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Eduardo López Banzo, director del Al Ayre Español: Eduardo López Banzo, director del Al Ayre Español:
El musicólogo y organista zaragozano, Eduardo López Banzo

Eduardo López Banzo, director del Al Ayre Español: "Hemos perdido el silencio y estamos expuestos a música todo el tiempo, en todos los sitios"

Al Ayre Español ofreció el domingo un concierto en Teruel con música del archivo catedralicio
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La Catedral de Teruel se llenó de público este domingo durante el concierto de Al Ayre Español, que entre otros temas ofreció tres canciones inéditas del siglo XVII,  recuperadas del archivo catedralicio.

-¿En qué consiste ese trabajo de recuperación? ¿No se toman las partituras y se tocan directamente?
-Naturalmente que no. Primero estudiamos los medios con los que hicieron esa música, porque  Al Ayre Español somos un grupo historicista, y esto significa que interpretamos la música tal y como se hacía en el siglo XVII. Y por otro lado se trata de transcribir la música a un lenguaje que pueda entender el músico actual. A veces las partichelas -partitura escrita para un solo intérprete o grupo de instrumentos- tienen errores que, en muchas ocasiones, los propios cantores de la época sabían corregir sobre la marcha en tiempo real. Era gente muy, muy entrenada en la música y tenían una habilidad especial, increíble. Incluso había algunos que variaban el sonido de la nota en función de su criterio, y había compositores que preferían no poner indicaciones de sostenidos o bemoles porque era como ofender al cantante y no confiar en su criterio. Esta forma de hacer y de interpretar música se ha perdido desde el Barroco, así que en esa transcripción hay que escribir una versión que se cante o se toque tal cual está escrita.

-¿Las afinaciones que se usaban entonces ya eran las mismas que actualmente?
-No. En Aragón tenemos muy estudiado que la mayoría de los órganos están afinados medio tono por debajo del tono que actualmente se utiliza en las orquestas sinfónicas. Esto ofrece una música más relajada, más dúctil y algo menos tensa que en la actualidad.

-¿Y el temperamento? ¿Las distancias entre las notas era homogénea como en la actualidad?
-El temperamento igual que se usa en la actualidad ya se conocía, pero en general estos órganos no solo tienen un diapasón medio tono más grave, sino que además la organización que existe entre las notas es irregular, distinta a la que conocemos ahora. Las terceras son más bajas y los bemoles más altos, por ejemplo... Muchos de los órganos de la provincia de Teruel estaban afinados según el temperamento mesotónico, que en lugar de ir por quintas puras va por terceras puras.

Alfabetos

-Eso es casi como traducir diferentes alfabetos ¿Los músicos historicistas respetan todas esas diferencias y particularidades de la música antigua, o se lo llevan al lenguaje contemporáneo?
-Lo respetamos y tocamos con los temperamentos de aquella época, por eso somos historicistas. Usamos la octava que se usaba entonces, por eso un acorde hecho por un grupo historicista no suena igual. Si es un acorde mayor, por ejemplo, suena mucho más puro y redondo que un acorde tocado con temperamento moderno, y suena más tenso.

-¿Y eso no nos suena muy extraño, incluso desafinado, al público acostumbrado a la música contemporánea?
-La diferencia es tan sutil que nadie que no sea un genio de la música se da cuenta de eso a no ser que se lo cuentes. Hay un color y un sonido distinto, producto del temperamento distinto, pero el oído humano se adapta muy bien y en cuanto empieza a sonar se acostumbra a él.

-¿Es por estas cuestiones de afinación que no se usó el órgano de la Catedral el domingo?
-Tocamos con un órgano de arcón u órgano positivo, como también se llama. Es pequeño, parecido a lo que en Aragón llamábamos la cadereta, que es el instrumento que está detrás del organista. Sería todavía más bonito tocar este concierto con un órgano grande, pero el de la catedral es un instrumento moderno, muy lejos de la estética del XVII, que no se puede usar para esta música, y además este pequeño órgano, que también funciona con tubos, me permite estar cerca y de frente al resto de músicos, y poder dirigir mientras todo.

-¿Conoce también el archivo musical de la Catedral de Albarracín?
-No. Estoy seguro de que también merece la pena indagar en él. Lo que pasa es que del siglo XVII queda poco, no se sabe muy bien por qué. Hay cosas, pero no tantas como aquí en Teruel. Lo que hay en Albarracín es más del siglo XVIII. Así que sería una segunda parte para el proyecto de recuperación.

-Usted ha dicho que esta música era la ‘música de la ciudad’. ¿Qué significa eso?
-La capilla de la Catedral era lo que hoy llamaríamos una orquesta sinfónica, el grupo musical de la ciudad. Pero no solo tocaba en la ciudad, sino que el cabildo lo enviaba a órdenes religiosas, conventos, iglesias, y a muchos sitios para que tocaran. Posiblemente también tocaban instrumentos de viento como las chirimías en fiestas de pueblos y actos populares. En ese contexto la música era mucho más especial.

-¿A qué se refiere?
Yo siempre digo que hemos perdido el silencio. Oímos música todo el tiempo, y siempre en el contexto de otras músicas; en el restaurante, en la tienda o en el tren estamos oyendo música. La oímos a todas horas. En el siglo XVII la música solo sucedía cuando estos señores se ponían en marcha, y muy poca gente tenía ocasión de tenerlos en su casa. Esto hacía de la música algo único y mucho más vivencial.