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Las becarias de paisaje dejan claro que Albarracín también tiene otros colores Las becarias de paisaje dejan claro que Albarracín también tiene otros colores
Las becarias, a la izquierda, con algunas de las obras que ahora se están exponiendo en la Torre Blanca de Albarracín

Las becarias de paisaje dejan claro que Albarracín también tiene otros colores

Las artistas ofrecen dos formas diferentes de entender la pintura
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Cruz Aguilar

La imagen que se proyecta en nuestra mente de Albarracín, con tonos rojizos y ocres, no es la misma que muestran los cuadros de Aurora Pérez Sánchez, donde los azules mediterráneos que recuerdan al pintor valenciano Joaquín Sorolla están muy presentes. Sus obras comparten salas de exposición con las impresionistas de Eva Cabrera. Ambas son las becarias del Curso Superior de Pintura de Paisaje 2022 y sus trabajos se pueden ver en la Torre Blanca desde el pasado 3 de junio al próximo 12 de julio.

La visión de Pérez Sánchez sobre Albarracín es muy particular y varía en función del momento en que ha sido captada. Ha pintado más de 30 cuadros, pero en muchos de ellos los rojos típicos que aparecen en casi todas las paletas de los artistas que retratan la Ciudad de los Azagra se vuelven azules, verdes o amarillos “en función de la visión que haya tenido en ese momento del paisaje”.

Aurora Pérez Sánchez es arquitecta de profesión, por lo que domina a la perfección la técnica del dibujo. Sin embargo, durante su aprendizaje en Albarracín se propuso el reto de “hacer encaje con las ideas”, dándoles libertad y componiendo el cuadro sin encorsetarse en los límites de las líneas.

Durante su estancia en la serranía turolense plasmó una treintena de obras, pero la localidad tiene para ella mucho más recorrido, “es infinita”, asegura, para añadir que no es sólo que sea bonita, sino que “tiene unas ángulos muy distintos”, diferentes puntos de vista que, conjugados con la luz que incide sobre ellos en cada momento invitan a “pensarlos a través de la pintura”.

Precisamente esa búsqueda de una luz diferente es lo que la llevó a estar cinco días en octubre, donde dejó constancia en sus cuadros de esos tonos amarillos y naranjas del otoño, y otros en mayo, caracterizados por el verde primaveral, que estuvo muy presente pese a la acucian sequía que había este año.

Pintar al natural

Más alejada de la profesión pictórica está Eva Cabrera, ingeniera industrial que pinta de forma intuitiva, con pinceladas impresionistas un tanto apartadas de la formación reglada. Su paso por Albarracín fue revelador en primer lugar porque supuso el primer contacto con una instrucción universitaria en materia pictórica, pero además le gustó mucho la falta de dogmatismo en cuanto a la forma de enseñar de los docentes del Curso Superior de Pintura de Paisaje de Albarracín.

Pintar al natural es mucho más gratificante que hacerlo en un estudio, según desvela Cabrera, quien añade que el hecho de estar al aire libre te permite imbuirte no solo de lo que ves, sino de las sensaciones del ambiente, como sonidos, personas o incluso olores o sensaciones térmicas: “No pintas igual cuando tienes calor que cuando tienes frío”, manifiesta.

Su obra se mantiene en lo figurativo porque desea que el espectador “pueda entender de forma clara lo que ve”, aunque eso sí, sin llegar a demasiado detallismo.

A ambas la beca de Albarracín les ha ofrecido una nueva dimensión en la pintura puesto que se han podido dedicar a ella de forma exclusiva durante varios días. Pintar en esta localidad turolense ha sido un punto de inflexión en la carrera de ambas y una experiencia que ninguna de ellas olvidará. Ahora toca interactuar con los visitantes que aprecian su obra, que permanecerá expuesta hasta el próximo día 12 de julio en la Torre Blanca.