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Laura Torrijos-Bescós, actriz, realizadora y fotógrafa: “Es extraño hacer teatro y no poder verle al público la cara por la mascarilla” Laura Torrijos-Bescós, actriz, realizadora y fotógrafa: “Es extraño hacer teatro y no poder verle al público la cara por la mascarilla”
Laura Torrijos-Bescós en una vivienda de Valdealgorfa, donde actúa este sábado

Laura Torrijos-Bescós, actriz, realizadora y fotógrafa: “Es extraño hacer teatro y no poder verle al público la cara por la mascarilla”

La oscense regresa este sábado a Valdealgorfa, donde el año pasado fue premiada por su cine, para interpretar ‘Azahara’
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Valdealgorfa acogerá este sábado en doble sesión (19.30 y 21 horas) el montaje Azahara de Teatro de Guardia, dirigido por Josi Ganzenmüller y protagonizado por Laura Torrijos-Bescós. La oscense ganó el premio a la mejor película aragonesa del festival de cortometrajes de la localidad el pasado año, con Había una vez, y recientemente ha estrenado el documental Otra forma de caminar sobre la discapacidad. Es una brillante realizadora y, como fotógrafa, algunos de sus proyectos –Como yo– han tenido gran repercusión. Sin embargo ella se ve a sí misma como una actriz que no quiere renunciar a sus otras pasiones.

-Regresa por segunda vez a Valdealgorfa en poco más de un año, primero como directora de ‘Había una vez’ y ahora como protagonista de ‘Azahara’...

-Fue muy bonito venir aquí al Festival de Cortometrajes y nunca pensé que volvería para actuar, la verdad. Pero está muy bien. 

-¿Cómo se les ocurrió la idea de traer el montaje de Teatro de Guardia hasta aquí, siendo usted de Huesca y la compañía de Benicarló?

-El director, Josi Ganzenmüller tiene casa en Valdealgorfa, y nos conocimos por esa coincidencia, al haber ganado yo el certamen de cortos de 2019. Y cómo no queríamos que Azahara se quedara solo en Benicarló, pensamos que el lugar más indicado era este. 

-Mover una obra de teatro suele ser costoso y caro...

-Pero todas las cosas que merecen la pena suelen costar bastante esfuerzo. Y en ocasiones es más bonito actuar en un pequeño espacio, cerca de la gente, que en un gran teatro. 

-A usted se la conoce por sus cortos o sus fotografías, pero su auténtica vocación es...

-La interpretación. De hecho si me tienen que conocen, preferiría que lo hicieran como actriz, porque es lo que estudio y a lo que quiero dedicarme. 

- Ganzenmüller le propuso montar ‘Azahara’ en pleno confinamiento y a 300 kilómetros de distancia. ¿No pensó que sería mejor esperar a que todo pasara?

-No, no... solo llevábamos dos semanas de confinamiento pero ya estábamos muy agobiados todos y había que buscar la manera de aprovechar el tiempo. Era algo nuevo, ensayar por videollamada, pero creo que se nos dio muy bien. Fue un poco raro, porque yo no podía moverme por el escenario sino que estaba sentada en el ordenador con unos auriculares, pero trabajamos el lenguaje, el texto, que es largo, y cuando ya pudimos trabajamos la gestualidad en Benicarló. De todos modos Josi me dio mucha libertad para preparar el papel por mi cuenta, así que ha sido bastante fácil trabajar.

-Usted es activista social y feminista, pero ‘Azahara’ es una bonita leyenda sobre esclavitud femenina...

-Es cierto que nunca defendería el esclavismo, pero un actor se pone en la piel del personaje. Y en la época de Azahara la esclavitud era la normalidad. Y no solo es, además ella era muy feliz porque era la esclava favorita del Califa. Como Laura puede parecerme horrible, pero cuando siento como Azahara me parece precioso, tal y como ella lo vería. Y tengo que reconocer que ella y yo nos parecemos bastante en algunas cosas, en cómo percibimos y sentimos. Por lo demás es una obra muy bonita, con canto, baile... la adaptación de Josi es preciosa y, aunque está mal que lo diga yo, hacemos muy buen trabajo. No porque seamos muy buenos, sino porque encajamos muy bien todo el equipo. 

-La obra se ha representado cuatro veces en Benicarló. ¿Cómo ha percibido la nueva normalidad desde el escenario?

-Pues rara... Ves al público separado, con mascarillas... Eso es curioso, porque lo bonito del teatro, que no tiene la cámara, es que ves la cara a la gente, y muchas veces actúas en función de eso. Yo lloro mucho más y mejor en escena si veo que hay gente llorando, y después de las funciones en Benicarló mucha gente me dijo que se había hartado de llorar, pero yo no podía verlos... Y por otro lado está el tema de que todavía hay gente que tiene miedo de venir al teatr, pero hay que entender que la cultura es segura, y que hay otros muchos contextos más peligrosos por el riesgo de contagio. 

-Justo antes de empezar a preparar ‘Azahara’ estrenó su último trabajo cinematográfico...

-Sí, en febrero se estrenó Otra forma de caminar, un documental sobre la discapacidad, que ha sido seleccionado en varios festivales y que ahora estoy con la distribución. Hablamos con muchas personas pero tiene como eje central a Josán Rodríguez Zamora, el chico que perdió las dos piernas y la vista en el atropello de la Discoteca Manhattan de Huesca, en 2007, y que después escribió El equilibrista. 

-Usted destaca en disciplinas tan relacionadas como la interpretación, la realización, el guion o la fotografía... ¿no se hace necesario decantarse?

-Profesionalmente quiero ser actriz de cine o televisión, pero no quiero dejar de dirigir ni seguir cultivando mis aficiones. Yo hago fotografía pero cuando dirijo un corto tengo director de foto y me fío de él. Y a veces tengo un guion y reconozco que me apetece dirigir y actuar a la vez, que es lo que me pasó en Había una vez, pero bueno... A Clint Eastwood y Woody Allen les sale muy bien, pero Laura Torrijos-Bescós tiene sus errores. Ojalá pueda llegar algún día a su nivel.