Lo mejor de los directores como Tarantino es que los estrenos de sus películas llevan al cine a personas que rara vez suelen pisar una sala. Por otra parte, lo peor de los directores como Tarantino es que los estrenos de sus películas llevan al cine a personas que rara vez suelen pisar una sala. Palomitas, pantallas de móvil iluminando la estancia como si fuera un concierto de U2, conversaciones casuales, aplausos esporádicos y refrescos de metro y medio con pasaporte, DNI y número de la seguridad social. Además de Coca-Cola, los cines deberían empezar a vender carajillos para la digestión.
No me gusta el ambiente de los grandes estrenos, pero al mismo tiempo no puedo enfadarme con mis compañeros de butaca. Todos damos mucha vergüenza ajena cuando somos nuevos en un sitio. Creo, sin embargo, que esta capacidad de encajar y adaptarse a lo nuevo la perdemos cuando nos hacemos mayores. En tu primer día de colegio, bastaba con un simple cruce de miradas para localizar a esa persona que era igual o más imbécil que tú. Ahora ese imbécil es tu mejor amigo.
Sin embargo, ya más mayores, cuando nos contratan en un nuevo trabajo no sabemos cómo comportarnos. Durante las primeras semanas, te esfuerzas por mostrar al mundo la de curro que estás sacando adelante. Estás desbordado, incluso llevas orinal al trabajo para evitar las paradas del baño. Después pasa el tiempo y entregas tu ‘L’ al novato que te sustituye en el puesto. Con sus aspavientos y sudores innecesarios te das cuenta del ridículo que hiciste. Demasiado tarde.
Lo mismo sucede en un primer encuentro sexual con otra persona. Al tratarse de dos perfectos desconocidos, lo más sensato sería emplear los minutos previos acordando un contrato de término y condiciones de uso. Sin embargo, ambos preferís pretender que todo está bajo control. Esperando en urgencias a que te arreglen un ligamento que no sabías que existía, reconoces que hubiera sido buena idea hablar las cosas antes.
La solución, por tanto, está clara. Como novatos, tenemos que dejar de intentar aparentar una experiencia que no tenemos. Lo mejor, es crear un clima donde pueda estar cómodo el imbécil que llevamos dentro. Como hacíamos en el colegio.