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David Izquierdo, escritor: David Izquierdo, escritor:
David Izquierdo, en un momento de lectura en Ojos Negros

David Izquierdo, escritor: "Considero unos valientes a quienes deciden quedarse o regresar a los pueblos"

El autor publica 'Bajo el cielo de Ojos Negros', sobre el pueblo al que está vinculado desde hace dos décadas
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Tras la trilogía Los Ojos Negros, dedicada a la profesión de maestro e inspirada en un trasunto de esta localidad del Jiloca, donde David Izquierdo pasa los veranos y abundantes temporadas con su familia, el escritor afincado en Premiá de Mar (Barcelona) acaba de publicar  Bajo el cielo de Ojos Negros, una novela coral en la que el pueblo es el auténtico protagonista a través de historias “imaginadas y posibles”.

-Este cuarto libro se sale de lo que fue la trilogía formada por ‘Los días y el halcón’, ‘Los radios de la bicicleta’ y ‘En  un palmo de tierra’, ¿no es así?

-Eso, no tiene nada que ver con la trilogía, más allá de que está inspirado en el pueblo. De hecho esta trilogía era una especie de homenaje a los maestros y no estaba directamente situada en Ojos Negros por pudor, porque el pueblo donde se sitúa la trama no es exactamente el mismo. Pero cuando la terminé de escribir me quedó una especie de deuda pendiente con el pueblo, de referirme a él directamente, así que decidí que si escribía otra novela estaría dedicada únicamente a Ojos Negros.

-¿No lo tenía claro?

-No, porque siempre que acabo un libro digo que es el último que escribo. Realmente cuesta mucho autoeditar y vender libros, teniendo en cuenta que únicamente aspiro a cubrir los gastos de la edición. Y además me da bastante vergüenza hacerlo. Pero supongo que es una especie de capricho. Hay quien se compra un bicicleta cada dos años para salir por ahí, y la literatura es mi bicicleta.

-Siempre se puede escribir sin publicar, ¿no?

-No estoy seguro... Mis hijos juegan a baloncesto pero al final el objetivo que tienes cuando entrenas es jugar el partido y ganarlo. No concibo escribir y dejarlo todo en el ordenador, sin que nadie lo lea y te diga si le gusta o no.

-’Bajo el cielo de Ojos Negros’ está formada por diferentes historias de vecinos del pueblo, muchas de ellas sin conexión entre ellas... ¿De dónde ha sacado esos relatos?

-Pues muchos de ellos los he sacado visitando el cementerio del pueblo. Hace muchos años que voy y conozco muchas historias de Ojos Negros, pero otras se van quedando atrás y poco a poco se van olvidando. Y muchas veces no puedo evitar pensar que hay tumbas cuyas historias nadie recordará al pasar de los años, así que voy inventando sus propias historias y las voy guardando en mi cabeza. Un día de verano paseando por el pueblo tuvo lugar la escena con la que abro la narración del libro, y a partir de ahí desarrollo esas historias, que solo muy puntualmente se conectan entre sí, porque en realidad es una novela coral en la que el protagonista no es ningún personaje en concreto, sino el pueblo en sí que los reúne a todos.

-¿Son historias de ficción, entonces?

-Son historias de ficción excepto dos de ellas. Una está dedicada a un cura bastante conocido en el pueblo, que tienen una calle, que se llama Narciso García, a quien le doy alguna pincelada. Y la otra está dedicada a un pastor que se hizo escultor, llamado Kpis, que fue un hombre muy particular y muy conocido por allí. Aparecía también en la trilogía y ahora lo quise incluir de nuevo porque me parecía una especie de sabio.

-¿Sobre qué hablan estas historias?

-Hablan de amor, de risas, de gente que canta jotas... también hablan de la muerte, aunque solo en un caso y pasando de puntillas, representándola solo de manera metafórica. Hablan de las cosas de los pueblos porque lo que yo quería era reflejar la vida en Ojos Negros y su entorno. Por eso en el subtítulo del libro digo que son historias “imaginadas” pero “posibles”, porque cualquiera de ellas podría tener lugar.

-Lo ambienta en una época muy concreta... ¿por qué?

-Me lo llevo a 1969. Podría haber sido cualquier año de esa época, pero me decidí por el 69 porque es un año antes de mi nacimiento.

-Una época en la que el pueblo y su explotación minera estaban todavía muy vivos...

-Sí, eso era algo que tenía muy claro, que quería hablar sobre un pueblo muy vivo, porque de algún modo quería que estuviera dedicado a la gente que hizo que entonces Ojos Negros estuviera lleno de vida y quienes lo siguen haciendo. Porque cuando yo empecé a frecuentar el pueblo, hace veinte años, la gente se estaba yendo, pero poco a poco algunos van volviendo y otros se quedan. Las panaderas se han quedado, Verónica ha montado la quesería, algunos jóvenes vuelven a labrar los campos. Yo los considero unos valientes porque al final lo más fácil es emigrar a las ciudades, donde creemos que todo es más fácil porque está más concentrado. Pero en el fondo creo que no es así.

-Del mismo modo que la tercera, esta cuarta novela será la última que escriba... ¿cuál será la quinta?

-Pues sin quererlo hay un personaje que se me va creando en la cabeza, un policía jubilado de Zaragoza, que se afinca en Ojos Negros... Yo leo mucha novela negra, y últimamente me da por pensar que podría estar bien situar en el pueblo alguna historia de este tipo. Hay un autor que se llama Francisco García Pavón, que creó un personaje de novela negra llamado Plinio, al que sitúa en Tomelloso (Ciudad Real), que aunque es un pueblo grande no deja de ser un pueblo, cercano a Pedro Muñoz, donde nació mi padre.

-Fue uno de los primeros en darle un giro rural a la novela negra, fundamentalmente urbanita, e inspiró en parte a otro novelista del Jiloca, Jon Lauko, que falleció en 2020 por culpa del coronavirus.

-Así es. Y creo que el mundo rural da mucho juego en la novela negra, porque es un ambiente donde pueden ocurrir y ocurren historias que resultarían increíbles en una gran ciudad.