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Linares de Mora recuerda a D. Pedro José Fonte, Arzobispo de México y Patriarca de las Indias Linares de Mora recuerda a D. Pedro José Fonte, Arzobispo de México y Patriarca de las Indias
Linares de Mora, lugar de origen de Pedro José Fonte Hernández de Miravete (1777)

Linares de Mora recuerda a D. Pedro José Fonte, Arzobispo de México y Patriarca de las Indias

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Por Inmaculada Plaza García y Jose Luis Castán Esteban:

En esa sección del Instituto de Estudios Turolenses (IET) queremos compartir, entre otros, el conocimiento sobre turolenses ilustres, referentes en diferentes ámbitos y campos.

Pedro José Fonte fue uno de ellos. Por este motivo, en su pueblo natal Linares de Mora, se le dedicó la I Jornada Cultural organizada recientemente por el Ayuntamiento.

Pedro José Fonte Hernández de Miravete, nació en Linares de Mora (Teruel), el 13 de marzo de 1777. Tras realizar sus estudios de Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Zaragoza, intentó, sin éxito, conseguir un puesto de canónigo en las catedrales de Zaragoza y Teruel. A pesar de su fracaso, el obispo de Teruel, Francisco Javier de Linaza se fijó en él. Su inteligencia y capacidad de trabajo le hicieron merecedor de su confianza, y junto a este prelado comenzó su carrera eclesiástica.

Cuando en 1802 el obispo Linaza fue propuesto por el rey de España como arzobispo de México, a Pedro José Fonte se le ofreció el puesto de vicario episcopal en la nueva sede. Esta decisión le llevó a ocupar cargos muy relevantes en los siguientes años, que coincidieron con los del proceso de independencia del virreinato de Nueva España. Su labor, firmemente partidaria de la monarquía, es la que llevó al rey Fernando VII a proponerlo como arzobispo a la muerte de su antecesor y protector, en 1815, en un contexto de guerra civil. Con 38 años fue el arzobispo más joven de todo el periodo del virreinato.

Cuando se vio en la obligación de jurar fidelidad a las nuevas autoridades mexicanas, y por tanto renunciar a la hecha al rey de España, la decisión de Fonte fue volver a España en 1823. Estuvo residiendo en Valencia, en el monasterio del Puig, y finalmente en Madrid, ya que la reina regente, María Cristina, le pidió que ocupase puestos de gran responsabilidad, como presidente del Consejo de regencia, y posteriormente, senador. Y en el ámbito eclesiástico, Patriarca de las Indias, y vicario general de los Ejércitos y la Armada.

Su defensa de los intereses del clero se produjo de forma significativa cuando consiguió que la reina destituyese al presidente del gobierno Mendizábal, principal promotor de la desamortización que acabó con los bienes y rentas del clero. Pero quizás una de sus misiones más destacadas se dio unos años antes. Fue enviado por el rey, a instancias de su amigo, el ministro turolense Calomarde, para visitar a un preso en el castillo de Peñíscola. Se trataba del sacerdote Juan de Almaraz, confesor de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV. Este sacerdote redactó un documento en 1819 en el que declaraba que la reina, bajo secreto de confesión, había afirmado que el rey Fernando VII de Borbón era un hijo ilegítimo, y que por consiguiente no le correspondía la corona de España. Para evitar el escándalo, agentes del servicio secreto español secuestraron en Roma al religioso, lo trasladaron sin juicio ni proceso, por orden del rey, a la prisión de Peñiscola y se confiscaron sus documentos. Pero podía haber más, y era necesario conseguir una retractación. El arzobispo Fonte, tras prometerle el perdón real, consiguió la declaración. Pero no fue liberado, algo que solo se produjo, gracias a las gestiones del arzobispo, hasta la muerte del rey.
 

Retrato del Sr. Arzobispo de México, Pedro José de Fonte. IET, Revista Teruel (1981)

El IET ha sido fundamental en el conocimiento de P.J. Fonte, a través de cuatro publicaciones. La primera, “Turolenses ilustres: el arzobispo Fonte”, (Francisco García Alcón, Teruel, nº 25, 1960) recoge una biografía del arzobispo. Tomándola como base, José Martínez Ortiz escribió “Turolenses en Indias” ampliando información sobre su influencia en la vida y política mejicanas de la época (Teruel, nº 28, 1962).

En 1981, gracias al mismo autor, ven la luz las memorias de Fonte (Teruel, nº 65, 1981). Por último, en 1988, Dimas Fernández-Galiano publicó en la Revista Teruel (nº 79 II) “Una nota sobre el arzobispo Fonte” en el que se comenta la carta del barón Alexander von Humboldt a su hermano, en la que habla del arzobispo.

Estas publicaciones nos permiten conocer e indagar sobre algunos aspectos curiosos de su persona. En concreto, su perfil científico y cultural.

Von Humboldt lo calificaba de ilustrado. Dimas Fernández-Galiano analiza aspectos que corroboran esta afirmación: su formación, no solo eclesiástica, sino también en el ámbito político y social; el desempeño de una Cátedra de Disciplina Eclesiástica en la Univ. del Méjico (cediendo su remuneración a la Biblioteca Universitaria) o el estudio ininterrumpido, opositando en diferentes ocasiones. Pero también la ayuda a Humbold en México, proporcionándole datos de la Nueva España sobre geografía, etnología, idiomas, etc. o el estilo de redacción de sus memorias (incluso citando la Eneida) son otros indicadores de su cultura.

Ahondando en este aspecto, en el artículo “Los libros y los lectores en la biblioteca pública de la Catedral de México (1804-1867)” (Berenise Bravo Bibl. Univ. 2008, vol. 11(2)) conocemos la donación que realizó a dicha biblioteca: 61 libros “entre los que sobresalían algunos prohibidos que sólo podían ser leídos con licencia”. Encontramos obras como “García. Origen de los indios, segunda edición”, “Balbuena. Oficios y diálogos de Cicerón”, “Lecciones de aritmética por Romero”, “Pensamiento de Pascal” o “La Ilíada y la Odisea de Homero”, lo que muestra la basta cultura de nuestro hombre.

Otro dato relevante es el papel que desempeñó en la introducción de la vacuna en la Huasteca Mexicana, cuando decidiendo visitar esta región por ser la más lejana de la capital y abandonada, se propuso proveerla de ministerio y “Remediar la calamidad con que eran afligidos algunas veces por la viruela natural, no aprovechando el descubrimiento de la vacuna que a tanta costa envió S.M. a Nueva España.” (Dimas Fernández-Galindo Asclepio, vol. 44, nº 1, 1992).

Para ello, buscó “Un joven facultativo que fuese inteligente para conducir la vacuna desde la capital, transmitiéndola sucesivamente a niños de las parroquias del tránsito.” Además, proveyó de fondos para premiar a los padres y niños “dóciles” además de “instruir a otras personas en el modo sencillo de practicar esta operación”. Como resultado, se consiguió vacunar muchos miles de personas en las Sierras y Huasteca.

En resumen, descubrimos, a una persona ilustrada, culta, con relaciones y lecturas que pueden sorprender en un clérigo, con fuertes valores, prudencia y preocupación por extender el conocimiento y cuidar de los demás.