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Jorge Díaz Lanchas, profesor de Economía de la Universidad Pontificia Comillas ICADE: Jorge Díaz Lanchas, profesor de Economía de la Universidad Pontificia Comillas ICADE:
El profesor de Economía Jorque Díaz Lanchas en la Universidad Pontificia Comillas

Jorge Díaz Lanchas, profesor de Economía de la Universidad Pontificia Comillas ICADE: "hay un envejecimiento tan brusco que veo complicado revertir la despoblación"

"Quienes viven en las ciudades tienen que asumir que una parte de su gasto tiene que ir al coste de estos territorios"
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Jorge Díaz Lanchas es profesor de Economía de la Universidad Pontificia Comillas Icade, que ha iniciado este mes un ciclo de debates sobre el problema de la despoblación que se pueden seguir online. Para hoy han organizado una mesa redonda sobre Políticas frente a la despoblación con la participación del secretario general del Reto Demográfico, Francesc Boya, y del catedrático de Sociología de la Uned, Luis Camarero.

-¿Cuál es el objetivo de los debates que están celebrado sobre despoblación?
-Aprovechar el tirón de que ahora se está empezando a debatir en España sobre la brecha territorial y los retos que eso supone para la política española. Queremos lanzar una discusión a un nivel más profundo de lo que se pueda plantear en los debates electorales políticos, y sobre todo mostrar que desde la Academia también se estudia desde hace muchos años este fenómeno.

-¿Se ha tenido en cuenta a la Academia y a los investigadores a la hora de elaborar las políticas que se están implementando en estos momentos en España?
-Por desgracia mi percepción es que no hemos sido tenidos en cuenta. Desde la Academia tampoco se ha identificado qué políticas pueden funcionar bien, y desde el terreno político no ha habido un acercamiento muy profundo. Este nuevo comisionado para el reto demográfico posiblemente sea una muestra de intentar acercarse, pero creo que no se le ha contactado en la medida que se le debería contactar.

-En el estudio de Esade presentado en febrero dieron un tirón de orejas a la Administración por el tipo de políticas que se están implementando, ¿se están haciendo las cosas mal?
-Hay que diferenciar un poco lo que viene haciendo España de lo que hace la Unión Europea, que sí ha sido siempre más consciente de los retos territoriales, no solo pensando en municipios pequeños sino en regiones enteras que se pueden quedar atrás. En España creo que  se han incentivado ciertos territorios ante los recursos escasos que siempre ha tenido el país, una sinergia que viene del franquismo, y el resto se han quedado más al margen. Es verdad que el Estado de las autonomías ha permitido hacer un poco de contrabalanceo, pero no ha habido una articulación territorial, porque si no, la política de infraestructuras se tendría que haber planteado de otra manera.

Fondos de cohesión

-Da la imprensión de que los fondos de cohesión empleados para infraestructuras en España han servido para unir grandes ciudades mientras se dejaba de lado al territorio.
-El problema que tradicionalmente ha tenido la propia Comisión Europea a la hora de implementar sus fondos de cohesión es que han ido a financiar básicamente infraestructuras de transportes a petición de los estados miembros, fomentando las capitales con respecto de otros territorios. Ese ha sido el error, que se han dado fondos que no han perseguido tanto el equilibrio de zonas despobladas.

-¿Está cambiando eso?
-Ahora que se están sacando nuevos fondos europeos se intenta primar que cubran patrones o dimensiones como la transición ecológica o la digitalización. Eso posiblemente haga falta y es urgente, pero conlleva un desequilibrio territorial, porque no todas las zonas se pueden aprovechar de ellos. Básicamente son fondos que, si lo viésemos territorialmente, van a tener un sesgo muy claro hacia las regiones ricas por la propia dimensión de las empresas que trabajan en esos territorios ricos.

-¿Se está errando otra vez?
-Creo que el diseño de los Next Generation EU puede  ahondar en la brecha territorial porque el tipo de empresas que están en la España despoblada no puede competir en igualdad de condiciones, ni es el tipo de empresa que prevalece en las áreas temáticas que se están potenciando, porque básicamente se trata de empresas que están en zonas cercanas a Madrid y Cataluña, aunque en unos años podremos evaluar el programa.

-¿Hay posibilidades de revertir la despoblación?
-Puede haber patrones de repoblación en algunos territorios, pero en otros es difícil porque España está padeciendo un envejecimiento tan brusco que lo veo bastante complicado que haya zonas que puedan revertir esas sinergias a largo plazo.

Rol activo

-¿Qué habría que hacer?
-En esto hay que darle un rol bastante activo a la Administración pública e identificar aquellos sectores y actividades que se pueden dar bien en las zonas despobladas y ayudar a sacarlas adelante. Tiene que ser el sector público el que dote de avales estas iniciativas, y luego dotar a estos sitios de buenos servicios públicos para que la gente se quede. Los contribuyentes que no pertenecen a las zonas despobladas, que viven en las ciudades, tienen que asumir que una parte de su gasto tiene que ir al coste de estos territorios, a servicios básicos para que las familias no se vayan de ahí. Y los partidos de corte clásico van a tener que dar una importancia a las zonas despobladas, donde la gente puede sentirse desligada del proyecto nacional y que el estado del bienestar no les retribuye de la misma manera que si estuvieran en la ciudad.

-¿Hasta dónde puede llegar ese descontento social?
-A alimentar discursos de tilde populista que evidencien un malestar de que el sistema democrático no los representa de la misma manera y que busquen otro tipo de políticas distintas.

-¿Urge un pacto de estado de todos los partidos democráticos para evitar esa deriva?
-Yo así lo pienso, pero me genera un poco de desasosiego ver la desviación de recursos territoriales hacia los nacionalismos, hacia territorios que no necesitan tanto como otros. Pero claro, a la hora de hacer políticas los partidos tienen sus correspondientes lobbies en las ciudades, y es muy difícil escapar de esa presión