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La plaza de San Juan de Teruel acoge una exposición fotográfica de San Juan de la Peña La plaza de San Juan de Teruel acoge una exposición fotográfica de San Juan de la Peña
Inauguración de la exposición de San Juan de la Peña en la plaza San Juan de Teruel

La plaza de San Juan de Teruel acoge una exposición fotográfica de San Juan de la Peña

Organizada por el Ayuntamiento de Teruel dentro del programa Las Estrellas del Auditorio la exposición del ayer y hoy del Monasterio se podrá ver del 21 de julio al 5 de agosto
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La alcaldesa de Teruel, Emma Buj, y el concejal de Cultura, Carlos Méndez, han inaugurado este martes una exposición sobre el Monasterio de San Juan de la Peña. Se puede ver en la plaza de San Juan hasta el próximo 5 de agosto. La muestra consta de diez cubos que con sus 40 caras ofrecen una visión completa del estado en que se encontraban los monumentos del Monasterio de San Juan de la Peña en el momento en que se comenzó a hacer fotografías, comparándola con su estado actual.

Las fotografías de como se encuentra en la actualidad el monasterio han sido realizadas por José Luis Solano quien fue guarda de patrimonio y es la última persona que habitó en la casa forestal de la pradera de San Indalecio y de como era en tiempos pasados. La  exposición titulada ‘Un paseo por la historia con José Luis Solano’ se ha puesto en marcha con motivo del 75 Aniversario la Real Hermandad que han querido acercar San Juan de la Peña a todos los aragoneses mediante diversos actos, ha informado el consistorio en una nota de prensa. 

La alcaldesa ha agradecido a la Hermandad del Monasterio de San Juan de la Peña  que haya querido traer a Teruel el patrimonio de todos los aragoneses y el de todos los españoles. “Porque estamos hablando de un monumento que pertenece a patrimonio nacional”, ha detallado. Se trata de una exposición – ha señalado la alcaldesa – “que va a servir para que todos aquellos que no conozcan el Monasterio, les entren esas ganas de ir y visitarlo  y profundizar en la historia de España y sobre todo de la historia de Aragón de la que tan orgullosos nos tenemos que sentir”. 

“Con esta exposición pretendemos acercar el Monasterio a todos los aragoneses para que lo conozcan mas y mejor ya que ha tenido una gran evolución. Es bueno que acerquemos nuestro territorio y los principales monumentos a la gente que no puede venir a verlos, de manera que así traemos el propio Monasterio a Teruel. Esperamos que la gente lo disfrute”, ha explicado Félix Longás, hermano mayor de la Hermandad de Caballeros de San Juan de la Peña que ha acompañado en la inauguración a los representantes municipales.

Esta Hermandad en un primer momento se encargaba de problemas materiales y desde el año 1982 cambiaron sus objetivos para poner en valor lo que significa San Juan de la Peña como centro de espiritualidad, lugar de nacimiento del Reino de Aragón y seña de identidad de los aragoneses. 

La exposición ha sido producida por el equipo del Archivo Provincial de Huesca dirigido por Juan José Generelo, quien ha sido el responsable de los textos explicativos que acompañan a las fotografías. 

El monasterio viejo

Cubierto por la enorme roca que le da nombre, el conjunto abarca una amplia cronología que comienza en el siglo X y aparece perfectamente mimetizado con su excepcional entorno natural. En su interior destacan la iglesia prerrománica, las pinturas de San Cosme y San Damián, del siglo XII, el denominado Panteón de Nobles, la iglesia superior, consagrada en 1094, y la capilla gótica de San Victorián, pero sobre todo sobresale el magnífico claustro románico, obra de dos talleres diferentes. A todo ello hay que sumar otros edificios posteriores a los siglos medievales, entre los que cabe señalar el Panteón Real, de estilo neoclásico, erigido en el último tercio del siglo XVIII.

Los auténticos orígenes del monasterio se pierden en la oscuridad de los tiempos altomedievales y se le ha supuesto refugio de eremitas, aunque los datos históricos conducen a la fundación de un pequeño centro monástico dedicado a San Juan Bautista en el siglo X, del que sobreviven algunos elementos. Arruinado a fines de dicha centuria, fue refundado bajo el nombre de San Juan de la Peña por Sancho el Mayor de Navarra en el primer tercio del siglo XI. Fue este monarca quien introdujo en él la regla de San Benito, norma fundamental en la Europa medieval. A lo largo de dicho siglo, el centro se amplió con nuevas construcciones al convertirse en panteón de reyes y monasterio predilecto de la incipiente monarquía aragonesa que lo dotó con numerosos bienes.

Una fecha significativa fue la del 22 de marzo de 1071, cuando el Monasterio de San Juan de la Peña fue el escenario de la introducción, por primera vez en la Península Ibérica, del rito litúrgico romano, seguido en toda la Iglesia de Occidente, que ponía fin al antiguo rito hispano-visigótico y suponía la acomodación definitiva de la iglesia aragonesa a las pautas marcadas por el Pontificado.

Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XII se inició una cierta decadencia que se acentuó en el periodo siguiente, y aún más a partir del siglo XIV. Fueron las características de esta época el final de las donaciones, las pérdidas patrimoniales, los múltiples pleitos ante numerosas instancias, y especialmente con los obispados donde estaban ubicadas sus propiedades (Jaca-Huesca, Pamplona y Zaragoza), las deudas, el deterioro de las construcciones por su peculiar ubicación y diversos incendios que resultaron devastadores. Con el último de ellos, en 1675, que duró tres días, se perdió la habitabilidad necesaria para la vida monacal, por lo que se planificó la edificación del Monasterio Nuevo.

El monasterio nuevo

Como consecuencia del terrible incendio del año 1675, se tomó la decisión de construir un nuevo monasterio. Su emplazamiento se eligió en un lugar próximo, el conocido como Llano de San Indalecio, una bella pradera asentada sobre la gran roca que reunía condiciones idóneas para comenzar una nueva vida.

La construcción de la nueva fábrica se inició en el año 1676. A lo largo de sus obras, prolongadas hasta los primeros años del siglo XIX, los monjes contaron con el asesoramiento de numerosos profesionales, siendo fundamental la labor del arquitecto zaragozano Miguel Ximénez, quien diseñó este conjunto monástico.

La fachada de la iglesia es uno de los aspectos más interesantes del monasterio barroco. Destaca especialmente su exuberante decoración vegetal basada en roleos, diferentes tipos de flores, hojas de acanto y tallos, aunque también encontramos formas figuradas como cabezas de puttis y dos ángeles sujetando un singular escudo en la parte superior. En sus hornacinas se incluyen tres santos muy vinculados con los monjes que vivieron entre estos muros. En la portada central se representó a San Juan Bautista (patrón de esta comunidad), a la izquierda a San Indalecio (advocación de la pradera en la que se levanta el edificio), y a la derecha a San Benito (fundador de la orden monástica que se profesaba en San Juan de la Peña).

Las dependencias fueron abandonadas en el año 1835 y desde entonces el edificio comenzó a deteriorarse progresivamente quedando, ya a mediados del siglo XX, en un lamentable estado de ruina. Tras una profunda rehabilitación, acometida por el Gobierno de Aragón, el Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña alberga en su interior el Centro de Interpretación del Monasterio de san Juan de la Peña.