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José Antonio Ripollés , alcalde de mirambel cuando se rodó ‘Tierra y Libertad’: “El rodaje en el pueblo fue una experiencia muy buena de la que aprendí mucho” José Antonio Ripollés , alcalde de mirambel cuando se rodó ‘Tierra y Libertad’: “El rodaje en el pueblo fue una experiencia muy buena de la que aprendí mucho”
José Antonio Ripollés, ante una de las fotos de la exposición sobre el rodaje en la que se le ve con Ken Loach. C. M.

José Antonio Ripollés , alcalde de mirambel cuando se rodó ‘Tierra y Libertad’: “El rodaje en el pueblo fue una experiencia muy buena de la que aprendí mucho”

“Repetiría sin duda, pero hay que tener muchas ganas de trabajar por la zona porque sin voluntad no sale”
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José Antonio Ripollés Molés era el alcalde de Mirambel cuando se rodó la película Tierra y Libertad. Veinticinco años después rememora aquellos días con la visita al pueblo del director Ken Loach el pasado 30 de noviembre. 

-¿Cómo fue el primer contacto de la productora con el ayuntamiento? 

-Durante algunos  días vi a dos o tres personas que venían por aquí, veía que miraban, buscaban... Al final un día preguntaron por mí y me comentaron que buscaban exteriores para rodar una película. Me iban comentando lo que querían y yo los llevaba de un sitio a otro. Dimos muchas vueltas con el coche aquellos días, si sugerían algo trataba de buscarlo y llevarlos a verlo. Ellos hacían muchas fotos. Más adelante volvieron a revisar algunos espacios ya seleccionados, y al final vino Ken Loach, fuimos directos a determinadas localizaciones concretas y tomaron más notas. Me dijeron que me llamarían. Yo pensaba que se quedaría en nada pero si, volvieron a llamar, vimos de nuevo espacios y ya se acordaron algunos temas y empezó todo. 

-¿Y a usted qué le pareció la idea? ¿Qué pensó cuando vio lo que se le venía encima?

-Al principio no me lo creía mucho, me decían tantas cosas, me pedían tanto que pensaba “esto no será verdad”. Pero cuando me dijeron la gente que iba a venir, como se iba a organizar, ya temas más concretos, vi que era real, y me lancé a ayudar en lo que hiciese falta. 

-Y a la hora de permisos y autorizaciones ¿tuvieron que hacer mucho trámite en el Ayuntamiento?

-Nosotros desde el Ayuntamiento les dimos todas las facilidades, llegamos a acuerdos en todo. En Teruel lo único que tuvimos que pedir fue permiso al Obispado para el rodaje en la iglesia, porque se iba a hacer algo en la torre, pero nada más. Dentro de la iglesia no se grabó nada.

-Y como alcalde, ¿qué supusieron aquellos días de rodaje?

-Fue una experiencia muy buena, se aprende mucho. Yo estaba en todo, delante, detrás, en el medio de las cámaras… (Risas). Hice de todo, incluso alguna vez de bulto. Si había problemas o faltaba alguna cosa la conseguía. También nos encargábamos del personal, mi mujer era la que estaba al tanto de ello, y si en alguna escena faltaba alguna persona la buscabas o hacía el papel. 

-¿Cuánta gente del pueblo participó?

-Del pueblo el que quiso. Yo creo que todos, no rechazaron a nadie,  todo el mundo hizo algo, poco o mucho. No todos querían salir en primera fila. La gente mayor, sobre todo, estaba encantada de salir en una cosa o en otra, se ponían aquellas ropas que les daban y encantados. El día que actuaban les pagaban, pero además por la mañana les daban café y galletas, luego un almuerzo, la comida, y la merienda, no les faltaba un detalle. 

-¿Y qué momentos le marcaron más?

-Muchos… Uno de los que más me impactó fue cuando mataron a Rosana. Ni ella ni nadie lo esperaba, y los días de después ella aún estaba por allí, pero estaba fatal, siempre con la cara tapada porque estaba llorando. No quería dejar la película.  Con la ilusión que tenía siempre, se quedó muy chafada. A ella le costó recuperarse, pero a los demás también nos costó, nos hubiese gustado que terminase de otra manera…. Fue duro. 

Y otro momento que recuerdo fue cuando preparábamos la escena del debate de la colectividad. Ya estaba todo preparado para el rodaje pero había una silla vacía. Cuando pregunté quien faltaba, si había que ir a buscar a alguien, me dijeron “esa silla es la tuya”. Y es que me dijeron que en algún sitio saldría, pero no sabía cuándo… Así que allí estuve, repartiéndonos las tierras, pero no me tocó nada… (Risas). 

-¿Repetiría la experiencia?

-Desde luego que sí, sin duda. Pero hay que tener muchas ganas de colaborar, de trabajar por el pueblo y por la zona para hacer una cosa así, porque si no tienes voluntad, olvídate que no sale. Y es que muchas veces había que enfadarse con la gente para que saliesen las cosas. Es muy duro, porque pasas momentos muy buenos pero también muy malos.

-¿Qué supuso para Mirambel y la comarca?

-Es de las mejores cosas que pueden pasar. En el pueblo y en la comarca dejaron mucho dinero pero, aparte de eso, más importante es la promoción a nivel turístico, una publicidad que si se tuviese que pagar sería un dineral, y así se nos conoció a nivel internacional. Son oportunidades que hay que saber aprovechar y sacarles un rendimiento posterior.