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Una mirada necesaria e insustituible a la guerra civil en el valle del Jiloca Una mirada necesaria e insustituible a la guerra civil en el valle del Jiloca
Joaquín Benedicto es uno de los testimonios en primera persona que se repasarán durante las jornadas de Amarga Memoria y Memoria Democrática en el valle del Jiloca que arrancan hoy. El Molino Audiovisual

Una mirada necesaria e insustituible a la guerra civil en el valle del Jiloca

El Teatro de Calamocha acoge desde hoy jueves unas jornadas sobre la Memoria Democrática
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La II República, la guerra civil y la posguerra en España ha inspirado numerosas investigaciones, ensayos, ficciones y creaciones artísticas de todos los ámbitos, pero con desigual distribución temática, cronológica y geográfica, de suerte que todavía quedan muchos aspectos relevantes por investigar y difundir. Así lo piensa Serafín Aldecoa, historiador turolense, para quien “la II República en Teruel es muy desconocida, al igual que la propia guerra civil, más allá de la Batalla de Teruel”.

Esa será una de las afirmaciones que argumente esta tarde durante la primera ponencia de las Jornadas Amarga memoria y Memoria democrática en el Valle del Jiloca, que arrancarán a las 19.30 horas de hoy jueves en el Teatro de Calamocha y que, con el titulo Una retrospectiva divulgativa y crítica, se prolongarán hasta el sábado.

Aldecoa abrirá el turno de ponencias a partir de las 20 horas, con la única comunicación que tendrá lugar hoy, y que con el título Panorama historiográfico de la República y Guerra Civil en Teruel (1931-1936) trazará un plano de las publicaciones científicas, historiográficas y divulgativas que, especialmente durante las dos últimas décadas, se han publicado.

La primera conclusión a la que ha llegado Aldecoa es que la toma de Teruel en el invierno de 1937-38 ha canibalizado el resto de estudios sobre la guerra civil en la provincia. Y aunque la Batalla de Teruel tuvo su relevancia incuestionable, quedan en el tintero numerosos aspectos por los que se ha pasado de puntillas. “Cada territorio tuvo su dinámica, pero desde los años 40 con la mitificación del heroísmo de Teruel y de personajes como Aguado o Polanco se trató en profundidad la guerra en la capital, dejándose de lado el Bajo Aragón o el Jiloca”. Aldecoa sostiene, por ejemplo, que apenas hay bibliografía exhaustiva publicada sobre las actividades de las columnas milicianas. “Solo la Columna de Hierro está más o menos estudiada, y normalmente por autores vinculados al anarquismo”.

Angelines Ruiz y Juan Gómez, en el aula del Convento de Calamocha donde fueron alumnos a finales de los 40. El Molino

Según el historiador esa falta de publicaciones es todavía más notoria en el caso del periodo republicano en Teruel, “el gran desconocido de la historia de nuestra provincia”. Aldecoa, cuya última obra, De la sublevación a la batalla de Teruel, palía parte de ese vacío, explica que quedan por documentar y analizar muchos aspectos interesantes, “como la Ley de Congregaciones de 1933, que provocó un grave problema de falta de maestros en muchos pueblos al ser expulsados los religiosos, de quienes dependía la educación en muchos lugares, hasta que Lerroux derogó esa Ley”. O sobre el inicio del anarquismo o de los movimientos obreros, tema sobre el que Aldecoa publicó en 2016 Los primeros sindicatos mineros de Teruel (1928-1938), “y que tiene muchas características propias en Teruel, porque en Beceite y Valderrobres, por ejemplo, ya existían Juventudes Libertarias en la república”. Tampoco existe demasiada bibliografía de referencia, en su opinión, sobre la Reforma Agraria o las colectividades en Teruel. “Julián Casanova ha escrito excelentes libros y artículos sobre las colectividades, pero en el conjunto de Aragón”. “Hay algunos estudios concretos como el de Mas de las Matas”, de Gastón Leval, “pero en general apenas hay cosas publicadas”. Y eso que, a diferencia del periodo bélico, durante la república “hay abundante bibliografía gracias a la prensa, porque en los cinco años de 1931 a 1936 hubo cuatro periódicos en Alcañiz y una docena en Teruel”.

Además todo este material está necesariamente fragmentado, ya que además de libro o monográficos buena parte de los estudios parciales han aparecido en revistas, muchos de ellos en las que se publican desde los Centros de Estudios locales y comarcales. Aunque no en todos los casos tienen el rigor profesional que sería de desear, estas revistas se están convirtiendo en uno de los repositorios más importantes de estos periodos en sombra de la historia de la provincia.

Los hermanos Manolo y Ventura Agudo, durante la grabación de uno de los tres documentales que se estrenan en Calamocha. El Molino Audiovisual

Y lo peor es que Serafín Aldecoa opina que esa bibliografía no solo no existe sino que es posible que no lo haga nunca, más allá de esos artículos en revistas. “Muchos de esos temas se van a quedar en el limbo, porque en Teruel no hay demasiados historiadores contemporáneos que estén interesados en su investigación, ni tampoco se hacen tesis doctorales, porque ahora se concede poco valor a estos trabajos”.

Tres documentales

Tras la ponencia de Serafín Aldecoa, a las 20.45 horas está previsto estrenar en el Teatro de Calamocha el primero de los tres documentales sobre la Memoria Democrática que realizó El Molino Audiovisual durante el pasado año. Se trata de una serie en la que Laura Malo y Sergio Martínez, con la colaboración de Isabel Moragrega, Emilio Benedicto, Fran Martín y Pilar Marzo han recuperado muchos de los testimonios en primera persona de algunos de los que vivieron el conflicto armado y la posguerra en la comarca del Jiloca.

Esta tarde se proyectará El cementerio de Calamocha, “que es quizá el más duro de los tres”, explica Sergio Martínez, “porque es el que habla más directamente de la represión que tuvo lugar por parte del bando franquista”. Repasa la historia de Pablo Marco, cuyo padre fue fusilado en Singra, y otros testimonios similares de muerte y silencio. Una obra que ha resultado tan complicada de hacer como sus autores preveían: “algunas de las historias de las que hablamos son conocidas, pero es necesario ganarse la confianza de sus protagonistas, para que te la quieran contar ante la cámara”, explica Martínez. “De hecho hay otras muchas historias que nos hubiera gustado contar, pero fue una lucha contra el manto de silencio que todavía existe”. “Por eso son necesarias estas jornadas”, afirma. “Hay gente que todavía tiene miedo, y tienen que entender que no pasa nada. Que estas cosas hay que contarlas y ya está”. Con todo, todavía hay historias que, aunque conocidas, se ocultan bajo un falso manto de miedo o vergüenza. Según explica el director de El Molino Audiovisual, que además es la productora que gestiona Calamocha TV, “durante la guerra se saldaron muchas peleas que había con motivo de la propiedad de las tierras, sobre todo”. Historias como la del fusilamiento de un juez “que en su día había dado la razón a los campesinos en contra de quienes manejaban las tierras”, o la de un camión utilizado para dar paseíllos, “la esposa de cuyo conductor todavía vive”.

El segundo documental, que se proyectará el viernes, se titula El campo de aviación de Calamocha, sobre la instalación donde antes de la guerra se adiestraban y realizaban prácticas los pilotos y que se utilizó en el conflicto. “Tenemos el testimonio de Fernando Díaz, el último guarda que tuvo, y de sus hijas, y nos cuentan cómo era la experiencia de vivir allí”. Esta producción es más amable, ya que muchos de los recuerdos que se guardan del lugar así lo son. “El peluquero nos cuenta cuando iba allí a cortarle el pelo a los soldados, o un hombre que venía en avioneta desde Valencia, o como cuando la aviación celebraba su patrona los militares iban al pueblo muy pinchos, con los uniformes de gala, y todas las mozas jóvenes iban detrás de ellos”. El documental muestra también el estado actual de las instalaciones, “que se encuentran muy vandalizadas”.

Videoconferencia con Sor Sagrario, Concepcionista en Calamocha entre 1959 y 2007, la última que impartió clase en el Convento de Calamocha. El Molino Audiovisual

El último documental, Las monjas de Calamocha, habla sobre el Convento de las Monjas Concepcionistas Franciscanas, cerrado en 2007, y que cuando estalló la guerra se convirtió en colegio. “Allí tenían niños desde los 4 años hasta los 8 o 9, y mucha gente mayor se acuerdo de su paso por allí”, explica Sergio Martínez. En el documental participa incluso una de las monjas que impartió clases, y puede verse la sala que funcionó como aula. “Es muy curioso y muy cariñoso, porque muchas personas se acordaban de dónde se sentaban o de dónde les ponían cuando les castigaban”.

En cuanto al resto de las jornadas de Amarga Memoria en el Jiloca, organizadas por la Fundación San Roque junto al Ayuntamiento de Calamocha y el Gobierno de Aragón, también contará con la presencia como ponentes de Isabel Moragriega, Mercedes Rubio, Vega latorre, Emilio Benedicto y Fermín Ezpepeleta.

El programa

Jueves, 21 de octubre

19.30 h. Apertura de las jornadas, con la periodista e investigadora Laura Malo, la directora general de Patrimonio Marisancho Menjón, y el alcalde de Calamocha Manuel Rando

20 h. Ponencia. Serafín Aldecoa: Panorama historiográfico de la República y Guerra Civil en Teruel (1931-1938)

20.45 h. Proyección de ‘El cementerio de Calamocha’, de El Molino Audiovisual

Viernes, 22 de octubre

19 h. Ponencia. Isabel Moragriega: El baúl de la memoria del Jiloca: acceso a la documentación histórica del municipio de Calamocha.

19.20 h. Ponencia: Mercedes Rubio y Vega Latorre: Las migraciones femeninas en el franquismo.

20.10 h. Proyección del documental ‘El campo de aviación de Calamocha’, de El Molino Audiovisual.

Sábado, 23 de octubre

11 h. Ponencia. Emilio Benedicto: Documentos gráficos sobre la II República y la Guerra Civil en el valle del Jiloca. Materiales inéditos.

11.20 h. Ponencia. Fermín Ezpeleta: El magisterio turolense en la II República y la Guerra Civil. Alejandro Gargallo como símbolo.

12.10 h. Proyección del documental ‘Las Monjas de Calamocha’, de El Molino Audiovisual.