Una marea ciclista vuelve a tomar las principales calles de la capital turolense

La ciudad de Teruel volvió a ser territorio ciclista el domingo, cuando más de un millar de participantes de todas las edades pedalearon para celebrar el Día de la Bici. El tiempo, a pesar de la notable bajada de temperatura, respetó y la marcha se pudo llevar a cabo tal y como estaba prevista. Las calles y avenidas de la capital mudéjar se detuvieron desde las 11:30 hasta las 13:30 aproximadamente ante el paso de una marea sobre ruedas, encabezada por los miembros del Club Ciclista Turolense, organizador de la prueba junto al Ayuntamiento de Teruel y a Caja Rural de Teruel.

Tras un sábado lluvioso, la celebración de uno de los eventos deportivos más multitudinarios y con mayor tradición de la ciudad de Teruel estaba en peligro. Sin embargo, con una temperatura más propia del mes de marzo que de mediados de mayo, la popular marcha ciclista pudo volver a recorrer las principales calles turolenses. Un recorrido de poco más de nueve kilómetros llevaba a los participantes desde la piscina climatizada hasta la zona de las universidades y otra vez de regreso hacia el punto de partida. El cielo respetaba y todo estaba listo para que la XXXIV edición del Día de la Bicicleta echase a rodar. Solo faltaba que los ciclistas dispuestos a recorrer la capital mudéjar llegasen al punto de encuentro para comenzar a pedalear.

Y eso comenzó a ocurrir a las 11:15 horas de la mañana. Poco a poco, padres e hijos iban llegando a la calle de San Juan Bosco, al mismo tiempo que también lo hacían pequeños grupos de jóvenes y mayores ataviados con sus maillots y sus cascos.

Fue a partir de las 11:30 cuando una veintena de miembros del Club Ciclista Turolense se puso al frente del pelotón para encabezar la expedición. Un total de 1.100 amantes de las dos ruedas tomaba la salida desde la sede del Servicio Municipal de Deportes para disfrutar de una jornada familiar, jovial y deportiva a partes iguales.

Sencillez antes de las subidas

Así pues, las bicicletas comenzaron a invadir Teruel. A un ritmo de paseo, el grupo de cabeza iba llegando a la zona de la Fuenfresca, donde tenía lugar el primer reagrupamiento de la jornada. Aunque la intención era la de mantener un bloque unido, a mediad que avanzaban los kilómetros la dureza de la cita iba en aumento, como también lo hacía el recorrido, por lo que los primeros compases sirvieron de calentamiento para lo que venía después.

A medida que la marea ciclista cruzaba el viaducto comenzaban a escucharse los primeros consejos de mayores a pequeños. “Ahora toca pedalear fuerte”, le decía una madre a su hijo, antes de afrontar la primera ascensión de la mañana en la Ronda de Ambeles. Los más pequeños -todavía con ruedines algunos de ellos- apretaban los dientes para seguir el ritmo de sus progenitores, que no se separaban en ningún momento de sus pupilos. Cada bici pequeña iba acompañada de una de mayor envergadura.

Superada la Ronda de Ambeles tocaba hacerle frente a un nuevo tramo duro hasta llegar al avituallamiento, ubicado en la zona universitaria. De nuevo, los más experimentados se encargaban de recordarles a los novatos en la materia cómo funcionaba el cambio de marchas para que las subidas no se les hiciesen demasiado cuesta arriba.

Avituallamiento saludable

Tras coronar el punto más alto de la cita, los más de mil aficionados a la bicicleta se tomaron un descanso. La organización había preparado un avituallamiento saludable, compuesto por una botellita de agua y una pieza de fruta, que servía para recuperar fuerzas antes de encarar la última parte de la marcha.

A pesar de que la exigencia de la prueba era mínima, el parón sentó bien al pelotón, que, una vez recuperado del esfuerzo de subida, retornó al punto de inicio por el mismo recorrido pero esta vez en sentido opuesto.

Después de rehacer lo recorrido, los más de mil participantes llegaron a la Avenida de Aragón antes de las 13:30. Allí les esperaba la “meta”, tras recorrer 9.300 metros, y el tradicional sorteo de bicicletas que ponía el broche final a la tradicional jornada.

Cinco bicis y muchos sorteos

Ya sin pedalear, los corazones de los jóvenes participantes se aceleraban a medida que el sorteo de productos iba avanzando y cada vez quedaba menos tiempo para saber si se marchaban con una bici nueva a casa. Un total de cinco, cortesía de diferentes patrocinadores, fueron sorteadas a última hora de la mañana. Pero antes, también se rifaron cubreasientos, vasos térmicos, bolsas de deporte y un sinfín de productos más, para premiar el esfuerzo de todos los que se sintieron ciclistas por un día.

La emoción y la alegría de los afortunados se combinaba con el cansancio de los que no tuvieron premio. Sin embargo, todos ellos podían presumir de haber disfrutado de una nueva edición del Día de la Bici. Un año más, la tradicional cita fue un éxito de organización y de participación.