

La Banda Santa Cecilia estuvo al nivel del Réquiem de Mozart, la Vera Cruz o la Saeta
El concierto de Semana Santa en la Catedral ofreció un repertorio cargado de emotividadLa Banda y Coro de la Escuela de Música Santa Cecilia ofreció un concierto de música sacra lleno de emoción y sentimiento de Semana Santa. La Catedral de Teruel, escenario de postín para la ocasión, estaba a tope, ya que más de 500 personas abarrotaban los bancos y capillas para poder escuchar atentamente un repertorio muy pegado a los días en que estamos. El programa confeccionado era digno de uno de los grandes conciertos que se celebran en la Scala de Milán, el Albert Hall de Manchester o Madison Square Garden. Diez obras de gran nivel para las que los de Santa Cecilia pusieron mucho trabajo y acierto.”Son marchas de procesión y en la Catedral cogen otro sentido y se oyen de otra manera”, advirtió Daniel Ibáñez, director de la Banda y Coro de la Escuela de Música Santa Cecilia.
El ambiente fue espectacular desde el primer momento y entre los asistentes se palpaba la inquietud para no perderse ni un detalle de cada obra, de cada sonido. Ya bastantes minutos antes de comenzar, los asientos estaban al completo y era imposible hacerse un hueco. Fue entonces cuando el vicario presidente del Cabildo de la Catedral, Alfonso Belenguer, animó a los asistentes recién llegados a pasar a las capillas y salas contiguas a la nave central para que pudieran tomar asiento y advertir de otros servicios. El concierto estuvo dividido en dos partes, la segunda más clásica y con temas arriesgados como Benedictus o el propio Réquiem de Mozart. Antes de comenzar el concierto la Junta de Hermandades y Cofradías de la Sangre de Cristo del Amor y el Santo Sepulcro dieron lectura a unas líneas de agradecimiento por el concierto de la Banda y al presidente del Cabildo por ceder “desinteresadamente este marco incomparable”, explicó María Dolores Atienza, representante de la Junta de Hermandades y Cofradías.
Pasaban escasos cinco minutos de las doce de la mañana, cuando comenzaron a sonar los primeros acordes de clarinete y las notas del Cristo de la Vera Cruz de Zamora, en las que el compositor Juan Roig se ha inspirado para realizar una adaptación de la Vera Cruz, y que, para la Banda y Coro de la Escuela de Música Santa Cecilia, suponía su estreno en Teruel.

Tampoco faltaron las anécdotas, pues justo antes de comenzar a dirigir la Caridad del Guadalquivir de Paco Lola, el sonido de un teléfono interrumpió el inicio y el director dio la señal para no arrancar -hasta que no dejara de sonar el pitido que identificaba una llamada externa. No sería el único, ya que, al terminar esta obra y los correspondientes aplausos, otro celular volvió a sonar, aunque esta vez su propietario estuvo más raudo para aplacar el soniquete, justo antes de dar inicio La Madrugáa. Pieza imponente que hizo retumbar la catedral con el tamboril y también el bombo y los platillos. La emoción y la pasión a raudales hicieron que a más de uno se le pusieran los vellos de punta.
No decayó el nivel. La Saeta de Serrat con el poema de Antonio Machado, con el sonido de las trompetas sonó excepcionalmente bien. Tanto es así que, al finalizar la composición, el director reclamo al trompetista para que recibiera el merecido aplauso. Se oyó después el Jesu, joy of man’s desiring de Bach y a continuación Benedictus de Jacob de Haan, momento estelar en el que entró el Coro en acción para hacer resonar las voces y timbales. Lo volvieron a hacer con Mozart, y principalmente con Lacrimosa (que sería el único bis ).
El tramo final del concierto es donde se plasmó el saber hacer y el trabajo que realizan estos músicos, a pesar de no ser profesionales, pues el Réquiem de Mozart, con sus tres partes: Introducción, Lacrimosa y dies Irae, sonaron especialmente bien. “Quizás es una osadía”, indicó su director momentos antes de comenzar el concierto y añadió: “Es todo un reto para la Banda y para el Coro”. No lo pareció, pues verdaderamente realizaron una gran Interpretación. Y finalizó el repertorio con Tollite Hostias de Saint Saëns de su oratoria de Navidad, en el que, de nuevo, la orquesta dio un giro musical “de esperanza”, como así lo calificó el director de la Banda.
