ensayo como un catálogo comentado, ¿no es así?
-Exacto. Es un manual para que expertos en folclore puedan analizar películas estudiando cuestiones concretas del baile, del canto o de los cantantes. No hago un análisis folclórico porque no soy experto en eso, pero comento muchas películas que son auténticas obras de arte, injustamente olvidadas y acusadas de ser baturradas.
-¿Se puede ser absolutamente exhaustivo en est sentido? ¿Qué criterios utiliza para seleccionar las películas?
-Exhaustivo del todo es imposible porque tendrías que ver todas las películas del mundo. Pero sí es bastante completo. Me he asesorado de expertos que me descubrían películas que luego he visto, y he buscado muchas en las filmotecas catalana, valenciana y española. El criterio es que la jota tuviera una presencia importante como elemento vertebrador de la película, que la hiciera avanzar, que expresara sentimientos o pensamientos de los protagonistas. Y también casos donde, aunque fuera una mera anécdota, tuviera valor por quién la cantaba -Marisol, Rocío Dúrcal, Kraus, Carreras, los Payasos de la Tele...- o por la importancia de la película -el último spaghetti western de Sergio Leone-.
-¿Cuántas referencias cinematográficas recoge el libro?
-Calculo que unas 200, teniendo en cuenta que eliminé un capítulo de cine documental que había más de 50 entradas sobre el nodo y la Sección Femenina o Educación y Descanso que creó Franco. Engordaba demasiado el libro y no aportaba gran cosa.
-Este libro no solo se lee, sino que también se escucha...
-He subido 83 fragmentos de las películas que comento a una página web accesible mediante un código QR impreso en el libro. No están todas las películas nombradas porque a partir de los años 70 tendría problemas de derechos de autor, pero esos fragmentos incluyen las películas más inaccesibles, como el cine silente, la República, Fleta cantando en películas mudas... o el primer testimonio del cine sonoro en español, de 1923, en el que Concha Piquer canta unas jotas con mucho salero y cuenta un chascarrillo baturro.
-Aunque sea un libro de referencia, cada entrada está llena de anécdotas...
-Las incluyo como un texto que acompaña a cada referencia. Por ejemplo hablo sobre la estancia de Concha Piquer en EE UU. La llevó Manuel Penella porque creyó en su voz y también le gustó como mujer. De hecho tuvieron un hijo que murió en Estados Unidos con tres meses. También cuento que sufrió un intento de violación y ella misma mató a su violador. La verdad es que alguno de estos personajes tiene vidas absolutamente apasionantes.
-¿Por qué jota y baturrada/españolada han estado tanto tiempo íntimamente unidos?
- A la jota le sentó muy mal la dictadura. Franco hizo de ella el baile nacional para exhibir el folclore español en el exterior. Se desvirtuaron sus condiciones naturales propias del pueblo y se convirtió en un baile de espectáculo, casi deportivo. Después de 40 años utilizándose, cuando llegó la democracia gran parte de la izquierda despreció la jota por lo que políticamente había representado.
-Es decir, que a la jota le pasó lo que a los toros o al Real Madrid, que el franquismo abusó tanto de ellos que acabó apropiándoselos. Casi como si Franco los hubiera inventado y nos los hubiera traído montado en un caballo blanco...
-Ni más ni menos. Y sin embargo las grandes, grandes películas de la jota se hicieron durante la II República. Son los grandes musicales de la Edad de Oro, grandes obras del cine español que invito a revisitar. Tenemos películas muy brillantes como Orosía (1934), de Florián Rey, un thriller negro rural espléndido. Después el régimen le arrebató la jota al pueblo y la desvirtuó bastante como muestra de folclore. El flamenco también se catalogó de españolada pero después en Andalucía supieron apreciar su folclore en su justa medida, hicieron escuela y ha terminado siendo música de culto. Mientras la jota sigue sonando en las fiestas de los pueblos después de comer.
-¿Cuáles son los principales hitos en esa relación entre la jota y el cine?
-La base de todo es el cine silente (cien mudo) que empieza adaptar las zarzuelas al cine. Por ser bastante teatral cogía argumentos de zarzuelas que todo el mundo conocía. La mayoría de la gente era analfabeta, pero escuchaban las músicas de las zarzuelas, sobre todo las jotas que se incluían, y se las sabían de memoria. Cuando iban al cine, aunque no supieran leer lo que cantaba aquel señor, lo tenían grabado en su inconsciente porque cantaban esas canciones en el campo o en sus trabajos.
-Pero en las películas mudas los actores ‘cantaban’ la jota que se oía, o la música solo era un telón de fondo?
-Las jotas estaban integradas en la película. En muchos casos se contrataba una rondalla que tocaba en directo, y si era un estreno importante, se llevaban joteros de renombre que cantaban las jotas ahí en directo. A veces cantaban desde detrás de la pantalla, otras veces se ponían grabaciones que se intentaban sincronizar con la película. En 1925 se grabó la zarzuela Gigantes y cabezudos. Florián Rey aprovechó que Miguel Fleta estuvo en Zaragoza ese año porque había inaugurado el Teatro de Huesca para grabarle unas tomas y las metió en la película. En realidad era un anacronismo porque la acción de la película transcurre en 1898, en la guerra de Cuba.
-¿Y después del cine silente?
-Entonces viene el cine de la II República, que es el gran momento donde la jota ocupa un lugar fundamental. Las de esa época son las mejores, como Nobleza Baturra del año 35 u Orosia, ambas de Florián Rey. Son musicales excelentes que no desmerecen de los que se hicieron en Hollywood, teniendo en cuenta que se hacían con mucho menos presupuesto. El material era tan caro y escaso que las películas se rodaban prácticamente a toma por escena. Ya después, con el franquismo, la jota queda relegado a algo más residual y anecdótico. Empieza a triunfar el cine de niños prodigio y muchos de ellos cantan jotas, pero ya no es un elemento vertebrador fundamental, son meras apariciones.
Pero si Florián Rey es el gran director aragonés de primera mitad del siglo XX, en esa relación entre el cine y la jota -por cierto, como tantos grandes aragoneses Rey acabó arruinado, olvidado y en una fosa común de Alicante-, Carlos Saura es quien revitalizó y reivindicó la jota en el celuloide, como algo popular que debía ser devuelto a sus raíces, del último tercio de siglo.
-En la obra identifica gran número de joteros que cantaron en las películas, y no es fácil porque rara vez aparecían en los créditos...
-Así es. He hecho una labor de reconocimiento de voces o de personajes, ayudado por expertos, porque muchas veces tampoco aparecen en pantalla, sino que doblan al actor. De hecho hay muchas películas en las que es imposible saber quién canta, y ahí queda un futuro trabajo de investigación para quien quiera asumirlo. Pero también he hecho descubrimiento, como Orosia (Florián Rey), donde canta el tenor de mi pueblo (Sarrión), Juan García. Y eso lo descubrí porque conozco muy bien su voz, y en esos años García ya estaba en Argentina, pero había dejado muchas grabaciones. De hecho se nota mucho que aplican un disco a la película y que el actor que sale en cámara no canta.
-Sobre Juan García ya escribió un libro anterior... ¿qué otras anécdotas recoge sobre este tenor de Sarrión?
-La última película de Carlos Gardel fue Tango Bar (1935), producción norteamericana y argentina rodada en Hollywood. Gardel canta una jota en esa película y Juan García fue quien le enseñó a hacerlo. De hecho, la música de esa jota es de una del propio Juan García. Y Carlos Gardel, a cambio, le enseñó al de Sarrión a cantar tangos, y grabó algunos muy bien, como Cicatrices.
-¿Qué otras referencias turolenses imprescindibles aparecen en su libro?
-Hay muchas. Y algunas muy curiosas. Por ejemplo, en el cine mudo, la gran obra central es la zarzuela La Dolores. Hay tres versiones que he encontrado. En una del año 1923, del catalán Maximiliano Tous, cuando La Dolores se enamora del barbero Melchor, su padre decide poner distancia y la manda a Teruel. Entonces, el barbero se entera y viene a buscarla. Hay imágenes de la avenida de Zaragoza, de la ermita del Carmen, del Óvalo, imágenes muy interesantes de la plaza del Torico como mercado, con gente comprando en puestos. Y donde él la seduce de nuevo es donde en la época estaba el Mausoleo de los Amantes. El rollo donde se grabaron esas imágenes se perdió, aunque en el libro publico una imagen donde Melchor seduce a la Dolores con los ataúdes de los amantes tal y como estaban expuestos en esa época.
Otra gran película de la República es La Dolorosa (1934), del francés Jean Gremillon, y muchas de sus escenas están grabadas en Albarracín, que será marco fundamental para otras película como Alma Aragonesa, del año 61, o Un cura cañón, protagonizada por Alfredo Landa. La película arranca en Albarracín y termina en Albarracín, e interviene una ronda muy popular de los años setenta y ochenta de Cella que se llamaban Los Celfas, de la que formó parte Pedro Royo, que vino el otro día a la presentación del libro. Y en esa película canta también La Pomara, que es Josefa Pomar, una gran voz que hubiera sido una gran soprano, pero no la dejaron triunfar, tuvo que casarse y dejar de cantar.
-Y en ‘La Dolorosa’ también canta Joaquín Peribáñez...
-Uno de los mejores cantantes de jota de los 30, y que inició esa generación de joteros del Jiloca. Y entre las referencias a Teruel está por supuesto El Pastor de Andorra, que por ejemplo en Réquiem por un campesino español canta una saeta jotada y una jota. Hay un documental que no he podido subir, porque las imágenes son muy malas, donde Joaquín Peribáñez y el Pastor de Andorra se retan y cantan una jota que se llama Los Mayos, de Albarracín, muy interesante.
-¿Qué referencias turolenses actuales destacan?
-La más actual que incorporo es Tierra Baja de Miguel Santesmases (2024), donde interviene una rondalla. Y La Virgen Roja (2024) de Paula Ortíz, que desciende de Villahermosa del Campo, y que no aparecen jotas como tal pero sí referencias. De hecho una de sus películas anteriores, De tu ventana a la mía (2011), toma el título de una jota.
Y hay otra curiosísima: Escape (2024) es una película extrañísima y con un punto surrealista dirigida por Rodrigo Cortés, cuyo padre era de Alcañiz. Pues el tema central de la película es una jota, una jota muy especial, que es como él ve el futuro de la jota.
Y por supuesto dedico un capítulo a Antón García Abril. Él será el gran compositor de bandas sonoras de Pedro Masó, con las películas de Paco Martínez Soria. En la mayoría se cantan jotas, y en las que no los ritmos de jota se aprecian clarísimamente en las bandas sonoras de Antón García Abril. Hay una película que es un biopic de Gayarre con música de García Abril, en la que Carreras canta una jota navarra. Antón García Abril siempre ha hizo gala de ser turolense y aragonés y el folclore siempre estuvo presente en sus composiciones.
-No incluye la referencia de ‘Mayumea’ de José Miguel Iranzo, que se rodó hace justo 40 años...
-Podría haberla metido pero no lo hice porque no aparece la jota como tal, sino más bien los Mayos tradicionales de Albarracín.
-¿Diría que la jota ha influido más en el cine en España de lo que el cine ha influido en la jota? ¿O su relación ha sido aséptica, sin influirse mutuamente?
-En un momento de la historia, en la II República, la jota sí intentó ser partícipe del cine e influir en que se hicieran grandes musicales partiendo de nuestro folclore, del auténtico del pueblo. Pero a partir de ahí ambas cosas se disociaron. La jota evolucionó y se quedó en un espectáculo casi deportivo y festivo, cuando había sido un baile de relación hombre-mujer, para interactuar casi sexualmente, diría yo, algo parecido al flamenco, en el que una mujer se exhibe delante de un hombre. Pero todo eso se ha ido perdiendo y eso ha jugado también en contra de la jota. ¿Quién se pone a bailar ahora en una fiesta popular esa jota deportiva, que hay que pegar tremendos saltos, muy exigente?
-Usted forma parte de la delegación turolense de la Academia Aragonesa de la Jota, que ha participado en la edición del libro. ¿Cómo marcha ese camino hacia el reconocimiento como Bien de Interés Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO?
-Va bien pero es un camino largo, que empezó en 2017. Este año no va a ser porque España no ha metido ningún candidato para la declaración que será ahora, en diciembre. Volveremos a estar ahí el año que viene y tengo la esperanza de que se consiga en 2026, y si no, no reblaremos y será al siguiente. Si hemos aguantado ocho años podemos aguantar otros ocho.
-La candidatura ha sentado muy bien a la jota, por la cantidad de investigaciones, libros y material que se ha publicado en estos años...
-Desde luego. Yo creo que la jota se ha quitado esa capa casposa que tenía gracias a las publicaciones interesantísimas que se han hecho. Marta Vela ha demostrado que todos los grandes compositores de ópera y música clásica han utilizado ritmos de jota en sus músicas. La jota ha influido muchísimo en la música y Marta Vela lo ha estudiado y lo ha demostrado en dos obras muy interesantes. Para la Academia de la Jota es importante lograr ese reconocimiento de la UNESCO, pero en realidad el objetivo último es que la jota vuelva a formar parte de lo popular. Estamos trabajando con Educación para que la jota vaya a los colegios, como ha ocurrido con el flamenco, o para que las titulaciones de la gente que da clases de jota sean reconocidas oficialmente.
Apasionado por la historia del cine y de la música
Juan Villalba Sebastián (Sarrión, Teruel, 1961) es escritor y profesor de enseñanzas medias y asociado de la Universidad de Zaragoza. Es autor de varios ensayos sobre cantantes de ópera: Juan García. El tenor de los Reyes (2010); Voces turolenses en la lírica I: Amable Leal Alegría y Pascual Albero (2016); y Voces turolenses en la lírica II: el bajo Victoriano Redondo del Castillo, un Chaliapin aragonés (2017). Ha publicado, además, la monografía Clemente Pamplona. Del primer plano al fundido en negro (2004); el libro de viajes, Teruel, otra dimensión (2020); y tres libros de relatos: Cuarto menguante (2009); Fotogramas. 14 cuentos de cine (2015); y Relatos libertarios (2019). Colabora como crítico literario en distintas publicaciones, desde la revista cultural Turia, de cuyo consejo de redacción forma parte; hasta DIARIO DE TERUEL o la revista Cabiria. Cuadernos de cine. Es académico correspondiente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis y forma parte de la Academia de las Artes y el Folclore de Aragón.
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