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Félix Teira, maestro, escritor y Premio de las Letras Aragonesas: “Un autor es libre para escribir  lo que le de la gana si su sueldo  no depende de lo que venda” Félix Teira, maestro, escritor y Premio de las Letras Aragonesas: “Un autor es libre para escribir  lo que le de la gana si su sueldo  no depende de lo que venda”
Félix Teira, Premios de las Letras Aragonesas 2022, en la Feria del Libro de Teruel

Félix Teira, maestro, escritor y Premio de las Letras Aragonesas: “Un autor es libre para escribir lo que le de la gana si su sueldo no depende de lo que venda”

El belchitano ha combinado la docencia y la literatura hasta construirse una trayectoria sólida y coherente
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Félix Teira (Belchite, 1954), maestro y escritor, es dueño de una sólida y personal carrera literaria que le ha valido el Premio de las Letras Aragonesas 2022. La pasada semana estuvo en Teruel presentando su última obra, la novela Fuego frío (Prensas de la UZ).

-¿Qué ha supuesto para usted el Premio de las Letras Aragonesas, poco después de Premio Imán y del Artes y Letras en 2022?

-Llevo toda la vida leyendo y escribiendo, que son dos caras de la misma moneda, y los reconocimientos son muy bonitos. Y el último de ellos, el de las Letras Aragonesas, me coloca en un cuadro entre compañeros escritores a los que admiro mucho. Y también es un acicate a la hora de pensar que tus próximos libros tienen que estar a la altura.

-Pero usted ha tenido el visto bueno de la crítica y del público desde sus primeras novelas. Ese sí que es un buen premio.

-Eso es verdad. En mis inicios tuve la suerte de topar con Mario Muchnik (1931-2022), uno de los grandes editores que ha habido en España. Algunas de sus propuestas me dieron vértigo, aunque la más seductora fue cuando me presentó periodistas de El Sol, El País o El Mundo, y me dijo que las grandes cosas se gestaban en comidas y en el trato habitual. Me propuso que marchara a Madrid o Barcelona, que no podía irme a un pueblo perdido de Aragón. Lo hablé con mi mujer, nos dio vértigo y decidimos seguir dedicándonos a la docencia.

-¿Se ha arrepentido alguna vez de haber hecho eso?

-No te voy a decir que no haya pensado alguna vez en lo que hubiera sido mi vida, pero no, no me arrepiento. La docencia me ha dado mucho, yo no sé si habré enseñado muchas cosas, pero desde luego sí que las he aprendido. Y me ha proporcionado muchos amigos. Además, lo primero es comer, y luego soñar. Lo mejor que puede pasarle a un escritor es que su sueldo no dependa de los libros que vende, para no tener que escribir al dictado. En mi caso el sueldo me lo daba mi profesión de maestro, y eso me ha permitido, espero que no suene muy vanidoso, escribir lo que me ha dado la gana.

-Ha escrito novelas sobre la guerra de Yugoslavia, el resurgir de la extrema derecha, la crisis de 2008... ¿Se considera un escritor social?

-Completamente. Mi epifanía fue el Lazarillo de Tormes. Mientras los Tercios gloriosos conquistaban Europa a él le preocupaba únicamente el hambre que pasaba. Se casó con la criada del Arcipreste para poder comer todos los días, y cuando le decían que su mujer se acostaba con otros hombres respondía que le daba igual. Aquello fue revelador para mí. Tenía 20 años, era pretencioso y decidí ser escritor para contar lo que ocurre en la sociedad.

-A la actualidad le pesa mucho el tiempo...

-Tienes razón, pero es un riesgo que decido correr. Grandes novelas como el Lazarillo de Tormes, La Regenta o Los Santos Inocentes hablaban del ser humano en su tiempo, y es lo que me ha interesado siempre.

-Lo próximo también será rabiosamente actual...

-Creo que saldrá al mercado en octubre y, aunque siempre hay discusiones a este respecto con el editor, quiero titularla Millenials, así de explícito. Hablo sobre becarios de 30 años que no tienen posibilidad de independizarse y estas cosas a las que empezamos a estar acostumbrados, a través de tres personajes turolenses y uno valenciano.

-¿Por qué elige tres protagonistas turolenses?

-Porque representan muy bien la España Vacia, o Vaciada, como quieras llamarla. Y porque tengo un nexo con Teruel que siempre asoma aún sin ser consciente. En mis libros tengo un doctor Berge, un Roberto Gúdar, un Blesa Plou... esa provincia me ha marcado mucho.

-También ha escrito novela juvenil... se puede seguir hablando con los jóvenes a través de la literatura?

-La literatura juvenil me ha dado muchas alegrías. Y eso que, pese a que está denostada como género, es mucho más difícil de escribir. Y sí. Se puede hablar con los jóvenes a través de la literatura. No puedes trasladarles el escepticismo que la edad te da sobre el ser humano, pero sí hablarles con claridad de temas espinosos, de fanatismo, corrupción, sexo... Hasta los 16 años los jóvenes leen mucho, y si les cuentas lo que es la vida sin querer meterles moralinas puedes comunicarte con ellos.

-En ‘Fuego frío’ habla sobre la ambición desmedida...

-Después de Macbeth puede sonar muy pretencioso, pero así es. Para escribir puede que necesites alguna virtud, pero desde luego tienes que tener un poco de todos los pecados capitales. Uno de ellos es la ambición, que condiciona muchas de tus decisiones. Me encanta poner al lector en un dilema, obligarle a decidir qué haría ante una situación límite. Una de las grandes cosas de la literatura es que te ponen al borde del abismo cómodamente sentado en tu silla. Y como no tienes que rendir cuentas ante nadie no tienes que fingir. Es un excelente examen ante ti mismo.

-¿Usted ha sentido ese fuego frío?

-Los humanos pisamos terreno espinoso continuamente, somos capaces de meternos en la piel de un asesino y de pensar la cosa más terrible. Yo también lo he hecho, y lo épico desde el punto de vista moral consiste en que decides desecharlo.