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Claudia Casanova, escritora: “Encontrar a una turolense en los diarios de Willkomm me pareció espectacular” Claudia Casanova, escritora: “Encontrar a una turolense en los diarios de Willkomm me pareció espectacular”
Imagen de la escritora Claudia Casanova. Andreu Doz

Claudia Casanova, escritora: “Encontrar a una turolense en los diarios de Willkomm me pareció espectacular”

La autora de ‘La tierra de Dios’ salta del siglo XII al XIX para narrar la historia de la primera botánica española
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La escritora catalana acaba de publicar su cuarta novela histórica, Historia de una flor (Ediciones B), basada en Blanca Catalán de Ocón, monrealina que está considerada como la primera botánica española.

- Blanca Catalán de Ocón está considerada de Monreal del Campo aunque nació en Calatayud...

- Sí, porque pasó mucho tiempo en Monreal en la finca de verano de su familia, que provenía de allí. Mi novela parte de la figura de Blanca, pero es ficción. Yo quería contar muchas historias; una de ellas es el logro botánico que fue el descubrimiento de Blanca Catalán de la flor que llevó su nombre, la Saxífraga Blanca, pero también otras con elementos más románticos que no pertenecen a su vida. 

- Ya había mezclado historia con ficción en La dama y el león, La tierra de Dios y La perla negra, sus anteriores novelas históricas publicadas en Planeta y Ediciones B.

- Es un poco casi como homenaje a las novelas que había leído de pequeña de Dumas, donde había un Cardenal Richelieu y un rey de Francia, junto a figuras inspiradas en datos históricos pero que pertenecen a la ficción, como D’Artagnan, Athos o Porthos. 

- ¿Cómo se fijó en la figura de Blanca Catalán?

- Estaba documentándome para hacer una novela sobre el siglo XIX, y leyendo unos diarios de Heinrich Moritz Willkomm, un gran botánico alemán de la época, me encontré una mención a Blanca Catalán y al descubrimiento de la Saxífraga, lo que me pareció espectacular. La contribución de esta mujer, que publicó parte de su trabajo en la Miscelánea Turolense animada por Bernardo Zapater, un párroco que también es un personaje histórico, se mezcla en mi novela con la fantasía de lo que podría ser la vida de dos hermanas en el Teruel del siglo XIX, Blanca y Clotilde en la realidad, Alba y Luisa en mi novela, y de cómo estas dos jóvenes logran romper algunas de las barreras que existían para las mujeres en la ciencia. 

- ¿Hasta qué punto era atípico en el XIX que una mujer realizara un descubrimiento botánico como el de Blanca Catalán?

- Era muy atípico, y gran parte se debió a su madre, algo que también está documentado y que es otra de las historias que cuenta. Su madre disfrutó de una educación en Suiza que despertó en ella su sensibilidad por la naturaleza, y que hizo que cuando sus hijas mostraron también ese interés por la ciencia ella no les pusiera ninguna cortapisa. 

- ¿Dónde se formó Blanca Catalán como botánica?

- No tuvo formación concreta ni fue a la universidad para estudiar ciencias naturales. Fue una aficionada que, de forma artesanal, se dedicó a compilar flores, herborizarlas, secarlas, categorizarlas... Me encanta imaginar ese mundo en el que, fuera del camino establecido, se llega a algo tan importante como merecer ser recordada como la primera botánica española. 

- Ha hablado de su influencia de Dumas pero rebautizar a Blanca Catalán como Alba recuerda a La Casa de los Espíritus de Allende...

- No tenía tanto en la cabeza esa novela, como la intención de crear un mundo espejo, una especie de historia paralela que cruza al otro lado de lo que podría haber sido la vida de Blanca/Alba.

- ¿Es abundante la información histórica sobre Blanca Catalán?

- En absoluto. Ha sido muy difícil encontrar material, pero en mi caso eso es casi una suerte, porque cuando trabajas sobre un personaje minuciosamente biografiado, del cual se sabe todo, queda muy poco espacio para ficcionar e imaginar mi personaje.

- ¿Historia de una flor se desarrolla en Teruel?

- Sí. Transcurre fundamentalmente en Teruel, porque además me apetecía mucho explicar ese momento de transformación tecnológica con el motor de vapor y el ferrocarril, que se vivió con mucho frenesí. Así que parte del trasfondo de la historia es la inversión del padre de Alba en un ferrocarril que quiere conectar Teruel con el resto de España, algo que me interesó muchísimo porque sigue siendo una carencia de esa provincia. 

- Para muchos historiadores fue precisamente ese momento cuando Teruel quedó fuera del progreso español, por la falta de industrialización y conexiones férreas. 

- Absolutamente de acuerdo. Fue un punto de inflexión de muchas zonas españolas, que tenían un interés científico, inversor, empresarial casi a la par que el resto de Europa, pero todo acabó torciéndose. Ese me parece un bonito escenario desde la melancolía, cuando perdimos literalmente el tren de Europa. 

- ¿Eso le movió a dar el salto del siglo XII de sus anteriores novelas al XIX?

- Es que me gustan los siglos bisagra, los siglos fuerza. El XII es muy desconocido comparado con el Renacimiento, pero es el siglo que lo prepara. Me gustan esos siglos que aparentemente son poco importantes, ocultos por los brillos del después, pero que han sentado las bases para los grandes momentos. 

- ¿En qué proyecto literario anda inmersa?

- He retomado la novela que dejé cuando escribí Historia de una flor, también ambientada en el XIX y que habla sobre los indianos, que es una de las grandes aventuras españolas que también me apasionan y me apetece contar.