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Consuelo Sanz, investigadora ponente en el Congreso de Recreaciones Históricas: Consuelo Sanz, investigadora ponente en el Congreso de Recreaciones Históricas:

Consuelo Sanz, investigadora ponente en el Congreso de Recreaciones Históricas: "Hay poca gente que se cuestiona la calidad y el rigor de lo que acaba de leer"

La estudiosa desmiente rotundamente en sus redes sociales los bulos sobre la Edad Media
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Consuelo Sanz de Bremond es investigadora de higiene, indumentaria, vida cotidiana y costumbres de la Edad Media y participará en el IX Congreso Internacional de Fiestas y Recreaciones Históricas, que organiza la Fundación Bodas de Isabel, de forma virtual del 27 de septiembre y el 1 de octubre. Asegura que le hace mucha ilusión colaborar en el congreso y que desde hace años sigue con interés la labor que hace la Fundación.

-¿Cree que las manifestaciones históricas están sirviendo para difundir la historia desterrando falsas creencias?

-Sin duda, es una manera diferente, dinámica y muy atractiva de hacer llegar la historia a todos los públicos y lograr despertar su interés.

-Gracias a estas fiestas históricas ¿cree que el ciudadano del siglo XXI se hace una idea aproximada de cómo era la vida cotidiana en aquella época?

-Creo que sí, obviamente depende de las limitaciones que impone la representación escenográfica de los hechos históricos, pero es una aproximación cercana y positiva.

-La higiene en la Edad Media ¿se basaba fundamentalmente en el agua o esta no reunía los requisitos para utilizarse en el día a día?

-Sí, por supuesto, el hombre medieval usaba el agua para su higiene personal. Bastaba una jarra con su palangana, un simple barreño de madera o con el cubo del pozo para realizar algo tan sencillo como lavarse las manos, la cara y aquellas partes que necesitaran limpieza. Sabían el valor que tenía el agua. Sabían, por la experiencia y la observación, aunque desconocían el motivo exacto, cuáles se podían beber y cuáles no. Con el crecimiento de las urbes la preocupación por la salubridad hizo necesarias normas relacionadas con las aguas sucias y limpias. Sabían que las usadas por curtidores, tintoreros, etc., no eran buenas para el consumo. Desde la época bajomedieval podemos encontrar en documentos quejas y protestas por la insalubridad de ciertas zonas de los ríos.

-La mujer en la Edad Media se ocupaba de las tareas domésticas, ¿está suficientemente estudiado el peso que tuvieron en la evolución de las normas higiénicas y de la indumentaria del momento?

-Sí. Hay trabajos muy interesantes sobre el papel tan importante que tuvo la mujer en los cuidados relacionados con la salud y, por tanto, con la higiene. Se ocupaba de ayudar en los partos y el posterior aseo de la parturienta y del recién nacido, así como de cuidar a los enfermos y el lavado de los cadáveres. Con respecto al cuidado de la ropa podemos hacernos una idea muy aproximada atendiendo a los trabajos sobre indumentaria, cuidados hospitalarios, oficios femeninos (lavanderas), sobre inventarios (el gran valor que le daban a las prendas) y sobre el uso de cosméticos y jabones. Toda esta sabiduría era transmitida, de generación en generación, de madres a hijas.

-En Teruel tenemos la suerte de contar con una techumbre que es un fiel reflejo de la sociedad del siglo XIII. ¿Refleja la indumentaria de la época?

-Perfectamente. La techumbre es una joya espectacular, en la que podemos ver cómo vestían desde el clero hasta el campesino en la segunda mitad del siglo XIII. Para mí es especialmente interesante la indumentaria femenina, con imágenes de ropa genuina de la moda hispana, como el pellote, las tocas rizadas o los tocados cilíndricos recubiertos de telas y con barboquejo para atarse bajo la barbilla. También podemos apreciar cómo lograban ajustar los trajes al cuerpo por medio de cordones y observar cómo las faldas eran tan largas que llegaban a tocar el suelo. Personalmente me gustan mucho los peinados de moda, tanto masculinos como femeninos.

Matanza de gatos

-Usted trata de desmontar creencias falsas sobre la Edad Media a través de su blog. ¿Cuáles son las más difundidas y que más cuesta de desterrar?

-Hay bastantes bulos o mitos que están muy asentados en el imaginario colectivo. Pienso que los más difundidos son el atraso científico y técnico, la falta de higiene entre los cristianos, la caza de brujas, la existencia del derecho de pernada y el cinturón de castidad y la matanza de gatos ordenada por la Iglesia que desencadenó la famosa Peste Negra. Cuesta mucho desterrar todos estos bulos. La idea de cristianismo y Edad Media sigue siendo, por desgracia, sinónimo de época oscura, atraso y fanatismo.

-¿Cómo le están sirviendo las redes sociales para desmontar creencias sobre esta época?

-Me están sirviendo para mucho. Tanto en Twitter como en Facebook voy subiendo información bien contrastada, con datos y fuentes bibliográficas, sobre cada uno de los bulos que voy investigando. Concretamente en Twitter suelo estar más activa; es donde más interactuo y trato de rebatir todos estos errores y falsas creencias. Son numerosos los usuarios que difunden bulos (no sé si por ignorancia o por mala fe), y estos suelen propagarse a una velocidad increíble. Lo triste es que hay poca gente que se cuestione la calidad y el rigor de la información que acaba de leer en ese momento.

-En recreaciones históricas, como Las Bodas se insiste en mantener unos parámetros de calidad en los trajes, con diseños, tejidos y los colores apropiados, pero a veces es más difícil mantenerlos en calzado y tocados y no habría que descuidarse para ser fiel a la época. ¿Hombres y mujeres llevaban siempre la cabeza cubierta?

-Llevar la cabeza cubierta o no va a depender de la época. La religión, las costumbres, la moda de cada país, junto con influencias venidas de fuera, tuvieron un papel importante. Los hombres, al menos hasta el siglo XII, preferían ir descubiertos, salvo excepciones. Las mujeres solían llevar, desde tiempos muy antiguos, tocas y velos.

En el siglo XIII se empiezan a llevar tocados muy originales, y que en España tendrá sus peculiaridades, como, por ejemplo, el antes mencionado tocado cilíndrico envuelto en bandas de telas rizadas. Y en el siglo XV, es tal la variedad, que casi se puede decir que por cada mujer hay un tocado personalizado y único.