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Un mal sueño Un mal sueño
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Juan Corellano

Miro a mi alrededor y veo individuos bullendo, desbordando y desparramando su paciencia de gastados límites, claudicando de manera inevitable ante el machacón avance de los tiempos que corren. Miro y no solo los veo, sino que también me reconozco entre ellos, pues resulta casi imposible no participar de vez en cuando en este decaimiento general. La merma resultante de comprobar cómo ha pasado un año y todavía no ha aparecido Resines para darnos un sentido abrazo y susurrarnos al oído que todo ha sido un mal sueño. 

Probablemente parta de una visión sesgada, la que me ofrece el reducido círculo formado por amigos que conozco y conocidos de mis amigos, pero cada vez más mentes que me rodean se confiesan extasiadas. Mientras, todos nos preguntamos a qué se debe este agotamiento, si cuando lo pensamos fríamente, y sobre todo cuando nos preguntan, a todos nos posee el Laporta que llevamos dentro y soltamos un “tampoco estamos tan mal”. 

Porque somos conscientes de que los grandes golpes de esta pandemia cayeron en otras casas, aquellas en las que se sientan a la mesa y quedan sillas y platos vacíos. Nos revelamos incapaces, no obstante, de concebir que se puede reconocer el sufrimiento ajeno desde posiciones más benévolas al tiempo que afrontamos nuestras propias dificultades. 

Pues este año está dejando en todos nosotros, de una manera sibilina e ineludible, un poso, del cual ni la mejor de las pitonisas puede leer el futuro, pero quizás sí la merma psicológica que este causa cuando es incierto. Puede que el cansancio nos llegue ahora porque somos el burro que se quedó sin zanahorias que perseguir. Andamos faltos de esos estímulos que nos permitían dividir un interminable letargo en porciones más digeribles: al final de la nueva ola, quizás en 2021, cuando llegue la vacuna…

Es por ello que miro a mi alrededor y veo individuos pidiendo con valentía ayuda, algunos incluso profesional, pues no hay mejor momento que el actual para deshacernos de los tapujos que siempre se ciernen sobre nuestro bienestar mental. Y seguro veré muchos otros individuos tendiendo su mano. Si algo nos ha enseñado esta situación es que, pese a la modernidad que nos empuja a encerrarnos en nosotros mismos, todos necesitamos a un Resines que nos diga que todo ha sido un mal sueño.