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Miguel Ángel Encuentra,  pintor de Aliaga: “El artista tiene que ser la voz de la sociedad, de otro modo no sirve de nada” Miguel Ángel Encuentra,  pintor de Aliaga: “El artista tiene que ser la voz de la sociedad, de otro modo no sirve de nada”
Miguel Ángel Encuentra ante uno de los cuadros de la exposición

Miguel Ángel Encuentra, pintor de Aliaga: “El artista tiene que ser la voz de la sociedad, de otro modo no sirve de nada”

El artista expone en el Museo de Teruel ‘Negro esperanza’, que podrá visitarse hasta el 22 de noviembre
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Miguel Ángel Encuentra es un pintor de Aliaga afincado en Barbastro que lleva décadas siendo una de las referencias de la vanguardia aragonesa. Hasta el 22 de noviembre expone Negro esperanza en el Museo de Teruel, donde una pieza central de 21 metros de largo que nunca hasta ahora podía haberse contemplado resume, de algún modo, dos décadas de quehacer creativo.

-Pensaba visitar el Museo de Teruel a menudo para envolverse de su obra, ya terminada, ahora no lo tendrá tan fácil con el confinamiento perimetral...

-Me hubiera gustado estar allí casi todos los días, porque para mí es como tener un hijo al que no puedo visitar, pero bueno... Tendré que hacer alguna visita de trabajo, porque quiero ir con un equipo de grabación a rodar un audiovisual en el Museo, y como será algo profesional no creo que haya problema en que el Museo me expida una autorización profesional. Para mí esta situación es un varapalo muy grande, porque montar esta exposición ha supuesto un gran trabajo, y realizado en tiempo record, y para mí es una necesidad pasear entre esos cuadros. Prácticamente la montamos en 9 o 10 días, con mucho stress y esfuerzo, y en ese sentido tengo que decir que el equipo del Museo de Teruel es increíblemente eficaz. 

-Son 21 cuadros pero la pieza central es el gran lienzo de 21 metros, ¿no es así?

-Toda la exposición forma una serie, que aunque no es la única en la que he trabajado, obviamente, llevo con ella desde antes de 2000. Ese gran lienzo, formado por 21 secciones, es el elemento fundamental que he ido desarrollando, y todas las experiencias plasmadas en los cuadros pequeños que lo acompañan iban siendo trasladados al gran mural. Cada uno de los cuadros pequeños presentan técnicas y procesos diferentes, lavados o decapaciones que forman parte de mi proceso creativo y que luego iba incorporando al lienzo grande. De alguna forma puede considerarse mi obra magna, aunque es verdad que paralelamente siempre voy trabajando en series diferentes. 

-¿Cómo fue el proceso de creación de ese gran lienzo, que nunca pudo ver en conjunto hasta que no estuvo finalizado?

-Fue pintando partes de tres metros cada vez, y los iba cohesionando hasta obtener las siete partes que formaban el total de 21 metros. Hace un año alquilé un estudio más grande y pude verlo dividido en tres partes de siete metros, y unos días antes de montarlo en Teruel lo saqué a la calle para verlo totalmente entero. Han pasado 21 años entre el primer cuadro y el último del mural, aunque entre los tres primeros y los tres últimos hay una relación cíclica, porque desde que concebí la obra sabía que el principio sería semejante al final, como una relación circular que tiene que ver con el ciclo de la vida.

-Una línea roja que va de principio a fin domina la composición... ¿qué interpretación le da usted?

-Es un símbolo de la gráfica económica, que apunta hacia una reflexión sobre la crisis, y el desastre al que nos está abocando. 

-¿Y el hecho de que esa línea roja salga del cuadro, salga del Museo y termine en una alcantarilla, en plena plaza?

-Yo lo veo como el final inevitable de todo esto, que nos lleva a las cloacas, a la miseria. Y también creo que le da un toque vanguardista. El espectador interpreta que hay dudas que se ciernen sobre la realidad, y para descubrirlas la línea te guía sobre las tres o cuatro cosas fundamentales que hay que descubrir en la obra. 

-El hecho de nacer en Aliaga ha marcado de algún modo su quehacer como artista?

-En Aliaga yo era un jovencito muy consciente de la insignificancia del ser humano. Vivíamos al pie de una gran central térmica e industrial donde las personas eran muy pequeñas, comparadas con las inmensas máquinas. Pero al regresar me di cuenta de que la realidad era otra, que el hombre no es insignificante sino significante. La central y todas las enormes máquinas habían desaparecido, pero el hombre, pequeñito o no, permanecía. Todo excepto el hombre se derrumba y se destroza. 

-¿Comenzó con la figuración o siempre ha sido un pintor abstracto?

-Empecé con el figurativismo, sí, pero pronto me decanté hacia la abstracción, porque me pareció que era la manera de aportar cosas nuevas, que implicaran cierta investigación. Hacer figuración me pareció como hacer planos, algo poco constructivo y reiterativo. Si no había investigación, procesos nuevos y diferentes, creo que no aportaba gran cosa. 

-Usted ha dicho que el arte amable, el que se recrea en la belleza puramente estética, no es realmente arte porque le falta el componente crítico...

-Desde luego. El arte no me convence si no viene acompañado de un compromiso crítico hacia lo que tenemos en la vida. Creo que el creador tiene que ser voz y conciencia de la sociedad, de otro modo no servimos para nada. Parafraseando a Gabriel Celaya, el arte es un arma cargada de futuro, y si no la utilizamos... ¿qué hacemos? ¿pintura retórica? ¿somos artesanos? No, el arte ha de comprometerse. 

-¿Por qué no participa en concursos de arte desde hace más de 30 años?

-El arte no debe ser competitivo. En Tauste montamos un certamen de arte que sirvió para reunir una interesante colección de arte, y llegué a la conclusión de que era mucho mejor no gastar dinero dando premios, y utilizarlo para adquirir obras y agrandar colecciones. Decidir qué cuadro es mejor a través de un concurso nunca me ha parecido honesto.