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La tercera muestra de Especies de Espacios explora la reutilización de materiales La tercera muestra de Especies de Espacios explora la reutilización de materiales
Gizem Palamut presenta Recuerda la muerte, una instalación creada con material de desecho, en la tercera exposición del ciclo Especies de Espacios de Bellas Artes

La tercera muestra de Especies de Espacios explora la reutilización de materiales

La exposición colectiva de estudiantes de Bellas Artes en Teruel puede verse de online
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Reditus II es el título de la tercera exposición prevista en el ciclo Especies de Espacios del grado de Bellas Artes en Teruel, que durante la primavera desde hace diez años reúne en varias muestras colectivas el trabajo de los alumnos de la asignatura Metodología de Proyectos: Espacio. Este año la pandemia de Covid-19 obligó a suspender las cuatro exposiciones previstas en el edificio de Bellas Artes, aunque la profesora que coordina el proyecto, Silvia Martí, ha creado un espacio virtual (especiesdeespacios2020.wordpress.com) en el que pueden verse los proyectos expositivos junto a la memoria creativa de todos los estudiantes participantes. 

En el caso de Reditus II, está formada por escultura de Arantxa Hernández, David Galindo, Gizem Palamut, Lorena Llopis, Natalia Conejero, Gabriela Olivas y Clara Gerona. El tema principal sobre el que versa esta exposición es la reutilización de materiales procedentes de productos o elementos cuya utilidad ha decaído o ha finalizado. Se trata de darles otra vida a dichos materiales a través de la creación artística, un asunto que viene siendo tratado con asiduidad desde el campus de Bellas Artes. Cada una de las obras está realizada en un material diferente, pero cada una de ellas comparte la idea de buscar una segunda oportunidad a objetos en desuso, aportando cada artista su percepción personal a través de su obra.

La estudiante de Bellas Artes Arantxa Hernández presenta Herbolario, instalación formada por cinco plantas creadas a partir de la cera que producen las abejas, junto a los panales que estas crean y las cajas, formando así una composición de forma en el propio espacio.

“Esta obra nace desde la observación de nuestro entorno, y tiene como punto de partida la rama de la botánica, debido al uso de materiales ecológicos que han sido encontrados en la propia naturaleza”, explica la autor. A partir de la belleza de los elementos, la obra invita al espectador a conocer y descubrir una zona de su entorno y entender el espacio natural como espacio del arte en sí mismo. 

La instalación aspira a ser capaz de transportar al observador a los auténticos espacios naturales representados, y al mismo tiempo a ahondar en su conocimiento, a través de unos códigos QR integrados en la pieza que remiten a repositorios de información sobre sus elementos. 

Por su parte, David Galindo presenta una escultura Sin título cuya temática gira en torno a la construcción y deconstrucción de sí misma. Indaga en un discurso artístico destinado a reflejar que todo objeto se encamina inexorablemente hacia el final de su vida, habitualmente culminada por la destrucción, el abandono y el olvido. Ese final está representado mediante el uso de la oscuridad y de las sombras. La pieza de algún modo es un oxímoron, ya que habla de la destrucción y la muerte de los componentes a través de un objeto artístico realizado, a su vez, con materiales de reciclado procedentes de otro cuerpo y que, en este, han obtenido una nueva vida. 

El final también es el concepto que recrea Gizem Palamut, aunque ella se refiere más específicamente a la muerte del ser humano, o al menos de los seres vivos. A través de una instalación formada por material de desecho iluminado, Palamut trata de conversar con el espectador sobre la fútil que resultan los esfuerzos del ser humano por hacer, por crear, por dirigir o por organizar a lo largo de su vida, actividades que consumen gran parte de su tiempo y de sus energías y que la muerte interrumpe cuando es oportuno sin mayor miramiento ni escrúpulo, sin esperar a que las tareas se terminen o los objetivos se cumplan. La muerte terminará igualándolo todo y a todos, independientemente de lo que haya sucedido a lo largo de su vida, en lo que la autora define como “todos esos años vacíos que vivimos sin dar nada a la vida”. 

Por su parte Lorena Llopis presenta Astrahentium, un ejercicio de “abstracción expresiva” en la que la autora transforma y manipula restos físicos de cuadros y pinturas para dar forma a otros. 

Llopis habla no solo de la reutilización de materiales sino también del orden y el desorden, como dos realidades permanentemente enfrentadas. Se representan mediante dos escultural son idénticas en su naturaleza en cuanto a los materiales de los que están formados, pero las formas que representan y los colores que dejan ver establece la diferencia.

En Foss, Natalia Conejero se refiere también a la reutilización de los materiales, pero no se refiere a uno cualquiera, sino al papel en concreto, como referencia a un elemento cada vez más en desuso en función del desarrollo tecnológico. 

Conejero ha empleado folios cuyo destino era acabar en la basura y los ha convertido en una pieza artística, inspirada en Daviele Papuli, creando una cascada enorme que surge en el techo y se expande por el suelo, creando formas que sugieren movimiento a lo largo del curso imaginario de la materia.

Otra de las alumnas que forma parte de la exposición colectiva Reditus II, Gabriela Olivas, presenta Amodio, dos esculturas de arte procesual –aquel en el que la pieza artística no es exactamente el centro de atención, sino que este se extiende al propio proceso de creación de la misma, desde la documentación hasta la manifestación física, gráfica o audiovisual. 

Las piezas son de escayola mezclada con algodón y se exponen sobre una base rectangular blanca, junto a una serie de fotografías tomadas durante su realización.  Se presentan dos emociones muy tratados a lo largo de la historia del arte, el Amor y el Odio. En las imágenes se hace hincapié en cómo se obtienen las diferentes formas y texturas ejerciendo distintos movimientos con las manos sobre el material. En el caso de la escultura que representa el amor estos se basan en caricias, roces y tactos suaves, mientras que en la que representa el odio estos movimientos son presiones, golpes o arañazos. 

Por último Clara Gerona presenta ¿Quién eres?, una pieza escultórica concebida como un ser humano de tamaño natural realizada en metal. Es una persona sin definir, ni siquiera a nivel de género, raza, rasgos, color de piel, de pelo o de ojos.

Casi como si de una reedición del hombre de la Pioneer 10, trata de reflejar la esencia humana más allá de las diferencias físicas o culturales, desde una perspectiva de lucha por la igualdad. 

La autora explica que “he elegido el metal porque, además de poder reciclarse, es un material muy resistente, como deben serlo aquellas personas que aún sufren este tipo de discriminación”.