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Alexandra Surkova, fotógrafa de fauna salvaje: “La fotografía de fauna no es solo un ejercicio creativo, sino una gran herramienta de sensibilización” Alexandra Surkova, fotógrafa de fauna salvaje: “La fotografía de fauna no es solo un ejercicio creativo, sino una gran herramienta de sensibilización”
Alexandra Surkova

Alexandra Surkova, fotógrafa de fauna salvaje: “La fotografía de fauna no es solo un ejercicio creativo, sino una gran herramienta de sensibilización”

Su intervención en el V Foto Alcañiz profundizó en la observación, intención y la conexión con la naturaleza
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Alexandra Surkova ha pasado de fotografiar por instinto con un teléfono móvil a convertirse en una de las voces emergentes de la fotografía de fauna salvaje. Con colaboraciones en medios internacionales y un enfoque profundamente emocional y ético, su trabajo ha transformado una obsesión personal en una carrera que la ha llevado a escenarios naturales de todo el mundo. También estuvo presente en el V Congreso de Foto Alcañiz.

-¿Cuándo decidió iniciarse en el mundo de la fotografía?

-Desde que me dedico profesionalmente a la fotografía, he empezado a rebuscar en mi pasado para entender cómo una niña soviética que soñaba con ser profesora de francés terminó aquí, vistiéndose de árbol y persiguiendo durante días animales que muchas veces ni siquiera aparecen. Cuando era niña, solía sentarme junto a mi padre observando cómo en los papeles mojados aparecían escenas familiares. Fue entonces cuando comprendí el poder extraordinario de la fotografía para congelar el tiempo y mantener viva una chispa de emoción.

-¿En qué momento identificó que convivir con animales podía convertirse en vocación profesional?

-Vivíamos en un piso diminuto, pero nuestra casa estaba siempre abierta de par en par a cualquier criatura que encontrara en la calle: gatos abandonados, pájaros heridos, perros vagabundos…Más tarde un desconocido decidió regalarme un teleobjetivo después de ver mis fotos de calle tomadas con un smartphone en Instagram. Y cuando vi por primera vez un animal salvaje de cerca, descubrí un mundo completamente nuevo. Una especie de droga legal que me llevó a abandonar mi carrera periodística de quince años.

-¿Hubo un proyecto, viaje o especie que marcara un antes y un después?

-Hubo un punto de inflexión muy claro: el lince ibérico. Todavía recuerdo aquella sesión: me temblaban tanto las manos que la mitad de las fotos salieron desenfocadas. Ni siquiera sabía configurar bien la cámara, pero tenía delante a uno de los felinos más amenazados del planeta. Fue un golpe directo al corazón. Sin darme cuenta, me convertí en una de las primeras personas en España en fotografiar linces ibéricos en libertad con regularidad.

-¿Qué le han aportado publicaciones con National Geographic, WWF o El País?

-Las publicaciones en medios de renombre fueron -y siguen siendo- algo profundamente inesperado para mí. Se convirtieron en un recordatorio constante de la responsabilidad que implica mostrar la naturaleza al mundo. Lo que había empezado como un hobby casi egoísta se transformó en un descubrimiento esencial: la fotografía de fauna no es solo un ejercicio creativo, también es una herramienta poderosa de sensibilización. Y, en el fondo, eso es lo que más valoro: la posibilidad de que una fotografía conmueva lo suficiente como para generar un pequeño cambio en quien la observa.

-¿Qué destino ha sido el mayor desafío técnico o ambiental?

-Creo que existe mucho estereotipo sobre el “peligro” de la fauna salvaje. En mi experiencia, los animales no representan un riesgo real; el riesgo somos nosotros cuando invadimos su espacio o no entendemos su comportamiento. En destinos como África, un buen guía es esencial: si un coche, por ejemplo, corta el paso de un elefante y el conductor no percibe las señales de inquietud, el vehículo puede acabar aplastado. No es “un elefante atacando”, como suelen decir los titulares, sino grave un error humano, un guía que no sabe hacer su trabajo.

-¿Qué impacto real tiene la fotografía de naturaleza en la sensibilización ambiental?

-Creo que la fotografía de naturaleza tiene un papel mucho más profundo del que a veces se reconoce. La fotografía no sustituye a la ciencia, pero la hace sentir, y eso tiene un valor incalculable en cualquier estrategia de sensibilización ambiental.Una imagen honesta y bien construida puede detener a una persona durante unos segundos, obligarla a mirar y a replantearse algo.

-¿Cómo se relaciona con las nuevas tecnologías sin perder su mirada?

-Creo que la transformación digital es imparable y que resistirse a ella no tiene sentido.La cuestión no es “tecnología sí o no”, sino cómo usarla sin que ocupe el lugar que corresponde al fotógrafo. Mi fotografía nace de la naturaleza tal como es; ahí no hay negociación posible.

-¿Por qué aceptó la invitación al V Congreso de Foto Alcañiz?

-Acepté la invitación al Congreso de Foto Alcañiz aun pensando, al principio, que se trataba más de un evento centrado en fotografía nocturna. Pero pronto entendí que era un encuentro con una visión mucho más amplia y cuidada de la fotografía, y eso despertó inmediatamente mi interés. El ambiente fue muy acogedor y tuve la sensación de que podía aportar mi experiencia.

-¿Qué quiso enseñar al público del congreso?

-En mi charla preferí centrarme en algo mucho más básico, pero esencial para mí: cómo miramos cuando hacemos fotos y para qué las hacemos. Hablé de la intención detrás de cada fotografía, de la presencia, de la conexión con lo que tienes delante.

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