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Desubicado Desubicado
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Juan Corellano

Tener demasiado tiempo libre te lleva a hacer cosas inimaginables. A mí, la soledad y el confinamiento me ha forzado a desempolvar una videoconsola que tenía por casa y volver a jugar. Así he acabado, enchufando una PlayStation 4, justo cuando sacan la 5, siendo que yo me quedé en la 3. 

Y es que no es fácil mantenerse al día en esto de los videojuegos, es un tren que marcha a toda velocidad al que difícilmente puedes volver a subirte si decides bajar.

En mi caso, me bastaron unas cuantas partidas para darme cuenta: después de tantos años sin jugar, soy un paquete. En un juego de disparos, mis propios compañeros me echaron porque estaba muriendo por encima de mis posibilidades. En un juego de fútbol me despidieron como técnico de un equipo porque perdía hasta en los entrenamientos. 

Tampoco es que un despido virtual duela como uno en la vida real, pero para mí fue algo personal, un golpe de realidad. Como ese que te llevas cuando empiezan a surgir futbolistas nacidos en el 2002, diciéndote que todavía eres joven, pero ya no tanto. 

Dolido por mi derrota virtual, me encontré con algunos amigos en una terraza, seguro de que en eso del beber no podía fallar, era algo que ya tenía dominado. Pues resulta que no. 

Después de meses como abstemio, con dos cañas en el cuerpo me fui a dormir midiendo el ancho de mis pasillos como si viviera en el Titanic en pleno hundimiento. 

Y al día siguiente también comprobé que, por alguna razón que se me escapa, la resaca confinada es peor que una tradicional. 

Ya no era bueno en las cosa que se me solían dar bien, me sentía el hombre más desubicado de este país… Pero entonces apareció Miguel Bosé, y me recordó una importante lección: no importa lo mal que estés, él siempre está peor. 

La última del cantante es que ha irrumpido en Twitter para pregonar a voz en grito que la pandemia es una estratagema de Bill Gate. 

Que controlar el mundo (sí, más todavía) a través de microchips en las vacunas y el 5G. Y ahora todos le toman por loco, pero yo entiendo a Miguel. Tener demasiado tiempo libre te lleva a hacer cosas inimaginables