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Los Libros del Gato Negro, diez años de idilio entre los lectores y los escritores de Aragón Los Libros del Gato Negro, diez años de idilio entre los lectores y los escritores de Aragón
Marina Heredia (centro), junto a Nacho Escuín (izda) y Antonio Pérez Lasheras, en la Feria de Libro de Teruel 2023

Los Libros del Gato Negro, diez años de idilio entre los lectores y los escritores de Aragón

En una década Marina Heredia ha publicado 110 libros, veinte de ellos sobre temas turolenses
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Libros del Gato Negro (LGN) cumple diez años de existencia en septiembre de 2025. Fundada por Marina Heredia, en ese tiempo se ha convertido una de las grandes referencias de la publicación independiente en Aragón, con 110 títulos puestos en el marcado, de los cuales cerca de 20 son de autores, desde algunos consagrados como Enrique Villagrasa o Nacho Escuín y otros emergentes como Elena Gómez o Marisol Julve.

La de Marina Heredia fue una vocación tardía. En 2015 el mundo editorial le era completamente ajeno aunque había tomado contacto con él trabajando como documentadora de la Gran Enciclopedia de España. Sin embargo desde niña vivió rodeada de libros y había aprendido no solo a valorar el poder transformador que tienen, sino a apreciar una buena edición y un buen libro como objeto artístico. Así que se decidió a convertirse en editora, ayudada por su pareja, Antonio Pérez Lasheras, que dirigió durante una década Prensas Universitarias. De lo único que se arrepiente Heredia es de no haber creado la editorial tres o cuatro décadas antes.

LGN es un sello independiente, “que es una forma bonita de decir que somos una empresa pequeña”, bromea Heredia. Tan pequeña que todas las tareas las realiza ella misma, aunque tiene un equipo que la ayuda habitualmente. Desde hace varios años la distribución de libros se la encarga a empresas externas, pero el resto del trabajo; leer y seleccionar textos, decidir qué y cuándo se publica, editar, corregir y maquetar los libros, diseñar los formatos, supervisar la impresión, lanzarlo al mercado y promocionarlo, corren de su cuenta. “Es mucho trabajo para tantos libros al año -ha habido alguno con 13 títulos- pero creo que lo que más me gusta es esa falta de rutina absoluta por tener que hacer muchas cosas muy diferentes entre sí”, asegura la aragonesa.

Cuatro de los autores turolenses -Carbonell, Marisol Julve, Elena Gómez/Guada Caulín, Jesús Cuesta- publicados por LGN

En 2015 Marina Heredia vivía y trabajaba en Madrid y sintió que había llegado el momento de cambiar de vida. “No era el mejor momento, porque las empresas que por mi perfil me hubieran contratado estaban despidiendo trabajadores”, recuerda Marina Heredia. “Entonces pensé que había llegado el momento de hacer algo diferente. ¿Una tienda de ropa? No me veía, la verdad. Yo crecí rodeada de libros, me han gustado siempre, así que en realidad fue una consecuencia lógica de mi trayectoria”.

Heredia dedicó “bastantes meses” a conocer el mercado editorial, un mundo muy sectoriali zado y peculiar: “Editar libros no es fabricar cosas que salen de una máquina. Conoces gente interesante, aprendes mucho, y tienes la sensación de estar haciendo cosas bonitas e importantes para mucha gente. Pero también hay días muy prosaicos que los dedicas a mover cajas y acabas con la espalda rota.”

Como lectora Marina Heredia adora la poesía aunque como empresaria tiene que mantener un equilibrio entre géneros “porque al final vivo de vender libros y tengo que lograr que la editorial sea sostenible”. Así que grosso modo puede decirse que LGN edita poesía y narrativa al 50%, más o menos. Y también libro ilustrado, “pero menos porque es más difícil encontrar proyectos que me gusten realmente”. La mayor parte de los manuscritos que llegan al correo de Marina Heredia, y son muchos -unos veinticinco al mes, casi uno al día de media, calcula- son poemas. “Yo edito mucha poesía porque me gusta”, asegura, “pero me llega muchísima. No imaginas cuánta gente escribe poesía y quiere publicarla. Lástima que ni siquiera ellos, o muchos de ellos, compran y leen poesía. Es algo contra lo que hay que luchar: se escribe muchísima poesía pero siempre es un género minoritario entre los lectores”. “Si vas a las librerías de Teruel estoy segura de que pueden hacerte de memoria el listado de personas que leen poesía en toda la ciudad”, afirma.

Nueva ola turolense

Libros del Gato Negro está formando parte del caldo de cultivo de una nueva ola de poesía turolense, a través de la publicación de autores de la Plataforma de Poetas por Teruel (PPT) como Marisol Julve, Fabián Navarrete o Jesús Cuesta, además de autores que ya llevan numerosas publicaciones a sus espaldas, como Escuin o Mario Hinojosa. “Están levantando el género y han reunido a los turolenses que escriben poesía, algunos muy bien”. “Están haciendo que la poesía se venda más y tenga más relevancia. Ahora tu pasas por delante de la Librería Escolar o de cualquier otra en Teruel y siempre hay algún poemario en el escaparate. Los libros de poesía se han colado muchas semanas entre los más vendidos”.

Heredia no oculta su orgullo por estar participando de ese movimiento, en el que también tienen mucho que ver los propios escritores de la PPT, que no solo escriben sino que promocionan, participan en festivales y presentaciones, y recorren muchos kilómetros por toda la provincia. “Eso se hace con mucho esfuerzo y solo cuando sientes auténtico amor por algo. Van a un pueblo pequeño, presentan ante sesenta personas, y venden sesenta libros... eso es como un pequeño milagro”.

Los Libros del Gato Negro lanzó en 2019 una reedición de ‘La Dama en llamas’ de Escuín, ilustrada por David Guirao

En los últimos años LGN ha publicado, en cuanto a poesía turolense, Pico del Buitre (Mario Hinojosa, 2020), Entre asfalto y Luna llena (Fabián Navarrete, 2020), A despecho del mundo (Daniel Izquierdo, 2021), Hija del carbón (Marisol Julve, 2024) y Mariposa de luz (Jesús Cuesta, 2025), además de seis poemarios o antologías sobre temas o autores turolenses coeditados junto al Instituto de Estudios Turolenses -Teruel, campañas que doblan a lo lejos (Ildefonso Manuel Gil, 2021), Teruel en la Mirada y en el alma (José Antonio Labordeta, 2021), Arpegios y Mudanzas (Enrique Villagrasa, 2021), Bajo un sol incompleto (Inés Ramón, 2023) y Cabos sueltos (Simeón Martín, 2023)-.

Y a lo largo de los próximos meses se van a editar otros libros, de poesía pero también de narrativa, con Cristina Giménez, Ángel Portolés Navarro, Mario Lafuente, Marisol Julve o María Benítez, una joven poeta que firma como Alice Quinn y que es una de las voces emergentes más preclaras e interesantes de cuantas forman parte de esta nueva ola.

Libros del Gato Negro ha publicado muchas operas prima y en ese sentido tiene autores que son prácticamente su cantera, pero Marina Heredia se enorgullece de que no elimina de su correo electrónico ningún manuscrito sin antes leerlo. Otra cosa es que durante los últimos años está recibiendo del orden de los 25 textos al mes, y eso es una cantidad ingente incluso para alguien que se dedicara solo a leerlos, que no es el caso. Lee cada texto por turno y aunque en ocasiones admite que tarda mucho tiempo, según los que tenga acumulados, ningún autor se queda sin respuesta, positiva o negativa.

Heredia puede presumir además de que en diez años no ha tenido que pagar ninguna hipoteca y no ha publicado ningún libro que no volvería a editar. “Todo lo que publico lo elijo y lo selecciono yo. Quizá en alguna ocasión he podido tener un poco más de presión por publicar algún libro por la relación personal con su autor, pero al final nunca he tenido que publicar por ninguna razón algo que no me gustara”.

Y eso es mucho decir para una pequeña empresa de un sector que tampoco es que viva su mejor momento. “A mí me va relativamente bien. Pero los comienzos fueron muy duros y tenía que hacer cuentas para afrontar el pago más pequeño. Ahora la cosa fluye, aunque tampoco es para lanzar las campanas al vuelo. Al final tienes que vender para sobrevivir, hay temporadas muy buenas, o de pronto sacas un libro que arrasa y te levanta todo el trimestre, mientras que en otras épocas estás seca”. Puede parecer que las grandes editoriales, los bestseller y los nombres que suelen copar las listas de ventas y de premiados se llevan todo el mercado, pero no es exactamente así. “En ese negocio puedes llegar a ser sostenible y hasta ganar algo de dinero. Aunque rico no te vas a hacer”.

Los autores que más venden están en primera línea de los escaparates, y quienes están en primera línea de los escaparates son los que siempre venden, en una especie de pescadilla que se muerde la cola. “Una editorial pequeña no puede competir en marketing, publicidad e implantación, y el libro que no se ve tampoco se vende”, explica la editora, que sin embargo asegura que sigue existiendo un mercado del pequeño gran libro, que se mantiene y que da margen para estas editoriales independientes. “Hay libros que se siguen vendiendo, aunque sea en cantidades modestas, pese a que fueron publicados hace muchos años. Este tipo de libros son a los que nos podemos dedicar nosotros, y no caducan, no se descatalogan”. Aún así reconoce que las librerías tampoco son ONG's, y es comprensible que dediquen sus espacios más visibles a grandes autores del main stream, que son los que en mayor medida dejan ingresos. “Pero esos libros se lanzan muy rápidamente y se queman enseguida, hay muy pocos que perduran a lo largo del tiempo”.

En otras ocasiones, y por circunstancias imponderables, un libro de una autor no mediático y sin una campaña de publicidad detrás empieza a gustar y empieza a venderse: “A veces nada más salir tiene buenas críticas, porque aquí los medios de comunicación también juegan su papel, o comienza a funcionar el boca-oreja... Eso hace que el librero lo cuide, lo ponga más a las vistas, lo sitúe en un lugar especial y se venda todavía más, porque a todos los libreros en realidad les gustaría vender muchos más libros alternativos a los bestseller, cercanos o seleccionados por ellos”. Pero es imposible prever qué tiene que ocurrir para que un libro de este tipo triunfe.

Los clubes de lectura privados, municipales o comarcales también pueden hacer que la obra de un autor desconocido se venda mucho, pero al final que sea incluido o no dependerá de que guste o no a los responsables de esos clubes. “No es fácil que ocurra, y desde luego aún es más difícil saber cómo ocurre, pero a veces he visto libros que han vendido muchísimo y no me explico cómo. Y no porque no lo merezcan, sino porque no tenían nada más ni nada menos que otros libros que quizá han pasado de largo sin tanto éxito”.

Heredia nunca ha publicado un libro a pérdidas, aunque reconoce que algunos textos han visto la luz pese a que no tenían aspecto de vender demasiado. “Algunos textos me gustaban tanto o los veía tan necesarios que me decidí a publicarlos, pese a que por su estilo o la razón que fuera imaginaba que apenas cubriría gastos”, afirma. Pero al final la recompensa llega para quien arriesga, ya que “al final todas las obras se dan vida y venden al menos los ejemplares necesarios para recuperar la inversión”.

Sobre la autoedición, Marina Heredia asegura que entiende como “legítimo” el deseo que puede tener cualquiera de escribir algo y verlo convertido en un libro, aunque rara vez va a trascender la frontera de los familiares, amigos, y los vecinos del autor. Pero como empresaria sostiene que esos libros no son viables por ese techo tan bajo de ventas que tienen, y también que si ninguna editorial convencional quiere publicar un texto, probablemente es porque no tiene interés comercial. Y reivindica el papel del editor, “que no deja de ser un oficio para el que no todo el mundo está preparado”. Del mismo modo que un escritor probablemente no se corta el pelo, no se pone los empastes y no se repara él mismo su coche, la corrección, edición, maquetación y distribución de un libro tampoco se aprende en un vídeo de Youtube, sino a lo largo de los años. También explica que el mercado de la autoedición, que está en pleno auge -aunque simpre ha existido, desde los finzines de los 80-, no siempre es transparente. Algunas empresas editoriales ofrecen sus servicios previo pago, pero evitan intitularse como “autoedición” porque parece que eso va en menoscabo del autor. Y al final es él quien paga todos los libros por adelantado, sin ningún riesgo por parte de la empresa editora, con la esperanza de recuperar la inversión organizando y vendiendo libros por su cuenta.

Marina Heredia reivindica el papel del editor como alguien tan necesario -sí, tan necesario- como el propio escritor, porque no solo corrige, maqueta, edita y prepara para la impresión, sino que además ofrece una segunda visión muy informada y experimentada sobre cada texto, probablemente la más crítica -y por tanto útil- a la que se enfrenta el autor. Ningún amigo o familiar, nadie que no arriesgue su dinero, va a ser de tanta ayuda para el éxito del libro.

Y de vez en cuando de las editoriales salen auténticas obras de arte: “El libro como objeto artístico, casi de culto, es importantísimo para mí, aunque hay autores e incluso editores que no aprecian demasiado. Pero si consigues que tener el libro en las manos y hojearlo sea placentero por sí mismo, has logrado que la experiencia de la lectura sea completa”.

Quince autores turolenses

La escritora nacida en Teruel Ángela Labordeta inauguró en noviembre de 2015 el catálogo de novelas de Libros del Gato Negro, con Tacones y Muñecas. La más joven de las hijas de José Antonio Labordeta ha editado además con el sello aragonés Equilibrista (2020) y Donde no llegan los aviones (2022).

Además Elena Gómez debutó en 2020 con Eros y Thanatos, un libro con 22 relatos que ilustró Guada Caulín. Otro libro ilustrado de origen turolense que ha publicado LGN es la reedición La Dama en llamas, escrito por Nacho Escuín e ilustrado por David Guirao en 2019, y que había visto la luz en una publicación anterior de Nalvay. Y el propio Nacho Escuín cierra la nómina de narrativa escrita desde Teruel con un libro muy reciente, de abril de 2025: Algo parecido a un sueño o a un poema de Robert Frost.

En cuanto a poemarios turolenses, LGN ha publicado doce referencias en total. Dos de ellas son de Daniel Izquierdo (Las cicatrices invisibles, 2016, y A despecho del mundo, 2021). Izquierdo nació en Barcelona después de que su familia emigrara desde Aguilar del Alfambra, aunque él siempre se ha sentido turolense por los cuatro costados.

Además ha publicado Pico del Buitre (2020), de Mario Hinojosa, y tres óperas primas de autores de la provincia: Entre asfalto y luna llena (2020) del cantante y compositor de EFFE, Fabián Navarrete; Hija del carbón (2024), todo un descubrimiento con Marisol Julve -en pocos meses agotó la primera edición y durante varias semanas estuvo entre los libros más vendidos de Aragón-; y Mariposa de luz (2025), que el actor y maestro jubilado Jesús Cuesta publicó hace solo tres meses.

Las otras seis referencias en poesía son libros coeditados junto al Instituto de Estudios Turolenses entre 2021 y 2023 con antologías de autores turolenses de referencia, en una colección dirigida por Alfredo Saldaña, Antonio Pérez Lasheras y Nacho Escuín, y que por el momento no está previsto que continúe. Se trata de Teruel, campanas que doblan a lo lejos (2021) que recoge los poemas escritor por Ildefonso-Manuel Gil inspirados en su cautivero en los sótanos del Seminario de Teruel; Teruel en la mirada y en el alma (2021), con poemas escritos por Labordeta durante los últimos años 60 en Teruel, su primer destino docente; Arpegios y mudanzas (2021), una antología de Enrique Villagrasa con poemas inspirados en su mayoría en su Burbáguena natal; Poesía Completa de Joaquín Carbonell (2023), que recoge toda la obra poética del cantautor de Alloza; Bajo un sol incompleto (2023), de la argentina Inés Ramón, que ha residido casi dos décadas en Alcañiz, y Cabos sueltos (2023), otro poemario nacido en Burbáguena, en este caso de la mano de Simeón Martín.

Entre los próximos lanzamientos turolenses de Libros del Gato Negro hay que destacar el que será el próximo poemario de Cristina Giménez o el de Ángel Portolés, que hasta ahora ha publicado con Olifante, además del segundo de Marisol Julve. También destacan dos apuestas de jóvenes turolenses. En 2026 verá la luz la primera novela del músico turolense Mario Lafuente y un poemario rompedor de la prometedora María Benítez (Alice Quinn), que ha generado los elogios de importantes editores nacionales como Uberto Stabile, José Blanco o Enrique Cabezón.