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Miguel de Molinos y la nada: un espacio de creación y de quietud frente al ruido exterior Miguel de Molinos y la nada: un espacio de creación y de quietud frente al ruido exterior
Uno de los cuatro lienzos que forman ‘Nada nunca es nada’, en el que Ricardo Calero reinterpreta el concepto de vacío fértil de Miguel de Molinos

Miguel de Molinos y la nada: un espacio de creación y de quietud frente al ruido exterior

Siete artistas contemporáneos reinterpretan al místico turolense en el Museo Provincial de Teruel
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La nada como campo fértil, como hoja en blanco antes de empezar a ser escrita y como crítica al ruido y al exceso de estímulos es la protagonista de El baluarte de la Nada, la exposición que ayer fue inaugurada en el Museo Provincial de Teruel donde permanecerá hasta el 18 de enero.

Un grupo de siete artistas muy diferentes y heterodoxos entre sí homenajean, a través de 21 obras, al escritor y místico Miguel de Molinos (Muniesa, 1628-Roma 1696), teólogo “radical y adelantado a su tiempo”, como aseguró el comisario de la muestra, Alejandro Ratia, que a través de sus obras reivindicó el silencio, el ostracismo, la ausencia, la contemplación y la indiferencia ante los bienes terrenales.

Los artistas Charo Pradas -natural de La Hoz de la Vieja-, Ricardo Calero, Jacobo Castellano, Inma Femenía, Álvaro Negro, Fernando Sinaga y Susana Talayero -estos tres últimos estuvieron ayer en la presentación de la muestra en el Museo de Teruel- rinden tributo desde la escultura, la pintura, la instalación o la fotografía del quietismo de Molinos que proponía la unión con Dios a través de la paz y la quietud interior. Una doctrina que chocaba -y sigue haciéndolo- con la Iglesia católica de la época, lo que llevó a Molinos a ser acusado de herejía y morir ejecutado por el Santo Oficio.

 

Susana Talayero y Álvaro Negro frente a una de las piezas de la primera


Ratia explicó ayer que la selección de los siete artistas participantes responden a varios criterios, entre ellos el de “establecer un diálogo intergeneracional entre artistas plenamente consolidados, como Fernando Sinaga, y otros jóvenes y emergentes”. Por lo demás la disparidad entre sus formas de expresión es precisamente la que “permite generar un discurso coherente”. “Hay un espíritu común en los autores pero ningún paralelismo formal entre las obras, lo cual es muy importante porque demuestra que el mismo asunto se puede abordar de formas muy diferentes”.

Así, Fernando Sinaga desarrolla esculturas y objetos simbólicos en cuanto a la representación de esa “nada”, con piezas sobre el suelo, que se bajan del pedestal donde suelen estar situadas y que hablan del mundo de la alquimia y los materiales, “que para regenerarse y vivir, antes tienen que pudrirse y morir. Nos enseña que la putrefacción, la conversión en nada, es el preámbulo de la vida”, afirmó Ratia.

Ricardo Calero explora la nada fértil donde lo más pequeño e insignificante es pura potencia creadora, a través de un lienzo en el que un dedo realiza un orificio mínimo a partir del cual puede desarrollarse todo lo demás.

Álvaro Negro muestra un tratamiento de la nada que tiene que ver con su representación pictórica. Son lienzos encuadrados por marcos italianos adquiridos en anticuarios, venerables, que “sitúan la obra a caballo entre los siglos XVII y XXI”.

 

Alejandro Ratia (izda.) conversa con José Luis Rodrigo y responsables del museo


Por su parte Susana Talayero invita a recordar lo vacío del cuerpo y la mente humanos a través de una instalación en la que las calaveras y las flores marchitas representan lo efímero.

Charo Pradas, pintora turolense, presenta varios lienzos que juegan con la concepción de la niebla, “en el sentido de ser un límite entre el espacio en el que vivimos y el otro, y del que desconocemos su naturaleza”, afirmó el comisario de la muestra.

Jacobo Castellano, por su parte, expone dos piezas en madera que representan un parapeto, “en el sentido no de algo que oculta la realidad, sino que nos protege de una luz excesiva” según Ratia.

Por último Inma Femenía, la más joven de los artistas participantes, presenta un gran espejo negro que habla del mundo hipercomunicado, interpretando a Miguel de Molinos desde una perspectiva milenial. “Al contrario de lo que tendemos a pensar, una pantalla en negro, apagada como esta, lo contiene todo, todas las posibilidades. La que está encendida solo nos aturde con su ruido, limitado y finito, mientras que en la oscuridad es cuando todo lo es en potencia”.

 

‘El baluarte de la nada’ consiste en la interpretación de siete artistas contemporáneos de las enseñanzas del místico turolense Miguel de Molinos

¿Por qué Molinos?

Alejandro Ratia, comisario de la exposición producida por la Fundación Ibercaja y el Museo Provincial de Teruel, explicó la propiedad del homenaje a este místico nacido el Muniesa. El crítico recordó que José Ángel Valente “nos descubrió a Molinos con su edición crítica de su Guía Espiritual”, la obra obra más influyente del escritor turolense, “y lo situó en la cresta de la montaña mística, compañero de Santa Teresa y San Juan, formado la triada de la mística española”.

La peculiaridad de Miguel de Molinos es que, siendo el menos conocido, “fue el más radical, lo que le llevó a morir en las prisiones del Santo Oficio”. Tanto es así que se convirtió en un referente para los escritores espirituales del mundo cristiano reformado, “así que fue mucho más conocido en Alemania, Inglaterra o Estados Unidos que en España”.

Su radicalismo se centraba en la reivindicación de la nada, del vacío, “pero no de un vacío nihilista que no nos conduce a ningún sitio”, recordó Ratia, “sino a una nada fértil, que se parece a aquella nada que precede, a esa de la que todo nace en el momento de la Creación”.

 

Una de las piezas, en cera de abejas, de Fernando Sinaga


Siendo una obra concebida para educar el alma de sus discípulos, su Guía Espiritual es tan potente que “se puede entender como una teoría estética”, según Ratia. Y para apoyar esa tesis, Alejandro Ratia mencionó tres de las frases que se pueden extraer de ese libro cuyo subtitulo original era, significativamente, “Que desembaraza al alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la interior paz”.

Las frases son “debes preparar tu corazón a la manera de un papel el blanco”, lo que en opinión de Ratia es “pura teoría estética”. La otra es “no hay más razón que no mirar la razón”, un precepto que “hubieran firmado los surrealistas en su manifiesto estético”. La tercera sienta doctrina en cuanto a que “al llegar a la contemplación, al fin, hay que cesar los medios, no insistir en ellos”, una vocación que enlaza de lleno con algunas de las estéticas contemporáneas que tienen que ver con el minimalismo y la limitación de elementos.

Durante la presentación oficial de El baluarte de la nada, ayer, la directora del Museo de Teruel, Beatriz Ezquerra, presentó al presidente de la Fundación Ibercaja, José Luis Rodrigo, quien insistió en la calidad de la muestra y en lo heterodoxo de sus autores, “un grupo que combina artistas consolidados con creadores emergentes”, e invitó a los turolenses “a disfrutar de la reivindicación que plantea la muestra a la nada, en un mundo en el que cada vez es más difícil pararse y reflexionar”.

Por su parte Beatriz Redón, diputada provincial, destacó que gracias a la colaboración entre el Museo Provincial y la Fundación Ibercaja llegue hasta Teruel “una propuesta de arte contemporáneo de relevancia nacional, que además nos permite recordar y homenajear la figura de un místico y escritor nacido en Muniesa”.
 

Una de las pinturas de la turolense Charo Pradas que se exponen en el museo