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Como Pompeya Como Pompeya

Como Pompeya

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F.J.B.

Escribo las primeras líneas de este artículo entre los muros descarnados de Pompeya y a los pies del legendario Vesubio. Y entre las ruinas del gran circo romano que habla de un pasado glorioso y cierto, un españolito viajero que camina Italia como yo me cuenta que los toros en la Cadena Ser fenecen tras 40 años de historia y la tauromaquia en la radio sucumbe al volcán animalista que arrasa con nuestra civilización taurina. 

No sé porqué la tristeza de este lugar la asimilo al toreo. Quizá sea porque la propia fiesta, sus responsables, no son conscientes aún de su extremada debilidad. No se pierde sólo un programa mítico de la radio española. Se pierde para la causa del toreo la radio como plataforma para contar la hermosura de este culto de inigualable belleza que canta por igual a la vida y a la muerte. Y ya se perdió la televisión. 

Dos ventanas menos para divulgar la grandeza de un arte dionisiaco y mediterráneo que el animalismo pretende enterrar como quedó enterrada la maravillosa Pompeya. Que no quede ni el recuerdo de un natural embraguetado ni la gracia de un kikirikí garboso. 

Cinco metros de ceniza sobre el silencio del pasado más español que nos determina como pueblo. Valiente, sacrificado, culto, alegre y bello. Así es el toreo que nos llega desde la antigua Grecia y la Roma más mitológica, y así es la fiesta que quieren arrasar. 

Y los taurinos, encogidos en sus habitaciones esperando que el Vesubio se calme. Ni una campaña de publicidad a favor del toreo a gran escala. Ni un solo euro para financiar programas, libros y espacios que cuenten lo que de verdad se entierra con el toreo. Así de mediocres parecen y así de egoístas e ingenuos se antojan. Ni un paso en común para defender este legado que les llega desde el más recóndito pasado. Ni una voz unánime que diga hasta aquí hemos llegado. Y mientras tanto el Vesubio sigue eyectando ceniza, rocas y lava sobre la bella Pompeya. Sobre sus inigualables frescos. Sobre sus increíbles columnas de blanco mármol. Sobre sus asombrosas esculturas. No sé porque asentados los pies en el suelo de este antiguo y glorioso circo romano, siento que el toreo de verdad nos lo están arrasando.