

Además de las reseñadas en el artículo de ayer, otra de las películas de la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián que me sorprendieron gratamente fue Winter of the Crow (titulada en español La conspiración del cuervo), un filme sobre una profesora británica experta en psiquiatría que viaja en 1981 a Varsovia para dar una conferencia y se ve envuelta en una conspiración del Partido Comunista, entonces en el poder, para reprimir las revueltas obreras del sindicato Solidaridad, liderado por Lech Walesa. La acción trepidante, las brillantes interpretaciones y la turbadora ambientación consiguen hacernos partícipes de aquellos tiempos revueltos en la Polonia del autócrata Jaruzelski, y alertarnos sobre la naturaleza de los regímenes totalitarios.
Igualmente me gustó de esta sección la serie de TV vasca Zeru ahoak (en castellano, Bocas de cielo), un thriller en el que una ex detective investiga las muertes de unas jóvenes prostitutas en las que está involucrada la policía. Y me sorprendió la japonesa Sai (Desastre en español), dirigida al alimón por Yutaro Seki y Kentaro Hirase. Es un relato oscuro y desasosegante sobre un asesino en serie que se dedica, sin motivo aparente, a matar a personas con las que toma contacto y luego les corta un mechón de pelo para su macabra colección.
Me resultó perturbadora la francesa Le cri des gardes, ambientada en una obra a punto de finalizarse en África Occidental. Con un carácter claramente teatral, donde imperan los diálogos, la historia transcurre en una sola noche. Un ingeniero de la obra recibe la visita de su prometida mientras discute con un hombre de color que se encuentra fuera del recinto para que le entregue el cuerpo de su hermano fallecido durante el trabajo.
Muy interesante me resultó Jianyu Laide Mama, un filme chino dirigido por Qin Xiaoyu. Basado en hechos reales, cuenta la historia de una amable mujer que está en la cárcel por haber asesinado a su marido en un arranque de cólera debido a que la maltrataba a menudo. Al recibir un indulto inesperado, se dirige a la casa de su suegra para recuperar a su hijo, quien no está preparado para la nueva vida con su madre en la ciudad. El filme tiene la particularidad de que está protagonizado por la misma mujer a la que le ocurrieron los hechos que se relatan.
Por contra me dejaron algo frío algunas películas como Dos pianos, del francés Arnaud Desplechin, donde se narra una historia un tanto tópica sobre dos antiguos amantes que se encuentran después de un tiempo y el fuego amoroso vuelve a prenderse. Lo mejor, las interpretaciones de la siempre sugerente Nadia Tereszkievicz y de la madura Charlotte Rampling. Tampoco logró seducirme la argentina Las corrientes, pues me resultó lenta y algo tediosa; en ella una joven estilista que lo tiene todo en la vida entra en un estado de ansiedad y depresión. A recordar la composición de los planos, el uso de los colores y una poderosa banda sonora.
Me pasó lo mismo con Ballad of a Small Player (titulada Maldita suerte en castellano), del alemán Edward Berger (director de Cónclave, presentada el año pasado en el Festival), aunque por diferentes razones, pues aquí la acción es palpitante, aunque algo previsible, y la música está a un volumen altísimo. Va sobre un empedernido jugador en horas bajas que pretende saldar sus deudas en uno de los casinos asiáticos de Macao. La saturación de colores y las situaciones creadas parecen un refrito de las películas de Wes Anderson y de Wong Kar-wai. A destacar las interpretaciones de Collin Farrel, el protagonista, y de la camaleónica Tilda Swinton; también se quedaron en mi retina los inspirados créditos finales. Tampoco ‘Franz’, un filme de la polaca Agnieszka Holland, me acabó de convencer. Es un biopic de la vida del escritor universal Franz Kafka, donde alterna secuencias ficcionadas de su biografía, en blanco y negro, con otras semidocumentales y en color del museo que sobre él existe en su Praga natal. Un cóctel que, a mi juicio, no llega a cuajar.
Perlak
La sección Perlak exhibe películas que han ganado premios o han sido seleccionadas en otros festivales. Una de las más interesantes fue La Grazia, de Paolo Sorrentino, de quien se proyectó el año pasado la fascinante Parthenope. La Grazia (La belleza de la duda) nos muestra a un imaginario presidente de la República italiana entrado en años, interpretado por Toni Servillo, al que le faltan pocos meses para finalizar su mandato, pero antes debe decidir sobre dos delicadas peticiones de indulto y sobre la aprobación de la polémica ley de la eutanasia. Sorrentino ha vuelto a sorprendernos en su última cinta con una historia a ratos divertida y a ratos melancólica, pero siempre exagerada y un tanto grandilocuente, con una estética basada en unas bellas imágenes de Roma y del Palacio del Quirinal, potenciadas con músicas diversas, desde la clásica al tecno.
Disfruté un montón siguiendo los avatares del genial cineasta Jean-Luc Godard para filmar Al final de la escapada en 1960, pues de eso trata Nouvelle Vague. Dirigida por el siempre interesante Richard Linklater (autor de la trilogía Antes de… y de Boy Hood), en ella descubrimos cómo Godard rompió las reglas del cine clásico, como los 180º y el raccord, además de apoyarse en la improvisación, los diálogos espontáneos y la luz natural. Rodada en blanco y negro, es una verdadera delicia para los amantes del cine.
(Continuará mañana)