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En un reino muy cercano En un reino muy cercano

En un reino muy cercano

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Sofía González Millán

Había una vez un reino donde todos sus habitantes eran especiales, el rey pasaba los meses con escándalos en su familia día sí, día no. Su padre, el antiguo rey, se había ido a vivir a un reino muy muy lejano, pero se cansaba de estar allí y de cuando en cuando dejaba caer la noticia de su vuelta, dejando a todos temblando. La reina era admirada por su ropa, no se hablaba de otra cosa en cada aparición, no importaban sus años de estudio, si hablaba o no, lo único importante para todos eran sus nuevos zapatos, si repetía conjunto o si hacía un guiño a su suegra eligiendo el color salmón.

En este gran reino siempre estaban sucediendo cosas, un volcán en erupción que mueve heraldos de todo el mundo, pero que una vez apagado se acabó la función. Ya no hay nada interesante, os dejamos la ceniza, si alguna vez se vuelve a encender llamadnos, dijeron. Dieron media vuelta y adiós.

Ay mamá, un pecho enorme ha querido ir a Eurovisión, ya proclaman los juglares, las damas y los señores muchos aspavientos hacen, ¿vamos a enviar a ese torneo toda una teta gigante? No, no, no y mil veces no, no vaya a ser que otros reinos crean que somos modernos, que hablamos todos los temas con natural reacción.

Hay quien dice que es mejor enviar a unas mujeres que hablan gallega su lengua, un canto a las no fronteras, ay mi madre, ¿será que entienden las gentes algo de aquesta canción? No se entiende y no defiende la lengua de todo el reino, dicen los más entendidos, mejor enviamos otra, que todo el mundo la entienda, aunque no sea español.

Boom, boom, zoom, zoom, daddy, daddy, monetary, la gente oye sonidos, pero letra no hay, mi amor.

La cantante elegida, bailarina, con talento en demasía, ha recibido en las redes insultos de sanguijuelas, que amparándose en las sombras sueltan oprobios y gritan, inflamando sus membranas para saciar sus instintos y para evitar pensar en su mente, que pasa el tiempo vacía.

En este reino cercano, hablando de la política, un señor muy trajeado, ha encendido el ordenador, ha puesto santos y señas y ha entrado a dar una votación, el sí se enciende de rojo, el no rojo bermellón, no sabe y no contesta, al final da en una tecla, que sea lo que dios quiera, ni mirar quiere el gachó, ay mamá, que se ha liado, que era el sí ¿o era el no? Total, que con tanto lío ha ganado la oposición.

Espera, que el cuento sigue, hay un muchacho que dicen que en este reino es el dios, de la raqueta, está claro, dicen que tiene más fuerza en la mente que un león, un elefante, una roca, una manada, un tifón. No hay quien lo iguale, ya dicen, nadie más ha derrotado tantas veces la pelota. Solo dos o tres mujeres, pero esa gesta ya es otra.

Tantas vueltas, tantos vuelcos, hay miles de panderetas que suenan en este reino, algunas dicen arriba, otras dicen, no rememos, que alguien nos sacará del barro al llegar, cuando lleguemos.

Pero este reino también tiene sus propios guardianes, que atienden, curan, defienden a las gentes contra un virus, hacen cien horas al día, cien batallas cada hora, cien días a la semana, cientos de vidas con ellos hoy celebran todavía disfrutar en este reino del sol y de las caricias.

Ay mamá, la madre mía, en este reino traidor nada es verdad o mentira, todo es según el color del Chanel con que se mira.  

 

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