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Los Mosaicos de Calanda mejoran su conservación y presentación tras la restauración llevada a cabo por el Museo de Teruel Los Mosaicos de Calanda mejoran su conservación y presentación tras la restauración llevada a cabo por el Museo de Teruel
De i. a d., Pilar Punter, Juan Carlos Gracia Suso y Jaime Vicente Redón, junto a los mosaicos recién restaurados

Los Mosaicos de Calanda mejoran su conservación y presentación tras la restauración llevada a cabo por el Museo de Teruel

Se han destinado más de 35.000 euros a una actuación que ha durado más de dos meses y medio
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El Museo de Teruel ha dado un nuevo paso en la mejora de sus instalaciones y de las numerosas obras o bienes culturales que posee con la restauración de los Mosaicos de Calanda, una de las principales piezas de la exposición permanente.

Se trata de una actuación que ya ha finalizado y que han visitado este martes el diputado delegado del Museo de Teruel, Juan Carlos Gracia Suso, y el director del centro, Jaime Vicente, junto con la restauradora del Museo, Pilar Punter, que han podido comprobar en primera persona la mejora significativa que ha supuesto esta actuación para la conservación y presentación de los Mosaicos de Calanda. Una intervención muy necesaria para este conjunto de indudable valor histórico y cultural, y que requería de ella para mantener toda la brillantez de un vestigio de enorme delicadeza y trascendencia.

Para acometer toda esta actuación, desarrollada por la empresa Artyco durante dos meses y medio, han contado con un presupuesto de 35.000 euros que han posibilitado revisar las soluciones adoptadas en su día para reintegrar las lagunas existentes en el Mosaico o las pérdidas del material original, como la de la tercera estancia y de forma exedra, así como la reintegración cromática o la colocación de los distintos fragmentos ya existentes.

Se trata, según ha destacado el diputado delegado del Museo de Teruel, de una actuación “destinada a recuperar gran parte del esplendor de una de las piezas más reconocidas, valoradas y significativas que tenemos en nuestra exposición permanente”. Una intervención justificada por Gracia Suso porque “son muy relevantes las iniciativas culturales que desde este centro ponemos en marcha a lo largo del año, pero lo son también la conservación de los bienes en las mejores condiciones posibles y de manera que nos permitan explicar la historia de nuestra provincia”, ha añadido.

Tal y como ha especificado Gracia Suso, se está "continuando un plan de actuación que ya comenzó la pasada legislatura con la construcción de las naves del Polígono de la Paz

y que en estos años se está viendo ejemplificado con la reactivación del proyecto de ampliación del Museo de Teruel, con la restauración de la fachada que está teniendo lugar en estos momentos y también con la actuación desarrollada en los Mosaicos de Calanda”. Unas labores, ha añadido, “a las que hay que incluir a su vez un calendario de propuestas culturales ambicioso que lo colocan como uno de los espacios culturales más importantes de la provincia y de Aragón”.

Actuación desarrollada

Con la actuación ya finalizada en los Mosaicos de Calanda, Jaime Vicente ha asegurado que “cumplimos una de las principales labores que debe desarrollar un centro cultural de la tipología del Museo de Teruel como es la conservación y restauración de piezas”. Una tarea que en este caso concreto se ha podido ver in situ mientras se realizaba la visita a la cuarta planta del espacio cultural, “lo que ha añadido una particularidad muy significativa a esta intervención porque ha posibilitado ver cómo es el trabajo de restauración de un bien cultural tan significativo y tan particular como son los Mosaicos de Calanda”, ha complementado.

Asimismo, también ha querido resaltar la labor restauradora que hacen los profesionales del departamento de Conservación y Restauración del Museo de Teruel: “un trabajo constante, regular y concienzudo que nos permite mejorar y recuperar gran parte del patrimonio que mantenemos y que, aunque no esté expuesto en la muestra permanente, también reciben el mayor cuidado y atención para que siempre se encuentre en el mejor estado posible”.

Por su parte, la restauradora del Museo de Teruel, Pilar Punter, ha recordado que los Mosaicos fueron instalados en su actual ubicación cuando se inauguró la actual sede del centro cultural dependiente de la Diputación Provincial de Teruel en 1987. A partir de ese momento, ha manifestado, “realizamos de manera regular algunas pequeñas actuaciones destinadas a reparar las consecuencias del propio envejecimiento y también las incidencias que se produjeron por la acción involuntaria de algún visitante” pero en la actualidad “era necesaria una intervención más ambiciosa y pormenorizada para mejorar significativamente su estado actual”.

Según ha quedado de manifiesto al visitar los Mosaicos y, tal y como recalcó en su día la restauradora del Museo y ha repetido este martes, los criterios de actuación que han guiado todo el proceso se han basado en “la mínima intervención, la máxima reversibilidad de todos los tratamientos y productos aplicados, la preservación y respeto de todos los elementos originales, el estudio histórico y documental de apoyo para el conocimiento de todos los aspectos relacionados con la obra desde su origen, la documentación completa de todos los métodos y materiales utilizados durante el proceso de intervención y el respeto a la integridad estética, histórica y física de la obra”.

 

Teniendo en consideración estos aspectos y las particularidades circunstancias de los Mosaicos de Calanda,  así como el estado de conservación actual, las intervenciones concretas acometidas han sido las siguientes:

Limpieza generalizada en seco realizada por medio de brochas y aspiradora, con el fin de retirar el polvo y las partículas ajenas depositadas en superficie. 

Retirada del antiguo barniz protector envejecido (goma laca) que con el tiempo se ha oxidado y por ello presenta una superficie amarilleada. 

Limpieza y retirada de los carbonatos presentes en algunas partes de los Mosaicos. Se calibrará la dureza y el grosor de los mismos para su eliminación, que preferentemente se hará por medios mecánicos. 

Estudio de la posibilidad de poder modificar los problemas de alineación detectados en la cenefa del lado izquierdo de la segunda estancia. 

Las grietas de los morteros de las juntas de unión entre los diferentes fragmentos en los que se dividió el mosaico para su arranque y tratamiento, se sanearán retirando el material que no cumple su función y se volverá a aplicar un nuevo mortero de unión afín con los materiales circundantes (mortero de cal y arena). 

Revisión del tratamiento de las lagunas. Las de mayor tamaño presentan puntos débiles en cuanto a su función sustentante de las teselas del contorno de las lagunas y en cuanto a su consistencia superficial, al haberse detectado pequeños levantamientos de ese sustrato. Se propone para estos casos la aplicación de un nuevo mortero sintético con carga de arena lavada y de granulometría fina, que se superponga al antiguo una vez saneadas las partes desprendidas. Este nuevo mortero se elevaría hasta sujetar los bordes de las lagunas y así poder proteger y sostener las teselas que se encuentran en esos límites vulnerables. 

Unificación de los criterios de las reintegraciones cromáticas. Se propone la retirada de las reintegraciones imitativas de las teselas. En su lugar se crearía un fondo neutro por medio de un estarcido (pinturas acrílicas), sobre el que se realizaría un dibujo esquemático a línea, del desarrollo decorativo, para lo que previamente se habrían realizado los calcos de la decoración de los mosaicos. 

Aplicación de una capa de protección por medio de una resina acrílica (tipo Paraloid B-72), en baja concentración o disolución con la que se realizarán pruebas previas. 

Los Mosaicos

El hallazgo de los Mosaicos que se encuentran instalados en la última planta del Museo de Teruel tuvo lugar de manera casual en enero de 1964, cuando se realizaban trabajos de acondicionamiento en un bancal de una huerta, situada en la partida de la Vega de Albalate, por parte del propietario Antonio Bielsa Alegre, quien informó inmediatamente del hallazgo. El lugar donde se encontró el mosaico está situado a 2 kilómetros de Calanda por la carretera que conduce desde ese punto a Zaragoza, pasando por Albalate del Arzobispo, y situada en plena huerta calandina en un área denominada partida o Camino de la Vega de Albalate. 

Como resultado de este relevante descubrimiento, se paralizaron las labores agrarias que se estaban realizando, haciéndose cargo de la gestión la entonces directora del Museo Provincial de Teruel, Purificación Atrián Jordán y otros técnicos. Las excavaciones que se realizaron en las semanas siguientes constataron que se trataba de pavimentos policromados de opus tesselatum de tres estancias de una villa romana. Los mosaicos están profusamente decorados con variados motivos geométricos y figurativos (vegetales y animales). 

La primera estancia es la de menor tamaño y presenta una forma rectangular. La decoración elegida para ese pavimento es también la más sencilla del conjunto, pues el repertorio decorativo está basado en dos temas que se repiten combinados en toda la superficie formando unos espacios sin cerrar delimitados por líneas rectas que separan unos intrincados encadenamientos formados por un trenzado de dos cabos. Todo el mosaico está rodeado de una doble cenefa, en la que la exterior está formada por una sucesión de roleos afrontados, mientras que la interior presenta un trenzado de dos cabos, el mismo motivo que se repite en distintas direcciones adaptándose al circuito del diseño, en el resto del pavimento. 

La segunda estancia se comunica con la anterior por medio de un vano ligeramente descentrado hacia el lado derecho. Se considera que es la habitación principal de la villa, tanto por el tamaño como por las representaciones figurativas decorativas tan significativas. Dicha decoración se encuentra dividida en tres espacios, rodeados por una doble cenefa de gran anchura. La primera cenefa desarrolla un diseño con un doble almenado escalonado o meandro que al entrecruzarse produce visualmente el efecto de una suerte de sucesión de esvásticas.  La segunda cenefa, más ancha que la anterior, recorre solamente los lados mayores y presenta una compleja decoración cuyos motivos son una cadena de rombos concéntricos elongados, cuyos vértices coinciden con círculos, también concéntricos. En los triángulos que se forman en la parte externa de los rombos, se sitúan unas pequeñas representaciones de delfines. 

El espacio central de la estancia presenta seis recuadros con representaciones de animales: un caballo, un jabalí, una pantera,  un león, una mula y un leopardo. Cada uno de estos animales se encuentra acompañado de un fondo esquemático de paisaje.

Sobre la cenefa que se cierne sobre estas representaciones, se abre un vano con dos peldaños que permiten el acceso a la tercera estancia. La decoración de esta escalera


muestra una serie de ondas con hojas esquemáticas triangulares en su interior, mientras que la superior ofrece una secuencia de círculos y rombos. Por otro lado, el peldaño inferior está decorado con una secuencia de arcos de medio punto cobijando en su interior unas ánforas, mientras que la decoración del peldaño superior lo constituye la superficie que marca el grosor de los dos muros laterales del vano de acceso desde la segunda estancia a la tercera y presenta rombos elongados, peltas y paralelepípedos rectangulares en perspectiva. 

 

La tercera estancia se eleva sobre el nivel de las dos anteriores a una altura que le proporcionan dos peldaños situados en el centro y que están ubicados entre dos tramos de muro que dividen las dos estancias. Esta habitación, es la que presentaba el mosaico en peores condiciones de conservación, al encontrarse perdida gran parte de la superficie musivaria situada en la mitad izquierda. Se considera que su función podría ser la de comedor (triclinium o stibadium). Su forma semicircular, muestra una decoración compleja protagonizada por una triple cenefa con decoraciones geométricas exhaustivas que imprimen a esta estancia un movimiento helicolidal dominante por el sentido y disposición de dichas figuras. En el tímpano se desarrollan asimismo unas decoraciones basadas en una serie de hexágonos y círculos con figuras geométricas y florales que, con su diseño y movimiento, confieren también al conjunto un sentido helicoidal. 

 

En conjunto, la decoración de los tres mosaicos muestra un estilo abigarrado en las composiciones que se desarrolla por medio de un profuso repertorio de combinación de figuras geométricas y figurativas entre las que apenas se dejan espacios vacíos, una suerte de horror vacui que confiere a los pavimentos un gran protagonismo por la extrema utilización de los juegos y de las combinaciones de las decoraciones elegidas. 

Las excavaciones y traslado de los mosaicos al Museo de Teruel

El espacio excavado, así como el tiempo que duró la excavación, fue muy reducido, ciñéndose a la superficie que ocupaban las estancias con sus pavimentos cubiertos con los mosaicos. Las excavaciones comenzaron casi inmediatamente después del hallazgo (enero-febrero) y se terminó oficialmente el 27 de mayo de 1964, mes en el que se comenzaron los trabajos dirigidos al levantamiento de los mosaicos, tarea que se llevó a cabo durante el mes de agosto. 

Tras la retirada de los mismos se pudo constatar la calidad de los cimientos y la existencia de un sofisticado sistema de calefacción (hypocaustum) bajo el pavimento, sobre pilares con baldosas cuadradas cerámicas de unos 40 cm. de lado.

Una vez realizada la tarea del arranque de los mosaicos, todas las piezas en las que se habían dividido para posibilitar su levantamiento se trasladaron a un almacén de Calanda, lugar en el que se llevaron a cabo las tareas de restauración y del montaje parcial de las piezas. En octubre de 1965 se preparó en Calanda una pequeña exposición temporal de algunas de las partes consolidadas y restauradas, consideradas como las más representativas, de modo que se pudieran mostrar y exhibir en en el lugar de la procedencia de tan singular hallazgo. Posteriormente, casi todas las piezas en las que se hallaban divididas los mosaicos se trasladaron al almacén del Museo Provincial de

Teruel, exceptuando los fragmentos con las representaciones de los seis animales del mosaico de la segunda estancia, que se expusieron en la sede anterior del Museo de Teruel. 

Finalmente, se trasladaron, junto a las demás piezas de los mosaicos que se encontraban en los almacenes del Museo, a la nueva sede en la Casa de la Comunidad.