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Cesáreo Gimeno Rubio, herrero y cartero jubilado y vecino de Bueña: “La Revuelta de la España Vaciada tendría que haberse dado hace 15 o 20 años” Cesáreo Gimeno Rubio, herrero y cartero jubilado y vecino de Bueña: “La Revuelta de la España Vaciada tendría que haberse dado hace 15 o 20 años”
Cesáreo Gimeno, en el Jardín de Cristal, con algunas de las esculturas creadas tanto por su padre como por él

Cesáreo Gimeno Rubio, herrero y cartero jubilado y vecino de Bueña: “La Revuelta de la España Vaciada tendría que haberse dado hace 15 o 20 años”

Sostiene que se ha tardado demasiado en dotar a los pueblos de los servicios básicos
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Cesáreo Gimeno nació en Bueña hace 73 años y aprendió el oficio de herrero de su padre del mismo nombre, que una vez jubilado comenzó a crear esculturas de forja, alambre y cristal. Ayer, con motivo de la celebración de la primera jornada de convivencia de Asociaciones en Red Jiloca-Gallocanta, el trabajo de ambos pudo verse en la era, la fragua y el Jardín de Cristal.

La obra de Gimeno también ha quedado reflejada en el libro Singular Spaces de la directora y profesora del departamento de Arte e Historia del Arte en la Universidad Estatal de California y encuadrado en el denominado arte brut, término acuñado en 1945 por Jean Dubuffet para referirse al arte creado por personas ajenas al mundo artístico que no poseen ninguna formación académica.

-¿Cómo aprendió el oficio de herrero?

-El oficio lo aprendí de mi padre, sin más estudios, pero nunca llegué a hacer lo mismo porque él era más apañado y lo había vivido desde chavalín. Me dediqué a la fragua profesionalmente hasta los años 90, cuando el pueblo decayó tanto que, aunque trabajaba también para los pueblos vecinos, ya no podía vivir de ello. Era cartero de Bueña y me ofrecieron trabajar a jornada completa en Monreal y eso hice 10 años.

-¿Cuál fue la causa de ese declive de la población?

-Empezaron a marcharse todos los agricultores porque empezaron a venir los tractores. Antes había más de 50 pequeños y, en 10 años, 5 grandes hacían el trabajo de todos ellos. Y a esos, ni yo ni ningún herrero puede repararlos sin poner un taller grande porque hacen falta grúas, mecánicos y conocimientos de electrónica. También había un montón de atadoras y gavilleras y había que repararlas todas. Al verano solían venir 20 o 30 atadoras y ahora viene una sola cosechadora y hace toda la faena. Aunque hubiera sido más joven, también hubiera tenido que cerrar.

-¿Cuáles eran sus principales trabajos como herrero?

-Trabajaba en la elaboración y reparación de arados agrícolas y de tractores. También hacía rejas, ventanas y puertas para las naves, que empezaban a mecanizarse. Y también llamadores y bisagras para puertas antiguas.

-¿Y también realiza esculturas como su padre?

-Hizo más mi padre. Yo he seguido pero poco porque me pusieron una válvula en el corazón y tengo una hija enfermera en Zaragoza, así que ahora vivo allí. Cuando vengo a Bueña, hago algo parecido a lo que hacía mi padre, pero no puedo trabajar igual por la enfermedad. Hago cosas pequeñas soldadas con estaño o atadas con el mismo alambre. Lo hago solo por entretenimiento. Encargos me hacen algunos, pero suelen ser trabajos por compromiso para familiares y amigos.

-Participa en la Jornada de Asociaciones en Red del Jiloca y Gallocanta. ¿Cómo ve el futuro de los pueblos?

-Se podría remontar, pero creo que hemos llegado tarde. La Revuelta de la España vaciada tenía que haber sido hace 15 o 20 años. Habrá pueblos grandes, como Monreal del Campo, que podrán continuar pero estos pequeños de 30, 40 o 50 habitantes... En estos cada año que pasa somos menos porque todos los que estamos somos mayores. Ya pueden poner los remedios que pongan que dentro de 10 años cierran. No le veo solución.Quedarán uno o dos que trabajarán la tierra y que vivirán en Calamocha o en Monreal. Eso pienso yo porque, por más facilidades que den, al no haber gente no pueden dar más. No le veo fácil solución.

-¿Qué cree que se podría haber hecho hace 20 años?

-Ahora tenemos muchos más servicios con menos gente. Entonces no había teléfono en el pueblo; había una carretera penosa para llegar y ahora tenemos una carretera buena y la autovía y estamos a media hora de Teruel; tenemos el centro de salud en Monreal, que bajas enseguida, y antes para cualquier cosa tenías que ir hasta Teruel. La médico venía un día a la semana pero no venía ni la enfermera ni la trabajadora social. Las calles están bien encementadas y hay un alumbrado como en cualquier pueblo grande. Ahora hay muchas más facilidades que antes pero no hay gente. No puedo decir que la gente de fuera que ha tomado otra vida vuelva a esto porque además el que está hace la faena de 10.

-¿Qué opina de este tipo de iniciativas?

-Son muy positivas. Harían falta más reuniones y concienciarnos todos de que hace falta asociarse o juntarnos, aunque no le veo una solución muy sencilla. Antes mi padre siempre estaba por ahí, haciendo cosas sin interés solo porque eran para el pueblo o para quien iba mal de dinero. Esa solidaridad no está, se ha perdido. Nos llevamos todos muy bien, somos muy amigos, pero no se comparte como antes.