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Los artistas, Gerard Castellví y Sofía Micheo: “Sufrimos un bombardeo continuo, por lo que el silencio es un auténtico oasis para el artista” Los artistas, Gerard Castellví y Sofía Micheo: “Sufrimos un bombardeo continuo, por lo que el silencio es un auténtico oasis para el artista”
Los artistas Sofía Micheo y Gerard Castellvi. En la sala Térvalis

Los artistas, Gerard Castellví y Sofía Micheo: “Sufrimos un bombardeo continuo, por lo que el silencio es un auténtico oasis para el artista”

La Sala Térvalis acoge el proyecto pictórico que los dos creadores han desarrollado durante un mes en El Pobo
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La Sala de Exposiciones de la Fundación Térvalis acoge hasta el 5 de enero el resultado de la residencia artística que Gerard Castellví y Sofía Micheo llevaron a cabo entre noviembre y diciembre en la Masía Santa Ana de El Pobo. Los dos artistas explotan artísticamente y ponen imagen al silencio, que reivindican como herramienta creativa como salvaguarda al ruido que actualmente padecemos.

-¿Cómo ha sido la experiencia en El Pobo.

-Gerard Castellví: Muy interesante. Lo más impactante ha sido el vacío y el silencio que nos envuelve. Aunque vivimos en Montblanc, un pueblo de Tarragona rodeado de naturaleza, la experiencia aquí ha sido completamente diferente por el silencio, por un vacío tan imponente.

-¿Ese silencio es un elemento positivo desde la perspectiva del artista creador?

-Sofía Micheo: Como artista es necesario apartarte de la sociedad, del ruido y de las ciudades cosmopolitas. Absorbes mucho de tu entorno y es muy importante tener esos momentos de silencio donde miras hacia adentro y puedes plasmarlo en tu obra. Lo que la gente ve como desventaja es primordial para los artistas a la hora de crear obra que vaya evolucionando.

-G.C.: Hoy vivimos en tiempos de ruido y entretenimiento constante. Estamos bombardeados. Estar aquí ha sido un oasis para nosotros.

-¿El proyecto que exponen se desarrolló específicamente para esta residencia?

-S.M.: Los artistas nos preparamos mucho las cosas con antelación y veníamos planificando qué obra íbamos a producir, pero al estar aquí nos vimos tan influenciados por el paisaje, los atardeceres y los colores, que terminamos haciendo una obra totalmente diferente. Gerard y yo trabajamos diferentes colores habitualmente, pero curiosamente aquí hemos terminado utilizando colores muy similares sin proponérnoslo, porque nos alineamos con este paisaje.

-G.C.: Yo personalmente he seguido un proceso orgánico con muchos espacios para replantearme cosas. Así que los resultados de la estancia se van a notar después en mi obra posterior.

-¿Sus trabajos son complementarios?

-G.C.: A nivel conceptual cada uno va por sus lares, pero a nivel visual, en la gama cromática, sin quererlo, se han alineado y presentan bastantes paralelismos.

-¿En qué consisten los proyectos artísticos que han desarrollado en El Pobo?

-G.C.: Provenimos de una academia tradicional donde hemos estudiado técnica para después expresarnos libremente. Mi obra habla de la necesidad de reconectar con la naturaleza. Básicamente plasmo figuras que dialogan en paisajes completamente imaginarios que voy construyendo. Normalmente son desnudos porque en la naturaleza es donde reconecto con mi parte más íntima. Estas figuras son como un espejo de los diálogos que tengo conmigo mismo en estos entornos de silencio.

-S.M.: En mi caso hablo de mi experiencia como migrante, ya que vengo de Guatemala y llevo 10 años aquí. Utilizo la figura del caballo como alter ego para hablar de esas vivencias y buscar en diferentes paisajes mi identidad, plasmando lo que voy viviendo en cada lugar.

-En ese sentido, ¿su choque cultural y estético ha sido importante?

-S.M.: Podría decirse que vengo de otro planeta. Si me enseñas un paisaje de selva es difícil impresionarme porque crecí rodeada de ese tipo de vegetación. En cambio de Teruel me sorprenden las montañas, incluso nevó un día, y esto me invita a plantearme que siempre hay belleza por descubrir en el mundo, y que estar abiertos a vivenciar estos paisajes es lo mejor que podemos hacer.

-Cada vez somos más ajenos a esa reconexión con la naturaleza de la que hablan...

-G.C.: Nuestro trabajo es una balanza compleja entre estar conectado al mundo y cultivar la voz propia: Estar al día entre lo que está pasando a nivel colectivo, pero a la vez saber cuándo y cómo desconectar, aislarte para escucharte a ti mismo, encontrar tu propia voz y presentarla al mundo de nuevo. Aquí hemos experimentado eso de forma extrema, pero nos ha venido muy bien.

-Ustedes utilizan óleo, lápices de color y en general técnicas tradicionales, en una época en la que el arte digital se impone.

-S.M.: Los artistas somos muy buenos colaborando. Si bien la IA está poniendo en riesgo muchos trabajos creativos, sobre todo de artistas digitales, en el arte plástico hay algo sustancial y de materia que no puede ser replicado. Esta herramienta puede ayudarnos a pensar diferente, a conectar conceptos y a crear imágenes que nos ayuden a ver las cosas de diferente forma, aunque nunca será lo que puede hacer un artista con sus manos.

-G.C.: Gran parte de mi proceso pasa por lo digital. Vengo del diseño gráfico y el concept art en videojuegos. Las herramientas digitales son muy ágiles. Durante toda la historia los artistas siempre han buscado facilitar su trabajo utilizando las herramientas disponibles, y si no, se las inventaban. Se trata de saber dónde llega el límite entre utilizar una cosa u otra para no ser esclavo de lo tecnológico o de lo tradicional. Hay un equilibrio mágico, y si encuentras la fórmula todo es más eficiente y natural.