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Oliver Laxe, director de ‘Sirât’: “La vida tiene sus reglas  y para tomar un buen fruto hay que subir al árbol y arriesgar” Oliver Laxe, director de ‘Sirât’: “La vida tiene sus reglas  y para tomar un buen fruto hay que subir al árbol y arriesgar”
Oliver Laxe, durante su visita ayer a Teruel. Antonio García / Bykofoto

Oliver Laxe, director de ‘Sirât’: “La vida tiene sus reglas y para tomar un buen fruto hay que subir al árbol y arriesgar”

160.000 espectadores han visto ‘Sirât’ en dos semanas
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Recién llegado de Valencia, donde el lunes llenó de público cinco sesiones en los Cines Lys, y con Donosti y Asturias en su agenda a corto plazo, Oliver Laxe atendió este martes a los medios en Teruel, donde quiso compartir su película, “porque ese trabajo también es importante”.

-Crítica y público describen ‘Sirât’ como una de las grandes pelis del año, y al mismo tiempo destacan su capacidad de hacérselo pasar mal al público... ¿esto no es paradójico?

-Yo creo que la vida tiene sus propias reglas. Y es paradójica, creo que ahí está precisamente la esencia de todo. Los mejores frutos nunca están al alcance de la mano. Hay que subirse a un árbol y eso es arriesgado y duele. Piensa en un parto. Eso es una película de terror, es una muerte para la mujer, y sin embargo nunca está tan conectada a la vida como en ese momento. Tú pon un parto en la gran pantalla y verás cuantos desmayos hay.

-Y cuanta gente sale del cine...

-Pero la gente no se está yendo del cine cuando ve Sirât. Hubo un artículo en El País que evocaba esto, pero muy torpemente. Yo hablo con los exhibidores y la gente no se va del cine durante la película. Lo que nos está llegado es todo lo contrario. Y efectivamente es una película dura, pero hay premio, hay fruto.

-Quizá estamos muy acostumbrados al cine amable, a ficcionar la vida amablemente...

-Estamos acostumbrados a consumir historias. Insisto. A consumir historias. Y lo que esta película propone es una experiencia fuerte. Yo creo que el espectador anhela salir del cine transformado, un poco tocado, conmovido profundamente. Y tal y como está funcionando en cartelera la película está mostrando la madurez de los espectadores. Hacer una película verdaderamente transversal, que encuentre su lugar en festivales, prensa, cinefilia internacional y público popular es muy difícil. En diez días en cartelera hemos hecho 160.000 espectadores... es que estamos por delante de Mission Imposible, y yo no soy Tom Cruise, que soy de Lugo.

-Y eso que arriesgaron estrenando en junio... no es un buen mes para buscar un taquillazo.

-En eso hemos sido valientes pero creo que ha sido un acierto. Efectivamente junio no es un buen mes para estrenar porque van a salir muchas comedias, acaba el colegio y es tiempo de sacar muchas películas familiares... Pero la ventaja que tenemos es que el premio de Cannes está muy caliente, está en la cabeza de todo el mundo, y en nuestro ámbito no tenemos competencia, porque en estos meses no suelen estrenarse películas de autor. No es lo habitual.

-No es el único escenario turolense de la película, pero Barrachina forma parte integral de ‘Sirât’. Puede que parezca una exageración pero no se entendería sin ese barranco.

-Como ya dije en su día me enamoré de ese lugar, porque para mí los lugares son mucho más que simples sitios. Me adapté al barranco y escribí para aprovechar su belleza. Surgieron nuevas ideas porque la belleza de un paisaje me lleva a hacer esas cosas. Soy bastante panteista y la naturaleza es clave en mis películas. No es un decorado, es la historia. El paisaje y la naturaleza forma parte de las historias que quiero contar.

-Volviste a rodar esta película en 16 mm... Eso no es lo habitual y complica las cosas. ¿Cuál es el por qué de esa decisión?

-No es lo más habitual en España, pero Tarantino o Nolan ruedan en 16 mm. Tú y yo somos química, no somos píxeles. Y aunque luego se digitaliza la imagen, la capacidad de penetración de una imagen hecha en celuloide traspasa el cuerpo humano. Es un misterio pero sucede. Los colores, las texturas, los planos nocturnos no son iguales... El 90% de los cineastas del mundo preferirían rodar en película química, otra cosa es que por circunstancias tengas que rodar con equipos digitales o prefieras poner el dinero en otra cosa.

-Contar con actores no profesionales también fue una decisión arriesgada...

-A mí me gusta la gente y me gusta la verdad. Y el colectivo ravero es un colectivo frágil que no tiene miedo de mostrar su fragilidad. Es muy fuerte poner la cámara delante de alguien sin experiencia, por la energía que desprende. Es como un coche al que hay que empujar... al principio cuesta, tienes que buscar una cuesta abajo, unas pinzas para la batería, pero cuando arranca funciona perfectamente. Y Sergi López es un actor generoso y muy pedagógico.

-Cuando la película se rodó en Teruel se barajaba como título ‘After’...

-Ha tenido muchos títulos, ese no me gustaba. Una película compleja, con tantas capas, es difícil de sintetizar con un nombre.

-¿La financiación pública del cine inhibe la libertad del creador?

-Sobre la libertad del autor, la responsabilidad recae siempre en él. En teoría en películas con más financiación puedes tener menos libertad, pero depende del momento en el que estás. Yo estaba en un buen momento, con los hermanos Almodóvar y Movistar Plus. Y he sentido presiones, pero la clave es cómo de fuerte y seguro estás ante ellas. Al final la decisión es tuya y tienes que asumirla sin miedos. Hay que ser valiente.

En esta película hay un buen equilibrio de dinero público y privado, y el hecho de que Movistar Plus financie una película como esta es síntoma de la madurez del cine español. Y la financiación pública del cine es necesaria para que haya autores como yo que podamos estar en la primera fila mundial. ¿Cómo se puede cuantificar que un película gane un premio en Cannes, o vaya a los Oscar? Es imposible.

-Usted es un artesano del cine. ¿Llegará un día en el que los directores recrearán sus localizaciones en un estudio gracias a la tecnología, o incluso la inventarán con ayuda de la IA?

-No tengo miedo al respecto. La esencia del alma es algo que ningún algoritmo puede imitar. Pones en la IA ‘haz una peli como Sirât’ y estalla la máquina. (Risas). No quiero parecer arrogante, pero lo que quiero decir es que hay una regla no escrita del cine que dice lo que ocurre detrás de la cámara también aparece en la imagen. Si no hay verdad se te va a colar en el plano. Ojo, la tecnología hará películas buenas, pero si un árbol no es de verdad no te hace sentir lo mismo que uno que sí lo es.

-Pero el cine es el arte de la mentira...

-Cierto. A través de la mentira se puede evocar la verdad. Pero esa otra mentira sería menos intensa y profunda que la que haces con gente de verdad, con árboles de verdad y con películas analógicas. A mí todo eso no me preocupa, en cualquier caso lo que venga estará bien. Alguien tendrá que hacer el trabajo sucio y hay caminos que no nos llevarán a ningún sitio y habrá que desandarlos... Todo está en un guion muy bien escrito.

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