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Endavant García, hija de exiliados españoles en Francia tras la Guerra Civil: “Me sorprende el silencio que todavía existe en España sobre la Guerra Civil y la República” Endavant García, hija de exiliados españoles en Francia tras la Guerra Civil: “Me sorprende el silencio que todavía existe en España sobre la Guerra Civil y la República”
Endavant García en el memorial de los Pozos de Caudé

Endavant García, hija de exiliados españoles en Francia tras la Guerra Civil: “Me sorprende el silencio que todavía existe en España sobre la Guerra Civil y la República”

“La gente no sabe y hay que pensar nuevas formas para enseñar que la libertad es algo muy frágil”
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Endavant García, hija de refugiados nacida en Francia, ofreció el pasado martes una charla en el salón de actos de la DGA en Teruel organizada por el Ateneo Republicano de Teruel y la Asociación Pozos de Caudé, con motivo de la celebración del Día de la República. Actualmente vive entre la localidad francesa de Rouen y el municipio turolense de Orihuela del Tremedal, donde ha fijado su segunda residencia.

-¿Cómo vive el recuerdo de la República la hija de un exiliado en Francia tras la Guerra Civil?

-Como hija de deportado, yo crecí en París y eso de la República se vivía y se sentía. Al llegar a España nos hemos quedado sorprendidos por el silencio que todavía existe entre la gente sobre la Guerra Civil y la República. Tengo amigos que me pidieron salir de un bar para poder contarme que habían sido militantes porque no querían ser oídos.

-¿Me habla de hace años o de ahora?

-Ahora, ahora, me resultó algo sorprendente. Y lo que sorprende también es lo poco que se sabe y veo que todo el trabajo está por hacer. El otro día, dando unas clases de francés, le comenté a un alumno que iba a dar una charla sobre esto y se sorprendió de lo que iba a hablar. Entonces me quedé helada, porque si alguien que tiene ya una educación y te dice que no sabe de qué va esto, qué será de los jóvenes. Hay que actuar de otro modo, hay que idear nuevas formas para enseñar que la libertad es algo muy frágil.

-¿Por qué cree que no se quiere conocer la historia?

-Aquí en España hubo silencio y se deformó la historia durante mucho tiempo, pero ahora las nuevas generaciones han crecido ya de otro modo y tendrían que saber, porque hay que conocer lo que ocurrió. Hay que pensar en otras formas de hacerlo, porque, por ejemplo, veo a los pueblos deshabitados y hay que mover a la gente, no hay que esperar que un alcalde traiga la solución. Es así como se forman las conciencias.

-¿Quién fue su padre?

-Mi padre fue Francisco García Badillo, hizo toda la guerra en Barcelona y fue comisario político de División. Toda su vida fue un militante y con responsabilidades importantes. Estuvo en los campos de internamiento de Francia, después estuvo en la Resistencia en Francia. Él fue el responsable del 14 Cuerpo de guerrilleros, hasta que un día los nazis y las fuerzas especiales francesas lo capturaron y lo torturaron. Todo el grupo de españoles estaba para ser fusilado en la prisión de Toulouse, pero un fiscal que también estaba con la Resistencia, lo evitó, y se los llevaron al campo de concentración de Buchenwald.

-Sobrevivió.

-Ese era un campo donde había muchos políticos. Llevaban el triángulo rojo de políticos y la S por ser español. Allí hicieron lo que podían para organizarse un poco y ayudar a los más débiles, y luego cuando los nazis iban huyendo y querían antes exterminar a la gente que quedaba en los campos, ellos con los pocos medios que tenían y famélicos que iban, asaltaron el campo.

-¿Qué vino después?

-Todos los que quedaron vivos hicieron el Juramento de Buchenwald, que fue un juramento que hicieron todos los presos sobrevivientes reunidos en asamblea, cada uno en su idioma, diciendo que siempre lucharían para que no se olvidase eso y que no volviese a producirse. Se quedó en Francia para rehacer su vida y lo primero que tuvo que hacer es recuperarse porque entonces pesaba 32 kilos. Trabajó en Francia y a la vez siguió militando.

-¿Pudo regresar a España?

-Después de la muerte de Franco y clandestinamente hasta que fue legalizado el Partido Comunista.

-¿Pero volvió para vivir?

-Él venía a menudo, era de Bilbao y acabó comprando un piso en Masnóu, pero por los achaques que tenía y la vejez, tenía que ser atendido en Francia, porque los antiguos deportados tenían una organización de salud muy bien hecha.

-Usted nació en Francia.

-Claro, y yo misma tuve papeles de refugiada política pese a haber nacido en Francia. Cuando estaba en el Instituto tenía que ir bastantes veces a la Prefectura de París para renovar los papeles.

-¿Cómo se sentía?

-Lo vivía a la vez con orgullo, como una fuerza y también añorando el país, porque era mi idioma y sin embargo vivía en Francia. No pude conocer a mis abuelos, estaban en Bilbao, se murieron y no podía volver, ni al resto de mi familia hasta muy tarde. Ves que es tu cultura pero no la tocas y te falta algo. Es un sufrimiento porque sabes lo que han sufrido tus padres, pero es un orgullo y una fuerza porque tienes dos culturas, y eso es algo extraordinario. Yo me reclamo a la vez perteneciente a la lengua de Cervantes y de Víctor Hugo.

-¿Cómo están sintiendo en Francia el avance de la ultraderecha?

-Con la desesperación de la gente, porque en la ultraderecha hay dos tipos de personas, las que siempre han sido de la ultraderecha, y la gente que está desesperada y a fuerza de hacer promesas de que van a cambiar las cosas les apoyan. Hay temor a lo que pueda pasar porque es tremenda la subida que están teniendo, pero hay que combatirlo, no hay otro modo de hacerle frente. Tampoco hay que defraudar a la gente en las elecciones.