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Ana Santidrián, ciclista de la iniciativa Biela y Tierra: Ana Santidrián, ciclista de la iniciativa Biela y Tierra:
Ana Santidrián, con la camiseta del Orgullo Rural, en Fortanete. Annabel Roda

Ana Santidrián, ciclista de la iniciativa Biela y Tierra: "En esta ruta por Teruel hemos encontrado mucho orgullo por ser de pueblo"

"Un mundo rural vivo se hace desde pequeñas acciones que dejen riqueza y recursos del territorio en él"
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Cruz Aguilar

 

Ana Santidrián es, junto a Edurne Caballero, la integrante del proyecto Biela y Tierra que ha recorrido en bicicleta durante mes y medio gran parte de la provincia de Teruel. Tras 830 kilómetros el periplo concluyó el pasado 4 de septiembre en Alloza con una gran fiesta. Santidrián es química de formación, pero sus raíces agrícolas han propiciado su activismo en agroecología y soberanía alimentaria.

-¿Qué es Biela y Tierra?
-Un proyecto de comunicación que surge de la inquietud de cuatro amigas por la crisis ambiental, climática, social y sanitaria. Estamos en un momento clave en el que un cambio de rumbo no solo es necesario sino urgente. Esta pandemia, asociada a una pérdida de biodiversidad y a un maltrato de los ecosistemas nos lo ha puesto frente a nuestros ojos. Vemos que hay mucha gente que trabaja con mucho esfuerzo y dedicación con otro enfoque más respetuoso con las personas y el planeta, quisimos salir a buscar a esa gente y contar lo que hacen. El recurso hegemónico está basado en la explotación de recursos y personas, pero sabemos que hay gente que no trabaja bajo esas premisas y queríamos darla a conocer. Buscamos establecer un puente entre los pueblos y las ciudades, las personas que nos pueden proveer de alimentos sanos, justos y sostenibles están en nuestros pueblos, ¿como es posible que perdamos población si en los pueblos están los recursos?. Nuestros pueblos están muy vivos pero invisibilizados. Esas alternativas que se salen del sistema hegemónico no son utopías, es realidad están ocurriendo.

-¿Cómo ha sido este periplo?
-Muy enriquecedor, Teruel nos ha demostrado que tiene una diversidad de paisaje, paisanaje, oficios y tradiciones muy diversa. Algo que nos ha marcado mucho que no vimos en nuestra primera ruta, o no tan notablemente, ha sido el orgullo que hemos encontrado en Teruel. El 99% de esas personas nos decían que viven en el pueblo porque quieren, ser de pueblo se sale de esos patrones educativos que desprecian a la gente  rural, en Teruel no se queda la gente porque no puede optar a otra cosa sino que se queda porque quiere y busca construir un mundo rural vivo. Esa sensación de orgullo era un latir que nos ha dado mucha fuerza. En la ruta de 2019 hicimos 2.800 kilómetros por territorios muy diversos y no notamos ese orgullo que sí hay en Teruel.

-Ese orgullo es vital para asentar población, ¿no cree?
-Sí, desde el principio nos hablaban de las políticas sobre despoblación, está muy bien que quieran atraer gente pero sobre todo que la gente que está aquí no quiera irse y para ello es fundamental tener servicios, ser menos no resta derechos y que todas las personas que viven en cualquier parte tengan una sanidad, educación y transporte dignos. Para el medio rural es fundamental una fiscalidad favorable y que las políticas se adecuen a las necesidades que hay en el lugar, que no sean planteadas desde la ciudad.

Recibimientos

-¿Cómo les ha recibido la gente?
-Por un lado las iniciativas nos han recibido con los brazos abiertos, nos han contado todo de su trabajo diario. Hemos visto proyectos de cultura, pasando por forja, trashumancia, transformación en un obrador... hemos aprendido mucho de ganadería extensiva, nos han abierto las puestas de su corazón y han compartido su filosofía de vida, que es lo realmente enriquecedor, tras cada experiencia hay valores sólidos y conscientes de aportar algo al mundo para hacer un presente y futuro mejor. En los pueblos por los que pasábamos había mucha gente que nos conocía por los medios de comunicación, hemos recibido mucho cariño, también en la fiesta final en Alloza, a la que acudió mucha gente de diversos territorios.

-¿Las cosas pequeñas pueden cambiar el mundo?
-Sí, nos gusta repetir una frase de Eduardo Galeano que dice que mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas está cambiando el mundo. Si queremos un mundo rural vivo tiene que hacerse desde pequeñas acciones que dejen la riqueza y los recursos del territorio en el propio territorio, que creen empleos que puedan ser compatibles con las vidas personas que asienten de verdad población. Que los recursos se queden en el territorio y que los habitantes decidan sobre sus recursos, que sean soberanos de su tierra.

-En el último año se ha hablado mucho de la implantación de energías renovables, sobre las que hay un intenso debate en algunas zonas, ¿les han llegado ecos?
-Hemos sentido esa preocupación, ha sido doloroso porque hemos encontrado pueblos muy polarizados y, se instalen las macrocentrales o no, el daño está hecho porque hay vecinos que se han enfrentado. Hemos encontrado personas a favor, algunos ayuntamientos que nos transmitían que para ellos es la forma de tener un presupuesto digno y mantener los servicios. La gran labor ecosistémica que hacen nuestros pueblos debería tener un reconocimiento y una retribución, ¿cómo no se puede contemplar eso y plantear la llegada de grandes centrales que, con los datos que nos han mostrado, suponen una gran especulación energética?. Se quiere producir más de la necesaria para sacarla cuando hay que apostar por comunidades energéticas para el aprovechamiento de la energía en el lugar donde se genera. Además esos proyectos van a tener una afección a la agricultura, la ganadería y los paisajes. Es necesario salir de la energía basada en los recursos fósiles pero con cabeza, pensándolo y analizándolo bien.

-¿Al año que viene repiten?
-Uf, es una de las preguntas que más nos han hecho. Necesitamos parar un momento, respirar, descansar, juntarnos las cuatro y pensar en las acciones próximas, porque Biela y Tierra es un proyecto que desarrollamos en nuestro tiempo libre.