Síguenos
Once artistas exploran el espacio público y privado como fuente de protección y felicidad Once artistas exploran el espacio público y privado como fuente de protección y felicidad
El espacio arquitectónico ‘Centrifuga’ de Mónica Alonso está concebido para adoptar un papel activo en el bienestar de quien lo habita. M. A.

Once artistas exploran el espacio público y privado como fuente de protección y felicidad

‘Espacios y vulnerabilidad’ puede verse desde hoy hasta el 14 de abril en el Museo de Teruel
banner click 244 banner 244

Espacios y vulnerabilidad es el título de la nueva exposición temporal que podrá verse en el Museo Provincial de Teruel desde hoy, cuando sea oficialmente inaugurada, hasta el próximo 14 de abril. Once artistas de dentro y fuera de España, entre ellos el fotógrafo turolense Pedro Pérez Esteban, concurren en una muestra que pone el acento en la vulnerabilidad del ser humano y el papel del espacio, privado y público, como lugar de seguridad.

Carlos Pazos, Teresa Lanceta, Javier Campano, Javier Tudela, Mayte Vieta, Mónica Alonso, Montserrat Soto, Alicia Framis, Alexander Apóstol, Pedro Pérez Esteban y Lara Almarcegui son los artistas que participan con una selección de obras heterogéneas que interpelan directamente a la conciencia colectiva e íntima de diversos espacios y sus vulnerabilidades. La exposición invita al espectador a reflexionar sobre los lugares relevantes en su vida y la del resto de los seres, la forma de ocuparlos, sentirlos, respetarlos, compartirlos, adaptarlos, hacerlos suyos y, sobre todo, expandirlos siempre que sea necesario.

Bajo el comisariado de Nerea Ubieto, esta muestra tiene por objetivo “indagar en la ambigüedad de los espacios y sus significados mediante una selección de obras de la colección del Museo de Teruel que proporcionan diversas perspectivas (cotidianas, sociales, políticas, espirituales) relacionadas con la vulnerabilidad humana”. La muestra está filtrada por los meses de pandemia de covid-19, y es interesante comprobar como esa experiencia traumática, que convirtió los espacios privados y domiciliarios en reductos de protección pero también en prisiones forzadas, determina ahora la concepción de espacio que existe entre los artistas.

Beatriz Martín, Nerea Ubieto y Beatriz Ezquerra (de izquierda a derecha), ayer en el Museo. M. A.

Ubieto, que en 2019 comisarió una exposición del pintor turolense Fernando Romero en el Museo de Teruel -a resultas de la cual surgió este proyecto-, presentó ayer la exposición junto a vicepresidenta primera de la Diputación y diputada delegada del Museo Provincial, Beatriz Martín y Beatriz Ezquerra, que ejerce como directora del Museo de Teruel en funciones tras la jubilación de Jaime Vicente Redón, y en tanto en cuanto se resuelve el proceso selectivo de la persona que estará al frente durante los próximos años.

Como apuntaba ayer Ubieto “algunos espacios sirven para protegernos, actúan como refugio, escapatoria o bálsamo frente a una situación de emergencia; otros se asocian con el peligro, la agresión o la precariedad. Sin embargo, su significado no es intrínseco ni inalterable, sino variable y sujeto a un contexto determinado. Alejados de extremos blancos o negros, los valores atribuidos a los espacios se modulan, resemantizan y transforman continuamente. Las piezas de la muestra trazan un recorrido, por toda esta una gama de grises, desde la mirada individual a la colectiva, permitiendo trasvases y entrelazamientos entre ambas”.

Instalación de Carlos Pazos que da la bienvenida al visitante del Museo. M. A.

El horario del Museo en el que se puede visitar la exposición se extiende de martes a viernes, de 10 a 14 horas y de 16 a 21 por las tardes, y los sábados y domingos entre las 10 y las dos del mediodía. Los lunes el Museo permanece cerrado.

La exposición toma como eje articulador de la primera parte del discurso una casa de muñecas, perteneciente a la colección etnográfica del Museo. Las obras de Carlos Pazos, Teresa Lanceta, Javier Campano, Javier Tudela, Mayte Vieta y Monserrat Soto ayudan a recorrer algunos de sus escenarios en miniatura en relación a conceptos de la realidad cotidiana de la vivienda y sus aledaños.

En el salón, remitiendo a la idea de la casa como escaparate identitario, podrían ubicarse las instalaciones de Carlos Pazos, una invitación a introducirse en el esapcio más personal del artista de la mano de sus referentes, imágenes y recuerdos ligados a su infancia.

El trabajo de Teresa Lanceta, basado en el textil, nos lleva a la habitación de las labores y acentúa el espacio del hogar que durante años se ha asociado culturalmente a lo femenino.

En el ático se ubica el taller del pintor; la escultura del estudio de Javier Tudela nos habla de la disolución de las fronteras entre el trabajo y la vida ociosa, en especial dentro del mundo del arte. Las fotografías de Javier Campano ponen el foco en diversos rincones domésticos y nos invitan a reflexionar sobre lo que significan para nosotros después de la pandemia. En nuestra casa de muñecas podríamos estar en la habitación de la máquina de escribir o, trasladándonos a la actualidad, en un despacho improvisado por el auge del teletrabajo.

Ubieto frente a una casa de muñecas que forma parte de la colección permanente sobre etnografía del Museo. M. A.

Las cajas de luz de Mayte Vieta traspasan las paredes de la casa hacia el entorno exterior, ese que nos fue vetado durante el confinamiento a excepción de ciertos espacios concretos y privados. Su jardín se muestra como microuniverso de paz y placer, una puerta privilegiada de conexión directa con la naturaleza.

Cuando la opción de salir al exterior no es posible, solo queda el viaje onírico o mental: las fotografías de Monserrat Soto muestran sutiles horizontes blancos de unas islas finlandesas que reflejan el paisaje interior de la propia artista.

De lo individual a lo colectivo

En sintonía con la estimulación del bienestar emocional del visitante, el espacio arquitectónico de afectación corporal creado por Mónica Alonso, sirve de tránsito hacia la segunda parte del discurso expositivo donde se produce un desplazamiento desde la transformación individual a la colectiva, mediada siempre por el elemento espacial. Las obras de Alicia Framis, Alexander Apóstol, Pedro Pérez Esteban y Lara Almarcegui tienen un componente más político y documental de la realidad actual, relacionando la arquitectura y el urbanismo con las urgencias sociales. Los proyectos buscan provocar una toma de conciencia frente a las condiciones de vulnerabilidad asociadas a las viviendas, las ciudades, las redes urbanas y el mundo compartido que habitamos.

La potencia de los edificios y las ciudades para provocar un cambio social es el centro del proyecto de Alicia Framis iniciado en 2007 en Shanghái, donde reflexiona sobre las relaciones sociales represivas e inestables que existen en China y diseña prototipos 3D de edificios para proponer nuevas formas de habitar y convivir.

Pieza presentada por Teresa Lanceta. M. A.

El trabajo de Alexander Apóstol utiliza el arte como generador de propuestas que estimulan un sentido comunitario y el análisis de la ciudad contemporánea latinoamericana como paradigma del desengaño moderno.

La modernización de las ciudades trae como consecuencia cambios laborales, paisajísticos y relacionales. En este sentido, las fotografías de Pedro Pérez Esteban, artista turolense, muestran el pasado industrial y minero de Teruel a través de la documentación de restos arquitectónicos que han permanecido como fantasmas de un auge productivo con beneficios agridulces.

Finalmente, los vínculos entre poder, control territorial y construcción han sido preocupaciones principales de Lara Almarcegui. La serie de imágenes expuestas plantean otra posibilidad de acoger el espacio donde vivimos, no desde la aceptación de propuestas asignadas que esconden intereses políticos e institucionales, sino haciéndonos cargo del lugar que queremos habitar.

El redactor recomienda