

Estación de Mora de Rubielos. 11h. Nublado.
Ya en la provincia turolense, donde el frio se hace notar y las nubes nos amenazan con dejar caer o bien lluvia o bien nieve, el que estas letras escribe se apea del gigante con el fin de respirar aire fresco. No puedo negar que ha sido ciertamente arriesgado subir el puerto de Barracas. Varias señoras han tenido que ser atendidas a causa de desmayos, dolores de cabeza, mareos, dolor de oídos y alguna que otra indisposición intestinal. Entre las desgraciadas mujeres se encontraba Dª. Ricarda (quien lo iba a decir de la propietaria del único automóvil de la ciudad de Teruel), la Sra. Farrusini (que ha perdido la cuenta de las entradas que llevaba vendidas para su cinematógrafo de feria), la condesa de Parcent, cuyo esposo hallábase jugando a las cartas y la marquesa de la Cañada, cuyo marido no ha parado de sobre los viajes trasatlánticos y el peligro de los icebergs para los barcos, con el conde de Parcent. El inteligente arquitecto D. Manuel Cortina también se sintió indispuesto, pero se recuperó en breve gracias a una copa de coñac con la que le obsequió un parroquiano. Una vez repuestos continuamos viaje, y después de este singular trayecto, veo que comienza el séptimo Rosario guiado por la pía Dª. Dolores Romero".
Cuarta crónica:
Sábado 1 de abril de 1902, que bien podría ser del 2017. (Por telégrafo, de nuestro enviado especial)
SOS. Estación de Sarrión. 11:20h. Mas nublado aún.
Tras una breve parada en Sarrión y con las nubes amenazantes sobre nuestras cabezas, por fin una buena noticia. En uno de los vagones se está preparando una ceremonia muy especial.
La hermosa señorita Beatriz Aguirre Tomás va a contraer matrimonio civil con el apuesto Kiliam Lafuente Blasco. Oficiará la ceremonia el propio alcalde de Sarrión que continuará viaje hasta Teruel. La pareja está acompañada por sus benefactores y padrinos D. Julián y Doña Carmen (condes de Ocón) así como un grupo de amigos que sin duda celebrarán dando color y alegría al viaje, haciéndonos olvidar que en algunos momentos el tren no puede pasar de los 20 Km. por hora. Con el riesgo de descarrile que esto supone.
Así de apacible y entretenida discurría la jornada cuando de repente unos truhanes irrumpieron el vagón a grito de ¡El tren por Tarragona! Los pasajeros entre atemorizados y sorprendidos nos tumbamos sobre los asientos de madera y en el suelo. Los malhechores se apresuraron a coger a la novia como rehén y amenazaron de muerte con dos pistolas a algunos de los pasajeros que intentaron intervenir.
Estábamos llegando a la Puebla de Valverde y en un descuido de los asaltantes aproveché para entregar por la ventanilla una no. En ella comunicaba la desesperada situación a un hombre que portaba un botijo, pidiendo ayuda y e instando a que se informase a las autoridades. A ver si de esa forma, los malandrines pudieran ser detenidos en Teruel. ¡Socorro, ayúdennos!, le grité. Poco más recuerdo, aparte del fuerte golpe que recibí en el cogote.
Llegábamos a Teruel cuando recobré el conocimiento y pude observar como la novia seguía en manos de sus secuestradores al menos de uno de ellos, “el otro ha ido a por el maquinista”, me susurró mi compañero de suelo.
Al parar el tren sentimos un fuerte golpe en el techo, el secuestrador sujetó con fuerza su rehén, yo abrí la puerta y salí corriendo y gritando ¡Están aquí, socorro, aquí!, Entonces vi salir al otro secuestrador de la máquina del tren con el maquinista como rehén, apuntándole con su pistola. De repente, un inspector de policía le dio el alto y se oyeron disparos, el maquinista y el secuestrador cayeron heridos. El otro secuestrador salió del vagón con la chica, el agente que había subido al techo del tren salto sobre él y desarmó al canalla. Unos hombres se hicieron cargo de inmovilizarlo mientras el agente le gritaba ¡A Torrero, llevarlo a Torrero! Gracias al aviso de un servidor, todo terminó favorablemente, ya que las heridas del maquinista, así como las del inspector fueron leves.
El Médico turolense, Miguel Ibáñez, acompañado por su esposa y varias damas de la Cruz Roja, atendieron a los heridos y a algunos pasajeros que sufrieron y vahídos causados por la impresión.
Deseando una pronta mejoría a los afectados, y agradeciendo al inspector Ángel Loras la liberación del convoy, proseguimos nuestro viaje.
Quinta crónica:
Sábado 1 de abril de 1902, que bien podría ser del 2017. (Por telégrafo, de nuestro enviado especial)
Estación de Cella. 12:07h. Mas nublado aún.
Breve parada en esta localidad, la única reseña sería que a nuestro paso por el pueblo de Caudé, nos sorprendió una comitiva, encabezada por su alcalde, que increpaba a la compañía ferroviaria y reclamaba un apeadero y la correspondiente parada del tren en el lugar.
Sexta crónica:
Sábado 1 de abril de 1902, que bien podría ser del 2017. (Por telégrafo, de nuestro enviado especial)
Estación de Cariñena. 13:39 h. Con el cierzo acezando y llegando a Zaragoza
La que se lió en uno de los vagones fue de parda, una tremenda algarabía, prodújose cuando varios pasajeros, tras vaciar varias botas de vino, comenzaron a cantar jotas, coplas y chascarrillos. A ellos se unieron pasajeros de otros vagones que acompañaban con palmas y bailes a los protagonistas. Algunos temimos que con esos incontrolados movimientos pudiéramos estar en peligro de descarrile.
Las curvas y subidas del puerto de Paniza han agravado el peligro. Dejo aquí constancia de alguna de las irreverentes coplillas que los alegres paisanos nos deleitaron:
Con un botijo en la mano
Nos reciben en Paniza
Con un botijo en la mano
A ver si al llegar a Cuarte
Nos traen una longaniza.
Las manos a la cabeza
Se tendrán que echar las mozas
Las manos a la cabeza
No sea que con el cierzo
Pierdan sombrero y vergüenza.
El culo como un clavel
Reventón y colorao
El culo como un clavel
Este asiento de madera
En el viaje me ha dejao.
En estas condiciones vamos llegando a la capital, dando gracias a Dios, al maquinista y a la Virgen del Pilar por habernos traído sanos y salvos a Zaragoza. Un servidor espera que dentro de unos pocos años y con los avances de la industria, este trayecto desde Valencia a Zaragoza, mejore tanto en duración como en comodidad.
Despedimos esta crónica, no sin antes desear a los lectores se animen a disfrutar de esta singular experiencia
Atentamente.
Firmado: Domingo Gascón, periodista local.