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Conchi Aguilar, becaria del Curso de Pintura de Paisaje de Albarracín: “Llegué a Albarracín con tanta ilusión tras una enfermedad  que me mimeticé con el paisaje” Conchi Aguilar, becaria del Curso de Pintura de Paisaje de Albarracín: “Llegué a Albarracín con tanta ilusión tras una enfermedad  que me mimeticé con el paisaje”
Conchi Aguilar con uno de los bocetos realizados durante la primera parte de la estancia de su beca en Albarracín

Conchi Aguilar, becaria del Curso de Pintura de Paisaje de Albarracín: “Llegué a Albarracín con tanta ilusión tras una enfermedad que me mimeticé con el paisaje”

“He hecho bocetos en distintos rincones, me llevo esa luz en la retina y el corazón para acabar la obra en el taller”
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Cruz Aguilar

Conchi Aguilar es una veterana del Curso Superior de Pintura de Paisaje de Albarracín, en el que lleva participando desde hace unos quince años. Es de Albacete y se dedica profesionalmente a la pintura, organizando exposiciones, dando clases de pintura y participando en concursos.

-¿Cómo descubrió el curso de Albarracín?

-Pues no me acuerdo, yo soy autodidacta y empecé a hacer muchos cursos, me iba fuera de Albacete, que es donde vivo, para aprender con diversos maestros, hasta que llegué a Albarracín y desde que empecé no lo dejé. Hubo un lapsus de unos años para hacer otros cursos que me interesaban, pero luego volví.

-¿Qué le aporta Albarracín?

-Muchísima felicidad y ganas de que llegue el verano y juntarme con todos los artistas que van, para intercambiar con ellos opiniones y nuestra forma de ver el paisaje. Estar en la naturaleza me aporta muchísimo, pero en compañía de todo el arte que allí se respira hace que vuelva llena, pletórica, con ganas de desarrollar todo lo que he aprendido e intercambiado con mis compañeros, con ganas de que pase el año para volver a Albarracín.

-¿Qué supuso lograr la beca?

-Llevo muchos años asistiendo, pero para mí Albarracín siempre ha sido un sitio duro, es como una droga porque lo necesitaba, pero cuando llegaba allí me tensaba, llegaba a agobiarme incluso y con el paso de los años me he ido agobiando menos. Es duro en todos los sentidos, porque tienes que acarrear los trastos por unas calles complicadas, de cuestas y piedras… pero al mismo tiempo es como una droga que necesitas. Cada año he ido relajándome más y este año estuve enferma durante cuatro meses y no sabía si podría ir al curso de Albarracín. Finalmente sí pude ir y, cuando estuve ahí, me encontré tan a gusto, tan feliz de estar delante de un paisaje por fin y esa felicidad se vio reflejada en mi pintura, me mimeticé con el paisaje y los profesores también lo apreciaron.

-¿Qué sintió al enterarse de que le habían concedido una de las dos becas de pintura?

-Una emoción tremenda, unas ganas de pintar tremendas, ha sido un gran subidón que hayan reconocido mi pintura, es tremendo no sólo por el prestigio que supone una beca en Albarracín, sino porque me han entrado más ganas de pintar todavía, más ganas de ir a Albarracín.

-La beca son diez días de estancia para pintar ¿Cómo los ha distribuido?

-Me he repartido la beca en dos veces, he estado ya cinco días para pintar los bonitos colores del otoño, los verdes del verano se volvieron rojos y amarillos, he disfrutado muchísimo. De hecho es que estos días he descubierto Albarracín porque cuando vas al curso te dividen en tres grupos y te vas moviendo, pero hay algunos rincones que no conocía.

-¿Cuándo volverá para concluir la beca?

-Espero que sea para primavera, porque estará todo precioso.

-¿Por qué es tan buen lugar para pintar?

-Tiene de todo, tiene mucho ritmo en la composición de las casas. Está ubicado entre montañas, con tanto pico, el río y esos rincones y ritmos que hace todo el valle del río. Pero sobre todo es el color, la  armonía que tiene.

-¿Qué tipo de pintura hace?

-Es figurativa, pero cada vez deshago un poco más, explico menos en los cuadros porque me gusta sugerir, hay partes del cuadro que las pierdo y me gusta llevar al espectador por donde quiero. Pero me resulta muy difícil definir mi pintura, me han dicho de todo, a algunos les recuerda a Sorolla a otros a Turner.

-¿La figura humana aparece en su obra?

-Poco y cuando aparece es muy general, no es dándole importancia sino integrándola en el paisaje.

-La beca incluye, además de la estancia, exponer en la Torre Blanca. ¿Está realizando los cuados de cara a colgarlos en esa exposición?

-Es que todavía no he empezado a pintar, me traje cosas pintadas para terminarlas en el estudio, traje doce o trece cuadros y ahora es cuando me tengo que poner de lleno en el estudio a pensar en la exposición de Albarracín.

-¿Es un reto exponer en la Torre Blanca?

-Por supuesto, pero también me da un poco de respeto porque serán los profesores los que vean mi pintura y también el resto de pintores que participan.

-¿Hace bocetos y luego los acaba en el taller?

-Sí porque no da tiempo terminar los cuadros en esos días,  lo que me interesa es ir metiéndome en rincones, captando determinada luz y determinado día, empiezo el cuadro, hago bocetos y fotos y eso me queda ahí en mi retina y en mi corazón para terminarlos en mi estudio.