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Juanca Vellido, actor: “El Desafío Buñuel te devuelve a lo más primigenio del oficio de actor, al juego sin parafernalias” Juanca Vellido, actor: “El Desafío Buñuel te devuelve a lo más primigenio del oficio de actor, al juego sin parafernalias”
Juanca Vellido (dcha.), junto al director mexicano Pato Rivera en el IV Rally Desafío Buñuel. MA

Juanca Vellido, actor: “El Desafío Buñuel te devuelve a lo más primigenio del oficio de actor, al juego sin parafernalias”

El catalán se llevó de Teruel una experiencia “fabulosa” y “sorprendente” tras participar en el VI Desafío Buñuel
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Juanca Vellido (No somos nadie, El espinazo del diablo, Piratas del Caribe 4, Todos los hombres son iguales o Hierro) es uno de los actores profesionales que participaron el pasado fin de semana en la VI Edición del Desafío Buñuel. El catalán valoró sobre todo el reto que supone contar una historia a través del cine con la obligación, impuesta por el plazo de 48 horas, de centrarse en lo esencial y dejar fuera toda la parafernalia.

-¿Como ha vivido la experiencia de participar en el Desafío Buñuel de Teruel?

-Ha sido fabulosa y sorprendente. El equipo mexicano de Pato Rivera con el que participé iba muy bien preparado, así que llegamos a la fase de montaje incluso con bastante tiempo, aunque esa es una de las fases más complicadas de cuadrar.

-Rodar con tanta premura es especialmente complejo para los actores...

-Es un juego. Una de las cosas más bonitas del Desafío Buñuel es que recuperas esa sensación de jugar que tiene la interpretación. La urgencia, no conocer al resto del equipo y no tener tiempo para preparar el personaje te empuja a esa especie de abismo, que consiste en jugar, creerte el personaje, y sobre todo seguir las indicaciones del director para darle forma. Es volver a la idea primigenia de la actuación, sin parafernalia y de una forma más libre e inmediata.

-Cada equipo contaba con un actor profesional, 'famoso'... ¿Esto hacía que recayera más presión sobre vosotros?

-He intentado apartarme de esa idea, pero es verdad que, sobre todo al principio, en el trato hay una especie de admiración que te hace sentir esa diferencia de experiencia. Al final tú vienes de rodar diez series, veinte pelis y quince obras de teatro y trabajas con gente que está dando sus primeros pasos en cinematografía. Entonces es verdad que al principio temes no poder ofrecer todo lo que quizá se espera de ti, pero al final se demuestra que hay que tratarse con seguridad y con humildad, y más entre gente que nos dedicamos al mundo de la cultura. Cada cual tiene diferentes momentos vitales pero debemos tratarnos de igual a igual. A Pato (Rivera) le dije que estaba en sus manos, él es el director, el dueño de la historia y él manda. Lo que queremos todos los actores y actrices es que un buen director o directora nos coja de la mano y nos lleve.

-¿Ha sido especialmente difícil trabajar para ti con un equipo mexicano? ¿Cambian las formas de hacer cine de una a otra orilla del Charco?

-El cine es muy universal. Hace mucho tiempo se inventó una forma de organizar un rodaje y creo que es universal. Lo poco que me ha tocado rodar fuera, en Australia y Hawaii, me ha servido para comprobar que un rodaje se organiza igual en todos los sitios.

-¿Y la sensibilidad del director para quien trabajas? ¿Lo que cabe esperar de él según el público al que se dirige?

-Eso depende de lo personal, no tanto de su nacionalidad. Pero es verdad que en Estados Unidos la gente que participa en un rodaje es extramadamente educada y cuidadosa con las formas, lo mismo con el eléctrico que con el conductor del camión o con el protagonista de la película. Eso me llamó la atención porque aquí en España, por desgracia, no siempre es así.

-En Teruel hay muchísimas vocaciones interpretativas, gracias en parte a las Bodas de Isabel. Muchas de ellas se quedan en el teatro aficionado pero otras sueñan con dedicarse a esto... ¿qué consejo podría darles alguien como usted?

-Los consejos no suelen valer para mucho. Dicho esto, esta profesión tiene una cara muy dorada, muy brillante, pero también un lado muy amargo. Y lamentablemente la gran mayoría de quienes intentan dedicarse a esto no van a tocar todo ese brillo. Lo único que se le puede decir a la gente que empieza es que se hagan cargo de eso, que estén preparados para gestionarlo. Es una profesión maravillosa pero nunca te da garantías de nada, ni siquiera cuando rozas esa Primera División. Siempre estás empezando de nuevo, siempre tienes que conseguir el siguiente trabajo, y para eso hay que estar muy preparado. No solo académicamente en cuanto a la interpretación, sino también como persona, a la hora de saber enfrentar y gestionar todas esas dificultades. El desafío es mayúsculo y exige una dedicación que no todo el mundo tiene la capacidad de asumir. Alan Rickman decía que lo que aconsejaba a los que empiezan es que escucharan música, que vean películas, que lean libros, que visiten museos y que se llenen de todo eso, para montar unos buenos cimientos sobre los que construir tu carrera. Y luego ya veremos, la vida suele tener sus propios planes.