

El Congreso de la Esperanza se clausura escuchando testimonios de cercanía
El evento pone sobre la mesa en su última jornada experiencias locales de distintos ámbitosEl Congreso La Esperanza, Emergencia Social finalizó este domingo en el auditorio Torre del Salvador, del Centro Sociocultural San Julián, escuchando voces que dan pie a la esperanza sin salir de Teruel. Fueron testimonios de personas, que recorren juntas el camino en busca de un futuro mejor desde distintos ámbitos.
Se clausuró así el congreso, organizado por la Diócesis de Teruel y Albarracín en el Año Jubilar dedicado a la Esperanza, y en el que durante tres días se escucharon las voces de profesionales de diferentes ámbitos desde la psicología y la psiquiatría, a la filosofía, la sociología, el periodismo o la educación.
Unas 120 personas se inscribieron en este congreso que comenzó recordando las palabras del papa Francisco “No os dejéis robar la esperanza”.
En la última de las mesas que se organizaron en el escenario del auditorio, se ofrecieron testimonios esperanzadores que se dan en el día a día de la ciudad de Teruel. Es el caso de Atadi y Anudi, dos organizaciones turolenses donde la esperanza es sinónimo de autonomía e ilusión. La ilusión que tienen los socios de la Asociación Nuevo Día por pasar un fin de semana fuera de sus casas y dar respiro a sus familiares gracias a la labor desinteresada de voluntarios como Daniel del Carmen que participa en la actividad Respiro Familiar. Él y la madre de uno de los usuarios, Elena Elías, ofrecieron testimonio de lo que es esperanza para ellos. También lo hizo Irene Arroyas, directora de Atadi, junto a Juan Antonio, y María Ángeles, usuario y familiar y pusieron de relieve que para los usuarios de su centro la esperanza es sentirse cada vez más valorados.
En el caso de la calle San Francisco, donde hace dos años se hundió un edificio, la esperanza está puesta en un futuro en el que la calle recupere su dignidad y los vecinos puedan vivir en un sitio que consideren su hogar. Pilar Catalán, una de las vecinas que vivía en el número 21, y María Victoria Domingo, integrante del grupo de trabajo de la calle San Francisco y su entorno, contaron su experiencia, la de vecinas que no se conocían de nada, que el suceso les unió y que ahora tienen la esperanza de revitalizar la zona.
Otros testimonios fueron los de la asociación Hospitalidad de Lourdes, que han creado un espacio de encuentro para acompañar a personas en procesos de enfermedad y que tienen puesta su esperanza en el próximo viaje a la ciudad francesa. Pilar Martínez, Isa Redón y Mª Cruz Arcos explicaron su labor y el cometido de la asociación.
Igualmente, se explicó el programa de Cáritas Apadrina un abuelo, con la presencia de las jóvenes Laura y Elena Barrera y Luna Fortea, que acompañaron a María Dolores, una de las personas mayores que participan en el programa.
El proyecto Cáncer y emociones fue otra de las iniciativas que se puso sobre la mesa como ejemplo de esperanza. Teresa Villarroya y Sara Salvador explicaron el proyecto en el que el arte ha dado esperanza a pacientes de cáncer.
Estos testimonios de esperanza cerraron una jornada que -a diferencia de las jornadas anteriores- se centró en explicar experiencias del territorio, ya que previamente se abordó la educación en el medio rural turolense con experiencias en primera persona.
El futuro en el medio rural
Raúl Blasco, Lourdes Alcalá, Juanjo Francisco y José Miguel Melendez tienen en común que son turolenses y proceden de pueblos de la provincia. Este domingo, en el Congreso de la Esperanza, pusieron en común sus puntos de vista sobre si hay esperanza para una provincia cuyo mal endémico es la despoblación.
El de Raúl Blasco, un joven de Muniesa, ganadero y agricultor, que ha decidido vivir en su pueblo fue el más esperanzador de los testimonios porque demostró que si se quiere se puede. Él tenía claro que su futuro estaba en su pueblo pero es una decisión que toman muy pocos jóvenes: de los doce niños que iban juntos a la escuela solo él ha optado por quedarse.
Precisamente de la escuela rural habló Lourdes Alcalá, inspectora jefe de Educación, que recordó que Teruel ha sido pionera en mantener la escuela rural con proyectos como los Criet y luchando por mantener las escuelas en los pueblos, pero recordó que no todos los pueblos pueden tener de todo y que hay que tener “una visión del territorio”. Demandó el apoyo real de las administraciones públicas, porque aseguró estar ya “cansada” de que se den lecciones teóricas sobre cómo luchar contra la despoblación.
“Ningún país puede vivir de espaldas al territorio”, dijo, pero los datos que ofreció no dan pie a la esperanza: solo el 15,33% de la población vive en el 90% del territorio. Entre otras medidas, apostó porque hay que fomentar el arraigo de los empleados públicos y subrayó el papel que están jugando los migrantes: el 20 % de las escuelas de la provincia se mantienen por ellos.
Más pesimista fue el periodista Juanjo Francisco que consideró que frente a la solidaridad que había antes en los pueblos entre vecinos ahora hay más individualismo, que ha cambiado el modelo de sociedad actual y aunque actualmente hay el mismo confort en los pueblos que en las ciudades el gusto por “lo bucólico” del medio rural a muchos les dura “cinco minutos”. Recordó, además, que el acceso a la sanidad es uno de los inconvenientes que encuentran las personas mayores para volver al pueblo.
La esperanza se puede encontrar en “poder vivir en el pueblo “sin sentirse atrapado”.