

Por: Minerva Rodríguez Cabrejas
Ahora que comienza el buen tiempo y el calor, no hago más que acordarme de las pasadas navidades. No por el frío, ni por los regalos, sino por la mesa redonda (que en cierto modo sí que fue un gran regalo prenavideño) que realizamos el 20 de diciembre en la Fundación Ibercaja de Teruel titulada “Creatividad e intercreatividad en y desde Teruel” dentro del ciclo “Teruel: presente y futuro” organizado por el Joven Consejo Científico del Instituto de Estudios Turolenses.
En ella, exploramos los conceptos de creatividad e intercreatividad. Cómo se manifiestan en los diversos campos artísticos, y cómo se perciben desde perspectivas tanto locales como externas.
Las participantes (Bea Royuela, Ana Torres Peñalver, Carolina Ferrer Celma, Yasmina Oliveros y una servidora), analizamos la evolución creativa turolense, la importancia de los espacios y el apoyo institucional, y los retos que enfrentan los artistas emergentes.
Además, reflexionamos sobre el papel de la mujer en el arte y la necesidad de arriesgar con nuevas propuestas para educar al público. Durante esas conversaciones se exploró en torno a la conexión de los artistas turolenses con su tierra, incluso estando fuera, y el deseo de un futuro más creativo y próspero para la provincia turolense.
Para los que no pudisteis estar con nosotras, os invito a seguir leyendo, y a situaros mentalmente en una de las salas de conferencias de la Fundación Ibercaja sentados en unas sillas muy cómodas frente a cinco jóvenes ponentes convirtiéndoos así, en espectadores (en este caso, lectores) de esta mesa redonda, en la cual se abordarán los conceptos y temas propuestos a partir de cuatro preguntas clave tal y como se presentaron en su día.
Bienvenidos
Comenzaremos por la primera pregunta para romper el hielo: ¿Qué significan para ti los conceptos de creatividad e intercreatividad? ¿Cómo se manifiestan? Lejos de definiciones académicas cerradas, las ponentes coincidieron en que la creatividad es una habilidad profundamente humana, que permite pensar diferente, experimentar, fallar y rehacer. Es, dijeron, una forma de ordenar el caos y de dar sentido a lo cotidiano a través de soluciones originales.
Pero lo interesante vino al hablar de la intercreatividad. Un término quizás, menos conocido, acuñado en los 90 por Tim Berners-Lee, y que remite a la capacidad de crear de forma colaborativa, especialmente en entornos digitales. Las redes sociales, el teatro, las obras colectivas; todos son espacios donde la intercreatividad florece. Son lugares de encuentro. Todo ello, más allá de lo digital, dado su carácter comunitario y dialógico.
En este sentido, la creatividad ya no es solo individual; es una red de relaciones, de contagios. Un proceso abierto que se enriquece con otros y para otros. Las ponentes determinaron que este concepto puede entenderse más allá de lo tecnológico, enfocándose en cómo nos relacionamos con nuestro entorno, en lo colectivo, a través de las artes, por, para y con los demás.
Cuando la conversación giró hacia el contexto turolense, afloraron luces y sombras. ¿Cómo ha sido su presencia en Teruel? ¿Ha cambiado a lo largo de los años? Carolina Ferrer puso sobre la mesa la vitalidad del ámbito rural, donde muchas veces es más sencillo lanzar proyectos artísticos que en la propia capital. La paradoja: en Teruel ciudad, los festivales más arriesgados encuentran más obstáculos que en pequeños pueblos como los festivales del Poborina Folk, el Gaire y otros muchos en el Matarraña, donde se mezclan diversas disciplinas artísticas.
Ana Torres lo expresó con claridad: “Falta valentía en la programación cultural. Se repiten fórmulas porque no se cree en la capacidad del público para asumir propuestas diferentes”. Esta “falta de confianza” en el espectador, sumada a una escasez de espacios adecuados para la creación, supone un freno importante.
Aun así, hay síntomas esperanzadores. Yasmina Oliveros, artista visual y muralista, mencionó cómo en su propio pueblo, Alcorisa, empieza a ser más común ver a jóvenes montar estudios o emprender proyectos creativos. La apertura de la Facultad de Bellas Artes en Teruel también fue celebrada como un punto de inflexión: ya que se ha convertido en un semillero de ideas y encuentros.
Una de las preocupaciones compartidas fue la constante emigración de artistas turolenses. El talento se forma en la provincia, pero muchas veces se ve obligado a buscar oportunidades fuera. ¿Cómo podríamos evitarlo?
Las propuestas que surgieron con más fuerza fueron las residencias artísticas, los apoyos institucionales, más cantidad de espacios de ensayo y creación, mayor reconocimiento al proceso artístico (y no solo al resultado), y un respaldo real a los jóvenes creadores. “No se trata solo de traer artistas de fuera, sino de confiar en los de aquí”, apuntó Beatriz Royuela.
Se habló también del rol de los gestores culturales. Muchas veces invisibles, su labor es fundamental para conectar artistas, proyectos e instituciones. “El futuro cultural no se construye solo desde el arte, sino desde quienes lo hacen posible”, subrayó Carolina Ferrer.
La última parte de la mesa redonda fue, quizás, la más inspiradora. Poniendo la vista en lo que está por venir: ¿Cómo imaginas el futuro creativo de la provincia? ¿Hacia dónde estamos yendo?
La palabra “esperanza” apareció una y otra vez. Se confía en las nuevas generaciones, incluso en las más jóvenes que ellas mismas. Se percibe una “sed cultural” creciente: la gente viaja para ver teatro, para asistir a festivales, para consumir arte. ¿Por qué no facilitar que esa sed se sacie aquí?
También se remarcó la necesidad de profesionalizar el ámbito artístico, con escuelas oficiales y formación continua. La creatividad no siempre requiere títulos, pero sí herramientas.
Y, sobre todo, se habló de comunidad. De tejer redes, de compartir recursos, de hacer del arte una práctica arraigada en el territorio, sin renunciar a lo global. De un Teruel que no compita con Madrid o Barcelona, sino que ofrezca algo distinto: autenticidad, conexión, paisaje y raíz.
Teruel es una provincia con sed... y con futuro. El encuentro finalizó con una idea clara: Teruel no solo tiene talento, tiene sed. Sed de belleza, de pensamiento, de nuevos lenguajes. La creatividad ya está aquí. Ahora solo falta que se le abran las puertas necesarias.
Quizás, como se dijo ese pasado 20 de diciembre entre risas, a Teruel solo le hace falta creérselo un poco más.
