La MotoGP impulsa un turismo descentralizado y más prolongado en el Bajo Aragón

El Gran Premio de MotoGP celebrado este fin de semana en Motorland Aragón ha dejado cifras récord de asistencia, una ocupación hotelera total a más de 100 kilómetros a la redonda y un impacto económico estimado cercano a los 50 millones de euros, según datos del Gobierno de Aragón aportados el pasado domingo. Sin embargo, el balance en clave turística ha mostrado las dos caras de la moneda: mientras el sector del alojamiento y la restauración organizada valora “muy positivamente” el efecto prolongado y descentralizado del evento, algunos hosteleros del casco urbano de Alcañiz muestran cierta insatisfacción respecto a la rentabilidad de las barras exteriores, afectadas —según relatan— por una ubicación menos favorable respecto a ediciones anteriores.

Fecha más funcional

En cuanto al adelanto del Gran Premio al mes de junio, la Asociación de Turismo del Bajo Aragón valora de forma muy positiva. “Finales de agosto y septiembre nos pillaban en plena temporada alta, con turistas ya establecidos en nuestros alojamientos. En cambio, en junio la mayoría de la gente aún no ha comenzado sus vacaciones, y tenemos mayor disponibilidad. Nos permite acoger tanto a los aficionados como a los turistas habituales sin renunciar a ninguno”, explicó Nieves Ballestero, gerente de la entidad.

Las reservas, apuntó, comenzaron el mismo día que Dorna confirmó oficialmente la fecha, y el ritmo fue sostenido durante meses y de ahí, que sea una clave la descentralización. “El 100% de ocupación se mantuvo gracias a la derivación entre socios y a las cancelaciones reocupadas. Incluso el propio jueves antes del evento seguíamos recibiendo llamadas que ya no podíamos atender”, afirmó. Al no haber alojamiento en el entorno inmediato, los visitantes fueron derivados a comarcas próximas como el Matarraña, Bajo Martín o Andorra-Sierra de Arcos. “Nos gusta que el impacto económico se quede en la provincia, pero cuando no es posible, los enviamos a Zaragoza”, añadió.

Además, destacó una tendencia creciente hacia la fidelización: muchos de los asistentes reservan para el siguiente año antes de abandonar su alojamiento, independientemente de la fecha. “Hay reservas que se mantienen desde hace ediciones anteriores. Son profesionales del circuito que, al marcharse, ya dejan cerrada su estancia”, señaló.

Hosteleros

En cuanto a los hosteleros y el cambio de ubicación en las barras han surgido más quejas al respecto. Rubén Boltaña, gerente de Rokelin y responsable de una de las barras, aseguró que la reubicación lejos de la plaza de España, en el inicio de la avenida Aragón, restó visibilidad y afluencia. “No era un lugar de paso. El esfuerzo ha sido enorme, pero el resultado no ha estado a la altura de otros años”.

A este factor se suman los altos costes operativos —generadores, seguridad, DJs, licencias, personal— que redujeron el margen de beneficio. “Históricamente las barras son una fuente de ingresos, pero este año, en mi caso, el balance es negativo”, afirmó.

También señaló una mayor fragmentación del público, con más asistentes concentrados en el circuito o en las zonas de acampada y menos en las calles del centro: “La plaza de España estaba desangelada. Cada vez más gente se queda en el circuito o en su caravana, y eso también se nota”. Frente a la incertidumbre de las barras, otros negocios de hostelería vivieron un fin de semana de plena actividad. Es el caso de Manuel Barrau, gerente del restaurante Micelios. “Teníamos todas las mesas reservadas desde días antes”. Barrau estimó un aumento del 20% respecto a un fin de semana habitual.

Desde el área de Turismo del Ayuntamiento de Alcañiz, la concejal Belén Adán confirmó que la oficina municipal registró una alta afluencia durante el fin de semana. “Muchas consultas fueron prácticas: horarios de autobuses, farmacias o restaurantes. No era el perfil de visitante que quiere ver patrimonio, pero muchos sí se interesaron en volver”, dijo.