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Ellen Duthie, codirectora del Curso de Filosofía, Literatura, Arte e Infancia: Ellen Duthie, codirectora del Curso de Filosofía, Literatura, Arte e Infancia:
La gaditana de ascendencia escocesa Ellen Duthie, en Albarracín

Ellen Duthie, codirectora del Curso de Filosofía, Literatura, Arte e Infancia: "Hay que pensar cómo infundir esperanzas en los niños sin mentir ni tratar de ocultarles el mundo"

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Ellen Duthie dirige, junto a Daniela Martagón y Raquel Martínez Uña el curso de Filosofía, Literatura, Arte y Infancia de Albarracín, que dará hoy por concluida su edición 2023. La filósofa, traductora y bloguera invita a reflexionar sobre el futuro desde una perspectiva divergente, creativa y, en la medida de lo posible, optimista.

-¿Cuáles son los objetivos generales del Curso de Filosofía, Literatura, Arte e Infancia de Albarracín?
-El nuestro es un curso basado en las preguntas, en lanzar muchas preguntas al aire y explorar qué otras cuestiones e inquietudes nos surgen a partir de ellas. No nos interesa tanto llegar a conclusiones sino explorar diferentes puntos de vista y maneras de plantearse las cosas.

-¿El curso está dirigido a profesores o educadores de niños?
-No nos dirigimos a un perfil concreto porque desde el principio queríamos que no fuera un curso más de formación del profesorado. La idea es reunirnos muchas personas que están relacionadas o interesadas en uno o varios de los ejes que trata, la filosofía, la literatura, el arte o la infancia, en buena parte para que no sea algo endogámico y cada asistente, incluidos los propios ponentes, extraigan aprendizajes valiosos de áreas del conocimiento en las que no son especialistas.

-Más allá de los objetivos generales, el curso tiene cada año una temática más concreta. ¿Cuál es en esta ocasión?
-La temática de esta edición es el futuro y nuestra perspectiva sobre él. Estamos en un momento en el que el futuro nos abruma un poco, el que domina un discurso distópico, y queremos obligarnos a pensar sobre eso de manera imaginativa y creativa, saliéndonos de los cauces más habituales. Y no solo en el ámbito teórico sino también en el práctico, pensando en qué cosas pueden hacerse como docente, artista o creador.

-¿Lo de pensar en el futuro como algo amenazador no está implicido en el concepto de ‘futuro’? ¿No es algo que nos haya ocurrido a todas las generaciones, en su opinión?
-Creo que no. Yo nací en 1974 y, pese a mi nombre escocés, me crié en Cádiz. Y en mi época de instituto, entre 1988 y 1992 aproximadamente, en España había un ambiente de absoluto optimismo, creíamos en el futuro y el progreso. Quizá fue una época que duró poco, pero existió, una época de paz y desarrollo, el futuro no se veía con temor sino con esperanza. Y creo que la generación que ahora tiene catorce años no ve el futuro con esperanza.

Crisis objetiva

-¿Qué provoca ese clima? ¿Lo que ocurre, o la forma en la que pensamos lo que ocurre?
-Ambas cosas. Existe una crisis objetiva en muchos sentidos, y eso nos afecta a la conciencia que tenemos de la propia crisis. Determinados patrones que creíamos válidos resulta que no lo son tanto. Pensábamos que la inercia que conducía al progreso era siempre positiva y ahora nos estamos dando cuenta de que hay que frenar. Creo que eso es lo que define este momento de crisis, y el hecho de que la infancia se esté criando en un ambiente en el que los adultos destilamos pesimismo.

-¿Deberíamos ‘disimular’,  ser optimistas pese a todo para no amargarles la infancia?
-Algunas de las preguntas más interesantes del curso tienen que ver con eso. Y no creo que sea bueno hacer como si no pasara nada, o insistir durante la pandemia en que todo iba a ir bien, por ejemplo. No podemos ocultar a los niños el mundo, porque ellos lo ven y además van a percibir que les mentimos. No podemos hacer luz de gas de los problemas, sin más, pero es muy interesante reflexionar sobre cómo podemos infundir esperanzas sin necesidad de mentir. Y no solo por ellos, por los niños, sino también por nuestra propia salud mental, porque estar instalados en el discurso distópico y catastrofista permanente no nos lleva a ningún sitio bueno.

-¿Y cómo lo hacemos? ¿Cómo podemos ser optimistas y sinceros al mismo tiempo?
-Las respuestas que estamos ensayando durante el curso tienen que ver con que hay que abrir espacios de diálogo con la infancia y escuchar lo que tienen que decir, lo que les preocupa. Es lícito que nos preocupe abrir estos cauces incómodos, que nos intranquilizan, pero hay que hacerlo. Es el primer paso, porque en la actualidad existen problemas que un cerebro infantil no puede procesar o resolver a solas, y si no se comparten pueden convertirse en cargas muy pesadas.

-Tengo la sensación de que nunca se ha valorado tanto la opinión de la infancia como en la actualidad...
-Yo no estoy de acuerdo en que demos importancia a las opiniones de la infancia. En la escuela hay poco espacio para sus preocupaciones reales. Sigue habiendo mucho de ‘qué interesante, pero esto no es lo que toca’. Preferimos no entablar estos espacios de diálogo para no meternos en líos, pero tenemos que pensar en ello.

-En el curso FLAI de Albarracín se habla de diálogo, de filosofía, de reflexión... de cosas diametralmente opuestas al pragmatismo que impera, en el que cada minuto tiene que tener un provecho material...
-La gran confusión consiste en creer que el diálogo, la filosofía o el pensamiento no tienen consecuencias prácticas y directas. Las tienen, y muchísimas.