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Cuadro de comedor: a falta de espectáculo, dame escenas cotidianas hilarantes Cuadro de comedor: a falta de espectáculo, dame escenas cotidianas hilarantes

Cuadro de comedor: a falta de espectáculo, dame escenas cotidianas hilarantes

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Francisco Herrero

Lunes, 7 de septiembre. La chancleta

No es la primera vez que me llama la atención un mensaje coercitivo de las fuerzas de seguridad. La Guardia Civil se ha marcado hoy un “¿Sabías que aunque no está específicamente prohibido conducir con chanclas, puedes ser sancionado por no ser capaz de mantener la libertad de movimientos? Ahora vas y le das a retuit para que todos se enteren”.

El criterio punitivo será el de la patrulla que te detenga, la arbitrariedad en grado máximo. No es sencillo determinar si el calzado dificulta la actividad de la conducción. Sin embargo, cualquier efectivo de la Guardia Civil tiene la capacidad de dilucidar. La presunción de certeza se le supone. Seguro que la retribución variable de cada agente, un concepto polémico, opaco y que nunca se explica bien a la ciudadanía, no influye en la decisión.

Si una madre tradicional persigue al churumbel con la chancleta en la mano para darle un escarmiento, la imagen es hasta simpática. Si la Guardia Civil se pone en el mismo plan, tiene poca gracia.

Martes, 8 de septiembre. Las campanas

Las campanas han sonado en Alcañiz este mediodía. No hay fiestas. Las campanas repican aunque no haya nada que celebrar. La nueva normalidad consiste en hacer creer que la vida sigue igual a pesar de que hay prohibiciones, no recomendaciones, que coartan la actividad diaria. Y el Estado vela por castigarte, como hace la Guardia Civil con las chanclas. Que lo sepas.

Con la suspensión de los festejos ha calado la idea de las “no fiestas”. Lo que implica divertirse del mismo modo que en los últimos años: comprar comida y mucho alcohol y luego pillar un ciego con las amistades. Lo hacen jóvenes y mayores. Acercarse al baile es ahora accesorio.

La idea que ha calado entre la gente sobre el mal llamado distanciamiento social es evitar el trato con gente desconocida, pero mantener el contacto con el círculo más cercano como si aquí no pasara nada. Y, claro, luego nos extrañamos de ciertos contagios en las permitidas veladas privadas. El lugar donde suenan las campanas este verano ha implicado premio casi seguro para la población desgraciada. Y es una pena.

Miércoles, 9 de septiembre. Doris Day

“Es un poquito peor porque no puedes respirar del todo pero, ¡no pasa nada! Es mejor eso que morirse”, declara una niña valenciana con mascarilla justo antes de entrar a clase el primer día de colegio de este curso. Dejando de lado la menudencia de por qué un ser inocente se plantea con crudeza la posibilidad de morir, que tiene mucha tela, caigo ahora en el detalle del niño que está por detrás y que lleva puesta una caja de zapatos en la cabeza.

¿Será el chaval un representante de alguna nueva creencia esotérica para evitar los contagios víricos? ¿Será una forma moderna de proteger a los cerebros en formación de las radiaciones del 5G? ¿Será el resultado de un trabajo de plástica, fruto de un programa didáctico innovador, basado en las pamelas paella de las Monleonetes de Canal 9, puesto en marcha para la docencia a distancia durante el confinamiento? ¿Qué será, será?

Lejos quedan los tiempos en los que Doris Day cantaba sobre sus hijos, que le preguntaban si serían guapos o si serían ricos. Ella les contestaba con dulzura que a saber, porque el futuro no nos pertenece. La diferencia es que hoy solo queremos certezas. Y garantizamos a la chavalería que, sin ningún género de duda, serán un ejemplo de belleza y fortuna económica.

Jueves, 10 de septiembre. El taller

Ya estoy preparando las mejores galas para la visita de José Luis Ábalos la próxima semana a Teruel. Viene para presentar el taller de Renfe que anunció Pedro Sánchez el martes en el Senado. Tiene su lógica. El remolque del “tamagochi” matinal a un taller allende la serranía ibérica debe salir por un pico y será más rentable repararlo aquí mismo.

Yo pensaba que habría cuatro o cinco trenes pertenecientes a la serie 596 de Renfe y resulta que se construyeron 25 unidades entre 1987 y 1989. Bueno, en verdad son una remodelación de otros convoyes fabricados unos años antes que eran una castaña como un piano, además de tener una capacidad sobredimensionada. El caso es que quedan todavía 12 ejemplares y los tenemos todos por aquí. Y yo me preguntaba por qué siempre había un “tamagochi” dispuesto a averiarse…

Viernes, 11 de septiembre. Chicos y chicas

Leo en eldiario.es que la Federación Aragonesa de Fútbol ha aprobado un reglamento por el que se limita la participación de mujeres en equipos mixtos a un máximo del 20% de las licencias. Y los equipos femeninos solo podrán competir con niñas. Lo normal en otras comunidades es que las chicas jueguen hasta los 14 años en ligas mixtas, en equipos con chicos o femeninos. Sin tantas limitaciones.

¡Qué añoranza de cuando los chicos iban con los chicos y las chicas con las chicas! Aquello era lo correcto. Luego vinieron Los Bravos con Los chicos con las chicas y la liaron. Costó, eso sí. Yo estuve en un aula de chicos, en colegio concertado, hasta 1989. Por suerte, la modernidad y una minoría cada vez más grande nos devuelve a la era gloriosa de este país.

Sábado, 12 de septiembre. Carbonell

De repente, por la mañana, todo internet se ha despertado con la pena del fallecimiento de Joaquín Carbonell. La noticia es la que es y luego está el reguero de condolencias de gente de todo pelaje. A mí me ha recordado cuando en un grupo de Whatsapp alguien felicita el cumpleaños a otra persona, de la cual desconocías el aniversario, y la línea de tiempo se llena de besos, tartas, copas y confeti virtual. A ti no te queda más remedio que felicitar también, porque si no quedas como el raro.

Entiendo que el fallecimiento de una celebridad genera interés y lo normal es sentir dolor. Pero al estar expresándolo a los cuatro vientos, cuando no eres nadie, no deja de ser una manera de buscar un protagonismo que no te corresponde. No eres el muerto en el entierro.

Domingo, 13 de septiembre. Las cuquis

Debería pasar todo el día revisando las configuraciones sobre privacidad de las decenas de sitios que visito de forma habitual. Pero creo que voy a encontrar propuestas más entretenidas.

Lo están consiguiendo. Estoy hasta el moño de los avisos sobre la privacidad en todas las páginas de internet. Voy a ir aceptando cualquier intromisión. Siempre he rechazado las cuquis, pero cada vez lo tengo más complicado. El botón para rehusar todo está despareciendo y ahora he de pasar más rato pinchando selectores. Para más inri, veo cada vez más lugares donde te exigen aceptar cuquis por el interés legítimo de los anunciantes sin saber con exactitud qué significa eso.

¿Es necesario tanto rastreo en internet? Por un lado, tengo la sensación de que la mayor parte de los datos de las cuquis acaban en el vertedero de las basuras digitales, donde es difícil que se encuentre un resto determinado, porque no sirven para nada; por otro, me parece que entre tanta empresucha queriendo aparentar que lo sabe todo existen algunas organizaciones que no tienen dudas sobre lo que hacen y que acabarán usando toda tu información para lo que les interese. Lo cierto es que no voy a ponerme a discernir qué es peligroso y qué no es. Así que daré mi consentimiento a todo y que sea lo que sea.

La imagen de la semana / Influencias

Nunca hubiera imaginado haber escrito este texto, pero es que con esto de la pandemia me da tiempo de mirar atrás. Echo en falta El Show de Joan Monleón. En su momento me parecía el programa televisivo más cutre que podía producir una televisión pública. Sin embargo, ahora lo veo como el reflejo de una sociedad despreocupada y socarrona, tolerante a más no poder, que se ha ido transformando hacia la ofensa permanente y la corrección continua.