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Moreno y Persa plasman el Albarracín que ven y sueñan en una muestra repleta de color Moreno y Persa plasman el Albarracín que ven y sueñan en una muestra repleta de color
Imagen del día de la inauguración de la muestra en el Museo de Albarracín y a la que asistió numeroso público

Moreno y Persa plasman el Albarracín que ven y sueñan en una muestra repleta de color

El museo de la localidad alberga Ítaca, compuesta por cuadros dedicados a la ciudad
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Cruz Aguilar

A Isidoro Moreno e Irene Persa les gusta pintar al natural, les gusta pintar en Albarracín. Cada año regresan durante el Curso Superior de Pintura de Paisaje –él como profesor y ella como alumna– y alguna otra vez durante el año. Les encanta distribuir en su paleta el cromatismo que les ofrece la ciudad, que sienten como propia, y repasar sus miles de recuerdos, puesto que es ahí donde sellaron un amor que se inició con la pintura. Ambos muestran cómo se refleja esa pasión por un lugar en Ítaca, la muestra que entre los días 8 de julio y 3 de septiembre se puede visitar en el Museo de Albarracín.

Es la primera vez que exponen juntos en Albarracín, un icono en la trayectoria artística de los dos, y tanto Persa como Moreno apuntan que la selección de las obras no fue fácil. Tuvieron que elegir 27 cada uno que representan lo que para ellos es la ciudad y que reflejan su forma de verla.

Isidoro Moreno plasma con su trazo lo que tiene delante y apunta que, si el paisaje es sereno y sobrio, su pintura se torna calmada y paciente. Pero Albarracín es “inquietante”, recibe multitud “de información que se apresura vertiginosa” hasta él y por eso su pincelada se torna expresionista. Parte de la figuración, pero la imagen roza la abstracción fruto de los sentimientos que le produce lo que ve. La versatilidad de su obra hace que no le guste encasillarse, aunque reconoce que podría acercarse a la corriente postimpresionista.

Sin encasillar

Tampoco a Irene Persa le agrada enmarcar su pintura en un estilo concreto e indica que tiene obras más naturalistas y otras oníricas, “más imaginativas en cuanto el color”. Especifica que algunas parten de una imagen imaginada, como una de las muestra ahora en Albarracín, que es una ensoñación nocturna sobre las montañas de la ciudad. Eso sí, independientemente del estilo, lo que queda fuera de toda duda es el manejo que hace del color.

La historia de amor de Isidoro e Irene se inició en los óleos puesto que ambos se vieron totalmente reflejados en la pincelada del otro. Se conocieron en persona en 2017 en Albarracín, durante el Curso Superior de Pintura de Paisaje en el que él era profesor y ella asistió como alumna.

“Conocí a Irene a través de redes sociales y me vi muy reflejado en su pintura. Mi paleta y mis intereses conceptuales son diferentes, pero el lenguaje de la pincelada es muy similar”, especifica Moreno. A Persa le resulta “muy enriquecedor” ver cómo  su ahora marido se enfrenta a la pintura: “Tenemos una forma muy parecida de comprenderla y aprendemos mucho el uno del otro”, dice.

No es la primera vez que ambos cuelgan su obra juntos, ya lo hicieron en Suances, Cantabria, pero la muestra que ahora hay en el antiguo hospital de Albarracín tiene un gran simbolismo puesto que se conocieron en la ciudad y ésta supone siempre su punto de  reencuentro con la pintura.

Recorrido visual

Ambos están muy contentos con la configuración de la muestra tanto por la iluminación como por la distribución que ha hecho la Fundación Santa María, que ha llevado a cabo un “encaje de bolillos” cuyo resultado es “un recorrido visual que funciona muy bien”, reconoce Moreno.

El reconocido pintor y profesor plantea los serios problemas que para él entraña hacer una selección de sus propios cuadros. “Tengo mucha obra y es muy difícil elegir porque soy muy autocrítico y siempre me surgen dudas”, comenta. Indica que Zobel decía que “una obra no se acaba, sino que se agota”, y él añade que “cuando crees que el tema está resuelto la abandonas y, al observarla al cabo de los meses o los años te planteas otra vez muchas dudas”, dice.

En cuanto a los intereses, Moreno concreta que le atraen los temas complejos, esos que le permiten sacar la esencia, como el río, la arquitectura y la montaña que se dan en Albarracín, cuya “atmósfera indescriptible” supone un reto constante.

Eso sí, comenta que para Ítaca ha elegido trabajos que han surgido “de un largo estudio y de muchas sesiones”, y ha mezclado algunos cuadros de sus primeras visitas a Albarracín con obra mucho más reciente.

Irene Persa, por su parte, ha seleccionado algunas de sus obras oníricas y las ha combinado con otras más naturalistas y plantea que “aunque la muestra no es muy extensa por el espacio disponible sí resumen bastante bien” el trabajo de ambos artistas.

Persa ya ha expuesto en Albarracín, concretamente en la Torre Blanca puesto que en 2018 fue la ganadora de la Beca de Pintura de Paisaje. También Isidoro Moreno ha colgado sus cuadros en la ciudad, aunque es la primera vez que ambos combinan sus obras. La muestra, que estará en el Museo de Albarracín hasta septiembre, mezcla formatos, temas y colores para ofrecer un resultado que cautiva al visitante.