

La ciudad de Teruel venera a su equipo de fútbol
Casi 1.500 gargantas alientan a los rojillos en su debut con empate en el ‘play-off’ a Primera RFEFSi el partido de este domingo en Pinilla entre el CD Teruel y el Atlético Baleares, empate en la ida de la primera eliminatoria de ascenso a Primera Federación, fuera un concurso de popularidad, el equipo de Unai Mendia habría sido el rey del baile de fin de curso, el más guapo de la reunión de antiguos alumnos. Fue otro día de ayuda al club, en realidad un crowdfunding, palabro moderno que viene a significar el pago a escote de toda la vida. El menú, un partido de fútbol como los del año pasado en categoría superior. Y los asistentes, cerca de 1.500 aficionados mostraron a las claras que veneran al club mudéjar.
Había que pasar por taquilla, entradas entre los cinco euros para los más jóvenes (y los había, en todos los sectores de las gradas de Pinilla) y los 25 para aquellos aficionados no abonados al club para un asiento en Tribuna. Todos, socios o no, tenían que reservar su butaca previo pago de entrada. Y no falló nadie, ni de los que pisan el palco (presencia de la alcaldesa Emma Buj y el presidente de la DPT, Joaquín Juste, por ejemplo) ni de los que se arriman cerca, ni de los que se alojan en la zona de enfrente, al abrigo del ruido infatigable del Frente Mudéjar. El primer partido de la postemporada del CD Teruel fue, sobre todo, un éxito de convocatoria y ambiente, que viene a querer decir también una reivindicación del gusto que da ver a este equipo, el representativo del fútbol turolense, que cumplirá, seguro, un lustro lejos, por encima, de la Tercera División del balompié español.
Una fiesta y un aviso
“Pero estos, ¿han jugado así toda esta temporada?” Los hubo ayer, en las gradas de Pinilla, nuevos también, estrenados cerca ya del verano después de una temporada que ha sido a la vez corta y larga. Pero en la que, en efecto, se ha visto un patrón común en el fútbol del CD Teruel de Unai Mendia. En buenas y en malas, con más acierto o menos, con el atasco de puntos de la primera vuelta de liga o en mitad del frenesí de victorias de la segunda, el equipo rojillo ha sido siempre divertido de ver, entretenido, valiente y noble. También ayer, ante el mejor equipo que ha pasado por el coliseo del Ensanche, un Atlético Baleares que se fue con un empate por el que rezó durante los noventa minutos y que le sirve, le servirá también si acaba así la cosa la próxima semana en terreno de juego mallorquín.
Para ese partido, el próximo domingo a mediodía, el club prepara otra fiesta, pantalla grande en Pinilla para degustar de manera colectiva el siguiente hito de la historia reciente del equipo mudéjar. Teruel quiere ver a sus héroes, arroparlos y honrarlos. Ayer pasó por caja, y firmó la mejor entrada del curso. La ciudad disfrutará encantada de lo que le brinde esta plantilla de jóvenes guerreros sin otro horizonte ni más destino que seguir cabalgando hacia las estrellas. Pero dentro de un mes, cuando todo esto termine, sea en Primera o en Segunda Federación, el Atlético Baleares, como antes el Utebo, el Arenas, o el propio Calahorra que baja a Tercera, le enseñó la última lección: para que haya más fiestas como la de ayer, pagar a escote no sirve siempre. Y convendrá hacerle ver a todo el mundo que para que Teruel exista hay que invertir. Los demás lo hacen. A veces, hasta les sale mal. Y no tendrán que disculparse por ello.
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