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Fermín Ezpeleta, profesor, investigador y escritor del centro del estudios del Jiloca: “He tenido una gran vocación y he sido muy feliz, pero opino que se ha degradado la escuela” Fermín Ezpeleta, profesor, investigador y escritor del centro del estudios del Jiloca: “He tenido una gran vocación y he sido muy feliz, pero opino que se ha degradado la escuela”
El profesor e investigador Fermín Ezpeleta posa con su último libro

Fermín Ezpeleta, profesor, investigador y escritor del centro del estudios del Jiloca: “He tenido una gran vocación y he sido muy feliz, pero opino que se ha degradado la escuela”

Fermín Ezpeleta acaba de terminar su segundo libro sobre la figura del maestro de Calamocha Ricardo Mallén
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José Luis Rubio

Profesor de Lengua y Literatura, Fermín Ezpeleta ha investigado y publicado trabajos sobre muchos de los maestros relevantes de la primera mitad del siglo pasado en la comarca del Jiloca. Ahora, acaba de terminar su segundo libro dedicado al maestro de Calamocha Ricardo Mallén, que se presentará en breve.

-Próximamente van a presenta su segundo trabajo sobre Ricardo Mallén.

-Sí, aunque todavía no tenemos fecha de presentación. Hace exactamente un año presentamos en Calamocha el primer libro sobre Ricardo Mallén, el maestro carismático de Calamocha, el que da nombre a la escuela. Ese libro, que se titulaba El maestro Ricardo Mallén, hacía la biografía profesional de este maestro. Para ello recurrí a las hemerotecas, porque él escribió mucho sobre la escuela, sobre Calamocha. Fue un maestro que vivió mucho y dejó, digamos, una impronta.

-Pero este segundo trabajo es distinto.

-Hecho ese libro, vi que el, aparte de maestro, era periodista y estaba muy metido en Calamocha que, aunque no era su pueblo natal porque el había nacido en Aliaga, fue donde se afincó profesionalmente. En la segunda parte de mi trabajo, que se titula Ricardo Mallén, desde Calamocha. Obra periodística, cuyo fruto es este segundo libro, recoge, con el permiso de sus nietos, su obra periodística antecediendo una introducción mía que resume un poco el libro mío anterior. Lo que aporta este segundo libro es que recoge de forma ordenada todas sus colaboraciones periodísticas. Creo que tiene interés porque no se sabía mucho de él. Aunque se le había concedido el Premio Batallador en 1985 por ser cronista de Heraldo, la gente no sabía muy bien el alcance de estas crónicas. Y su importancia era que transcurren a lo largo de 50 años. Empezó en El Comercial de Teruel en 1915, después escribió en Heraldo de Aragón en 1927, durante la dictadura de Primo de Rivera, y terminó sus crónicas en los años 70. De esta forma recojo de forma continuada todas las crónicas que como corresponsal que es de Heraldo desde Calamocha, pues envía en la sección de Calamocha.

-¿Qué relevancia tuvo su trabajo periodístico?

-Esas pequeñas crónicas que marcan el latir de la villa de Calamocha, fijándose pues en las cosas así más curiosas. Salen muchos nombres propios de las gentes y los eventos. Y luego tiene otra faceta periodística que es la prensa del magisterio, es decir, prensa profesional en la que expresa la reivindicación, las injusticias de la vida del maestro, sus propuestas pedagógicas. En definitiva, toda su producción periodística se resume en dos grandes bloques. Por una parte, reivindicación del magisterio y defensa de la escuela, y por otra parte, las crónicas pequeñas del acontecer diario de Calamocha.

-¿Qué le cautivó de la figura de Ricardo Mallén para que le haya dedicado el trabajo de dos volúmenes?

-Yo estoy vinculado al Centro de Estudios del Jiloca. Desde que fui profesor en Teruel hice amigos en Calamocha, y el CEJ es un sitio de amigos, una institución cultural muy interesante a la que yo estoy vinculado desde hace tiempo. A partir de ahí, surgen investigaciones relacionadas con la comarca. Así, años atrás publiqué un libro sobre Antonio Gargallo, que es otro maestro de Calamocha.

-Usted ha centrado sus investigaciones principalmente en docentes. ¿Por qué?

-Yo soy docente y aunque soy profesor de Literatura centré mi tesis doctoral en las novelas relacionadas con la institución educativa, con la escuela. Entonces, yo era como un tema que tenía fuerte. Además, cuando estuve de profesor fue cuando saqué, junto con mi hermana, un primer libro sobre Miguel Vallés, el maestro de Teruel del siglo XIX, indagando en todos los periódicos que había en la biblioteca y en la hemeroteca de Teruel sobre precisamente esa época del hambre de la escuela. Total, que ye he reunido muchas fichas, mucha documentación sobre la escuela de Teruel y sobre el magisterio de Teruel, que ha tenido una prensa muy potente. Y claro, con esa base era natural que yo tirara del hilo de estos maestros de los que me dan referencias, de los que siempre hay gente que sabe algo.

-Con toda esta investigación de la enseñanza de la docencia en la primera mitad del siglo XX o incluso en la segunda, no sé si le entra cierta nostalgia viendo cómo está la profesión ahora mismo.

-Yo me he jubilado hace un año después de más de 40 años de profesor en el instituto y en la universidad. He tenido una gran vocación y he sido muy feliz, pero soy de la opinión de que se ha degradado la escuela y de que en los últimos años la institución educativa no ha estado bien orientada. Me da nostalgia y cuando indago en estos maestros que tenían una vida tan precaria, que tenían pocos medios pero que sabían escribir muy bien, que eran luchadores, y que tenían las ideas bastante claras pues sí que me da nostalgia de la escuela antigua. Ahora se ha impuesto una moda de decir que todo lo antiguo era muy malo, que no sabían pedagogía, que todo era muy brutal y ahora llegamos nosotros y hacemos la nueva escuela. Todo eso es una farsa, un mito falso y evidentemente hay cosas que se desconocen y que merece la pena rescatar.