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Ignacio Castañosa, colaborador de Cruz Roja en Calamocha: “En estos 40 años de voluntario en Cruz Roja he desarrollado el estímulo de ayudar a los demás” Ignacio Castañosa, colaborador de Cruz Roja en Calamocha: “En estos 40 años de voluntario en Cruz Roja he desarrollado el estímulo de ayudar a los demás”
Ignacio Castañosa, de 82 años, lleva desde 1982 colaborando con Cruz Roja

Ignacio Castañosa, colaborador de Cruz Roja en Calamocha: “En estos 40 años de voluntario en Cruz Roja he desarrollado el estímulo de ayudar a los demás”

“El organismo es fundamental en el medio rural, hace talleres importantes que de otra forma no se harían”
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Cruz Aguilar

Ignacio Castañosa, de 82 años, es de Calamocha y voluntario de la Cruz Roja desde el año 1982. Tantos años al servicio de los demás le han valido el cariño de los 80 colaboradores que el organismo tiene en el conjunto de la provincia y todos ellos le rindieron un merecido homenaje en el XII Encuentro Provincial de Voluntariado, que tuvo lugar en Calamocha el pasado mes de noviembre.

-Lleva más de cuatro décadas al pie del cañón. ¿Sigue en activo?

-Sí, aún pertenezco al Comité Comarcal, lo que pasa es que ahora no puedo andar mucho, aunque espero que sea temporal. Lo último en lo que colaboré fue en la venta de la lotería.

-¿Qué le animó a formar parte del organismo en ese año 1982?

-Un amigo mío, Miguel Colás, me invitó a ser voluntario. Era el momento en el que estaban las ambulancias y los jóvenes hacían el servicio militar en la Cruz Roja.

-¿Qué empezó haciendo dentro del voluntariado?

-Entonces no teníamos trabajadora social, ahora desde hace 12 años sí, y nos ocupábamos de los temas administrativos y de la contabilidad de la Cruz Roja, ahora tenemos una trabajadora social que se encarga de dinamizar el tema del voluntariado, los proyectos y todo lo demás.

-¿Siempre ha colaborado en estos 40 años?

-Sí, nunca he dejado de colaborar, incluso hacíamos proyectos sin tener una trabajadora social ni nada, desarrollábamos cursos, uno de ellos fue una escuela de abuelos, en la que nos encargábamos de hacer unas charlas para dar herramientas y consejos para ayudarles a cuidar de los nietos. Ese fue el proyecto que hicimos sin trabajadora social y vinieron sobre 40 o 50 personas, fue un éxito.

-¿Quién daba las clases?

-Teníamos un educador social que era voluntario y él nos iba buscando a las personas que pudieran dar las charlas.

-¿Qué papel cree que juega la Cruz Roja en el medio rural turolense?

-Muy importante, ahora por ejemplo se están dando charlas sobre uso de móviles, talleres de memoria para las personas mayores y clases de español para inmigrantes. Son actividades importantes que, si no fuera por la Cruz Roja, no estarían. Por otro lado, la trabajadora social se encarga también de los problemas y necesidades que hay en la zona, de gente que tiene dificultades para el pago de luz o los gastos de farmacia, principalmente son inmigrantes, pero también hay población local. También se dan charlas de ahorro energético y se hace transporte para las personas que tienen que ir a Teruel a los médicos, hay un coche de Cruz Roja a su disposición.

-¿Cómo han cambiado las necesidades desde el año 1982 cuando comenzó hasta ahora?

-Entonces también había necesidades, ahora hay más inmigrantes, que antes no había, pero se repartían alimentos a la población local. Ahora ya no se reparten los alimentos, se da un vale para que lo usen en los comercios para obtener productos de primera necesidad.

-¿En cuanto a número, se han incrementado?

-Hay cosas nuevas, como los cursos de español, que antes no hacían falta. Por otra parte en el medio rural no había proyectos, no había propuestas y a partir de ese taller que hicimos de cuidado para nietos se empezaron a dinamizar las actividades.

-¿Cómo vivió el homenaje de sus compañeros?

-Fue una sorpresa, lo sabían todos menos yo, incluso mi familia, que estaba también invitada. Nos juntamos 80 voluntarios.

-¿Es usted el más veterano de todos los colaboradores?

-Soy de los más veteranos, pero hay más gente, entre ellos Alejandro, de Monreal del Campo, que lleva más o menos los mismos años, aunque en esa reunión yo era el más mayor.

¿Qué relación tienen entre los colaboradores de Cruz Roja?

-Muy buena, somos una familia que nos apoyamos de unos a otros, nos alegramos cuando nos vemos cada año, nos juntamos personas del Matarraña, que es lo más alejado, a la zona de Albarracín, todo el Jiloca, en total somos 80 voluntarios.

-¿Qué le han aportado estas cuatro décadas de trabajo en Cruz Roja?

-Me ha servido para desarrollar el estímulo de ayudar a los demás?

-¿Es necesario en el mundo en el que vivimos impulsar esa inquietud de ayuda?

-Yo creo que sí, antes había más interés por ayudar, pero de otra forma, porque los jóvenes que hacían el servicio militar era por el interés de estar en casa. Ahora la solidaridad está más desarrollada, la gente cuando hay una recogida de alimentos se vuelca. Ahora las personas que llevan a Teruel para las consultas médicas a los que no tienen medio de desplazamiento son también voluntarios. Hay un servicio social de la comarca y coches de línea, pero lo hacemos porque no siempre coincide el final de la visita con el horario del autobús.

-¿Qué consejo les daría a los voluntarios que empiezan?

-Que estar metidos en una organización como la nuestra les va a aportar mucho como personas, desarrollarán su solidaridad.

-¿Hay más voluntarios en la familia Castañosa?

-Si, tengo dos hijas, María José y Beatriz, y las dos son voluntarias. Mi mujer, Josefa, también me ayuda con algunas cosas, como a vender lotería.